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La tierra de Víctor del Árbol

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

Nadie en esta tierra

Víctor del Árbol

Ediciones Destino

De nuevo, magnífico Víctor del Árbol: el autor de los grises narrando el lado negro, que, más o menos visible, contiene el ser humano. El pasado, como siempre, golpeando fuerte: otro mantra en sus historias. Nadie en esta tierra busca el regreso a la Galicia profunda donde casi todos tienen que callar. Inocentes, pocos.

Al inspector Julián Leal le han dado una mala noticia de salud y está expedientado por una agresión. Está tocado pero no hundido. Resistiré, cantaría por muy cruda que sea la verdad... Si no, no le duraría toda la novela. Tiene que arreglar cuentas y las más personales hunden sus raíces en el pueblo donde creció y todo, o casi todo, ocurrió para convertir a Leal en la persona, no sólo policía, que es. Costumbres, forma de vida y anclaje de otra época alzan al pueblo a la categoría de personaje. Y no es que haya pocos. Al escritor le gusta liarnos en su madeja para que miremos a todas partes sin certeza alguna.

Los fantasmas grandes y pequeños pululan en el terruño donde no le miran bien. Algunos trapicheos de los que no se habla pero de los que todo el mundo sabe no ayudan precisamente a oxigenar el ambiente. Desde que se marchó a Barcelona, no volvió en décadas. "¿Qué querrá este?", se preguntan la mayoría, aunque parece que algo de calor y refugio queda. Nada más irse, la aparición de varios cadáveres lo pone en el punto de mira.  

Entre el expediente, su salud, los muertos y la bilis contenida por desempolvar lo que dejó atrás, dan ganas de no levantarse si te despiertas siendo Julián Leal. Pero no va a dar ese gusto a quienes lo miran con recelo. Las 438 páginas de Nadie en esta tierra dan fe de su resistencia.

No puedo apuntar la conexión de temáticas (narcotráfico, malos tratos, corrupción) con lugares, fechas y hechos. Además de hacer reseñas, leo otras muchas y duele ver cuántas se empeñan en desvelar lo que no se debe. Se tira por tierra muuucho trabajo, y si a mí me cabrea, no quiero pensar en los autores.

Así que intentaré mencionar lo necesario, avanzar los principales asuntos que se abordan y dilemas morales a los que nos enfrenta Víctor del Árbol a través de sus personajes.

La familia y los hechos que le marcan en la infancia son el germen del daño enquistado. Es otro distintivo de Víctor del Árbol: el trauma no resuelto que, por no enfrentarlo de cara, suele salir por peteneras. A veces, hacen del ser humano un muñeco tan roto como peligroso.

Aquí, este es el GRIS característico del escritor. No justifica, pero va a la raíz del problema y que cada cual interprete. ¿Se puede ser buena o mala persona del todo? ¿Fifty, fifty? ¿En distintas proporciones? ¿Se puede humanizar a quien a todas luces es un buen ejemplo del mal? ¿Merece perdón quien ha cometido un gravísimo error, aunque su carrera y/o vida haya sido intachable? Lean y decidan.

En las espaldas de Virginia, amiga y compañera del protagonista, deja el autor la "obligación" de reflexionar mucho al respecto. Hay otros a los que catalogar y sentenciar sin reservas. Pero quién sabe... No obstante, el plantel de secundarios es amplio y no entraré en quién es malo malísimo, medio bueno o inocente del todo: un policía trepa que, de desagradable, resulta hasta "gracioso" cuando evoluciona, el perfil de la ambición en un comisario, un crío, su madre y abuela, de los que prefiero no hablar para rememorar la pena, una periodista con serios problemas, el padre de esta última, por no seguir con los "amigos" del pueblo, que se llevan gran parte de la historia. Me contengo con la información para no desmontar a los personajes y su relación desde distintos flancos, con el protagonista principal.

No apta para alérgicos a la humedad

Una voz en tercera persona relata la trama en la que se ve envuelto y en la que se "envuelve" por cuenta propia. Habrá también un narrador, digamos esporádico, que omite más que cuenta hasta que, el escritor termina por enlazarlos. Qué unión tan loca, pero la trama recorre laberintos y recovecos emocionales que confluyen en el punto deseado por el escritor. Si ese "punto" es negro, mejor. Esto, no lo olviden, es Víctor del Árbol.

Exagerado, retorcido, enrevesado o no, opinan otros, pero hay muchos lectores para todos los gustos y, sin embargo, vuelvo a disfrutar de estos oscuros panoramas que suele pintar el escritor. Distintos escenarios, otros actores, pero las dobleces humanas siguen llenando el universo de Víctor del Árbol. Aunque asome la luz, esa que llaman esperanza, no ofrece el oxígeno necesario para que respiremos con amplitud. Para paseos "cómodos", deberán pasar páginas por otras novelas.

Y si no, busquen y lo entenderán con las reseñas que a lo largo de ocho años se han publicado en 'El libro durmiente' de las obras de Víctor del Árbol:  Un millón de gotasLa tristeza del samuraiRespirar por la heridaLa víspera de casi todoPor encima de la lluviaEl peso de los muertosAntes de los años terribles El hijo del padre.

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