Todo está en Cannes a pesar de Cannes
Pedro Almodóvar, Harrison Ford, Wim Wenders, Michael Douglas, Catherine Breillat, Wes Anderson, Kore-Eda Hirokazu, Pablo Berger, Andrea Rohrwacher, Tod Haynes, Marco Bellochio, Quentin Tarantino, Amat Escalante, Hung Tran Anh, Víctor Erice, Martin Scorsese, Nanni Moretti, Ken Loach. Y Jane Fonda. Todos se pasarán por las diversas secciones del Festival de Cine de Cannes en los próximos diez días. Poca broma. Si usted sigue las cosas del cine (del cine-cine), incluso si sólo las siguió cuando el cine lo era todo, allá por el siglo XX, reconocerá que el plantel es para quedar boquiabierto. No todos presentan película a concurso, y esto ha despertado alguna suspicacia. Pero les aseguro que hay partido y que, al menos juzgando por los nombres a concurso, la competición será reñida. Hay otros festivales, y hay otros criterios de selección, pero ninguno tiene la mística de Cannes. Incluso en la actualidad, con la proliferación de pantallas, la mística seduce, estimula y vende.
Hubo un tiempo en que el Festival de Cine de Cannes era un evento cultural de impacto global. En el festival pasaban cosas que afectaban al momento cultural, se formaban carreras y se nos enseñaba a ver cine. El prestigio de Cannes se contagiaba a aquellos a quienes Cannes elegía. Cannes premió a Fellini, a Buñuel, a Visconti, a Demy, a Altman, y con ello los colocaba en un panteón envidiable, decía al mundo que había que prestar atención a estos nombres. Y el mundo, sumisamente, obedecía. Setenta y seis años después, el mundo, el arte y la cultura han cambiado, y sobre todo hay menos uniformidad o confluencias sobre el arte y su esencia, pero Cannes permanece y sigue intentando proyectar una idea de un cine con ambiciones de ser algo más que mero entretenimiento.
Cannes sigue siendo un mercado. Para muchos lo es sobre todo. El cine no ocupa la cuota que solía en la oferta de entretenimiento, pero todos los que hacen cine, a todos los niveles, quieren una representación en el Marché du film, y los planes de las principales compañías se consolidan en el laberinto de propuestas. Pasearse durante la primera semana por entre las delegaciones y los puestos de las distribuidoras, es ponerse al día sobre tendencias y sobre la oferta que se avecina. A veces las delegaciones promocionan películas en concreto. Otras veces se promociona un entorno geográfico como lugar de rodaje.
Luego están las polémicas. No es necesario tomar partido, pero uno sospecha que la polémica es buena para el Festival. Una polémica debería hacernos pensar. Se anunció el interés por la última película de Woody Allen, un viejo conocido, pero al poco tiempo el delegado general, Thierry Frémaux, declaró que habría sido inapropiado. No es el momento de entrar en detalles. Y sin embargo, a pesar de las presiones, ha decidido mantener para la sesión de apertura la francesa Jeanne Du Barry, de Maïwen, con Johnny Depp, ambos enfrentados a casos de abusos. Por otra parte, Frémaux insistió en el número récord de mujeres cineastas. Es una gran noticia. Y, uno espera, signo de los tiempos. Cannes constituye un marco de excepción para pensar en las relaciones entre arte y las cosas que son externas al arte. Y no seríamos humanos si no nos importasen los premios. Les confieso que la pasada edición el palmarés me produjo cierta decepción. Uno siempre quiere que los suyos ganen cosas. Pero recordemos que la vida no es justa y que si el año pasado se ignoró una propuesta tan fascinante como Pacifiction y en 1999 se pasó por algo Todo sobre mi madre, cualquier cosa puede suceder. Y no importa, o no deberá importarnos, porque en el fondo no se trata de quién gana, sino de quién nos hace disfrutar.
Al fin y al cabo, uno siempre intenta escribir desde la pasión, y no escribiría si no creyera realmente que el cine importa. Así que, sobre todo, estaré con ustedes para hablarles de películas, de lo que el cine tiene que ofrecernos, de lo que nos hará vibrar, reír, llorar, indignarnos y deleitarnos, en definitiva, de lo que ustedes podrán ver en los próximos meses en diversas salas y plataformas. Si Cannes ya no lo es todo, y si otros festivales tienen su propio espacio, al menos Cannes es un lugar donde importa el cine. La lista con la que abría esta sección es representativa de la propuesta Cannes este año, y combina tradición, favoritos y comercialidad.
Los guionistas españoles tienen problemas similares a los de Hollywood: “Las plataformas nos uberizan”
Ver más
En la sección oficial, hay una equilibrio que quiere interpelar a los aficionados de otros tiempos y a quienes siguen las nuevas tendencias. Para los primeros, y empezando por nombres ya casi legendarios, Ken Loach presenta The Old Oak, una propuesta crepuscular con la que quizá quiere reflejar la decadencia de cierta comunidad, cierta cultura de su país. Cuenta la historia del último pub, el último espacio realmente social, en una vieja comunidad minera. Wim Wenders vuelve a Tokyo para contarnos una película que evoca temáticamente (y, probablemente, estilísticamente) a Ozu Yasujiro, Perfect Days. Nanni Moretti presenta Il sol dell’ avenire, una vez más sobre la relación entre arte y vida. May December, de Todd Haynes, indagará sobre la relación entre una mujer madura y un hombre más joven desde la perspectiva de la hija de ésta, una actriz que se prepara para un papel. Y también encontramos una selección de habituales al festival en tiempos más recientes. Kore-Eda Hirokazu vuelve con Monster, sobre infancia, educación y abusos en un pueblo japonés. El cineasta vietnamita Hung Tran Anh vuelve a terreno conocido con una película sobre delicias gastronómicas, La passion de Dodin Bouffant, esta vez ambientada en Francia y protagonizada por Juliette Binoche.
Y más allá de la sección oficial, espero poder hablarles de Los delincuentes, la película argentina de Rodrigo Moreno, de Only the River Flows, un thriller de Wei Shujun. Hay muy poco en las secciones a concurso que no sea intensamente apetecible y espero hincar el diente a buena parte de la selección. De hecho, incluso más allá de las secciones a concurso, en las varias secciones paralelas, hay un verdadero tesoro de propuestas que sugieren que las noticias sobre la muerte del cine pueden haber sido prematuras.
El sistema de reserva de entradas es de tal crueldad para los humildes periodistas que, de haber haberse introducido en otro tiempo, habría sido adoptado por la mismísima Inquisición. Es difícil saber lo que la lotería de las reservas me deparará. Pero si logro sortear los obstáculos y sobrevivir a sus trampas estaré con ustedes cada día contándoles cómo progresa esto. Intentaré contarles sobre la aparición de Almodóvar con su western Extraña forma de vida, sobre la película Robot Dreams de Pablo Berger, lucharé por adelantarles algo sobre el último Indiana Jones de James Mangold, del retorno con honores de Víctor Erice, que presenta fuera de concurso Cerrar los ojos, del último Scorsese (Killers of the Flower Moon), del último Wes Anderson (Asteroid City). Del futuro. Del presente. Todo esto y mucho más en los próximos diez días. Bienvenidos a Cannes 2023.