Entrevista

Gabriel Rufián: "Sánchez parece el Che de Davos pero si hubiera sido por él ahora gobernaría con Ciudadanos"

El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, en entrevista con infoLibre

A falta de escasos días para las elecciones del 28M, Gabriel Rufián (Barcelona, 1982) atiende a infoLibre en su despacho del Congreso. El portavoz de ERC se presenta como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet, su ciudad natal, en la que gobierna el PSC con mayoría absoluta desde hace décadas. Rufián es consciente de que es una batalla complicada porque hay "mucha distancia" entre su formación y la de la actual alcaldesa, Nuria Parlón. "El otro día un cargo del PSOE me dijo que Nuria Parlón estaría dispuesta a que entráramos en el gobierno solo para no tenerme durante cuatro años en la oposición", revela. Con todo, cree que sería "una buena noticia" doblar el resultado de 2019 —de 3 a 6 concejales— y confiesa que quiere seguir como portavoz la próxima legislatura en la Cámara Baja.

Se presenta como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramanet. ¿Qué aspira a conseguir?

Queremos intentar romper con regímenes, no con partidos o gobiernos, sino con gente que gobierna hace 20, 30 o 40 años en un mismo municipio. Como demócratas pensamos que es insano y parte de la ciudadanía está harta de esa toxicidad, de lo fácil que algunos ayuntamientos entran en malas praxis por ese motivo. Yo lo estoy padeciendo en primera persona en Santa Coloma y queremos intentar que la presencia de ERC pueda contribuir a acabar con esas mayorías absolutas en todo el área metropolitana de Barcelona. 

¿Qué le gusta de la política municipal? 

No hay nada más bonito para un político que ser alcalde de su pueblo o de su ciudad, pero también es una tarea complicada. Desde el minuto uno, gracias a gente como Joan Tardà o Teresa Jordà, tuve claro que es mucho más sencillo interrogar a Villarejo, a Aznar o a Aguirre en el Congreso que enfrentarte a un vecino que tiene problemas con la vivienda, la seguridad o la limpieza de la calle o lo que sea.  Y de verdad no es ningún tipo de eslogan. El municipalismo a la vez es la mejor y la más difícil de las políticas. Para mí está siendo muy enriquecedor como persona, porque he pasado de ser un tipo al que veían en redes sociales o en medios de comunicación, a que me conozcan en persona. Y me bajan mucho a la tierra, porque en lugar de preguntarme por la última intervención en el pleno, me preguntan qué voy a hacer con las calles o con los parques. Eso es muy enriquecedor para un político. 

Se lo decía porque me da la sensación de que disfruta más de la política a nivel nacional. 

Me lo dicen mucho, yo creo que es una mezcla de ambas cosas. Soy un apasionado del parlamentarismo y se me nota, desde pequeño ya me fijaba mucho en grandes oradores y oradoras. Pero es cierto que la política a nivel nacional comporta unas problemáticas personales y de privacidad complicadas. No puedo estar contento con esa parte, pero me compensa. Llevo siete años en política, esta es mi quinta campaña como cabeza de lista y me lo paso muy bien. Estoy encantado, tengo un equipo pequeño y vamos avanzando cada día.

Decía ahora que una de las partes que más problemas le genera es la privacidad. ¿Qué le ha sucedido para tener esta percepción? 

Mi familia y mis amigos me dicen que cuente lo que supone estar en política a nivel personal. Hay una parte, sobre todo del independentismo de derechas, que ha vendido una deshumanización sobre ERC en Madrid y sobre mí particularmente. El mensaje de que yo aquí estoy feliz de la vida. Lo primero es que estoy lejos de mi familia y de mi hijo, con todo lo que supone. Y lo segundo es que yo no puedo ir a según qué barrios por las ideas que defiendo, como casi cualquier político de izquierdas en Madrid. No tengo escolta y mi día a día habitual es una gorra y una mascarilla. Lo tengo súper naturalizado, pero quizás no es normal.

El independentismo de derechas dice que estoy feliz de la vida en Madrid, pero no puedo ir a según qué barrios

Si los votos de ERC son necesarios para volver a hacer alcaldesa a Nuria Parlón, ¿cuál sería su decisión? 

Dependerá de los resultados. Si el PSC pierde la mayoría absoluta en Santa Coloma después de 30 años estamos dispuestos a hablar con todo el mundo dentro del bloque progresista. 

¿Sopesaría formar parte de un gobierno con el PSC? 

Somos un partido de gobierno. Y le confieso, creo que no lo he comentado todavía, que el otro día un cargo del PSOE me dijo que Nuria Parlón estaría dispuesta a que entráramos en el gobierno solo para no tenerme durante cuatro años en la oposición. 

¿Quién se lo dijo?

No le puedo decir quién, pero me lo creo. 

Después de que casi hayamos acabado la legislatura, ¿qué balance hace de este primer gobierno de coalición a nivel nacional?

¡Uf! Sangre, sudor y lágrimas. Primero por el contexto internacional. Una pandemia, una crisis, una guerra, un volcán... terrible. En cuatro años ha pasado lo que sucede en cuatro décadas o más. Por otro lado hay un contexto nacional y la gente tiene que recordar que nada de lo que está sucediendo forma parte del ‘plan A’ de Pedro Sánchez. Ahora parece el Che Guevara de Davos pero si hubiera sido por él ahora estaría gobernaría con Ciudadanos y Albert Rivera o Inés Arrimadas serían sus vicepresidentes.

Nada de lo que ha sucedido esta legislatura forma parte del ‘plan A’ de Pedro Sánchez

Gracias a Podemos, EH Bildu y Esquerra Republicana ese plan cambió. Semana a semana, durante casi cuatro años, hemos ido forzando al Gobierno a qué pasaran cosas. Leyes como la ley de infancia, la de ciencia, pensiones, vivienda, indultos, malversación, sedición... Todo eso ha sucedido gracias a nuestra fuerza parlamentaria y negociadora. Creo que esto debería seguir siendo así en la próxima legislatura. Cuanta más fuerza haya a la izquierda del PSOE, más cosas de esas pasarán. Porque el PSOE, como hemos comentado muchas veces, no hace sino que se le obliga a hacer. 

¿Con qué ley o iniciativa de todas las que ha nombrado se queda?

Los indultos. A nivel personal, y después de visitar en la cárcel a amigos y compañeros, que nueve personas duerman en su casa y no en una celda es un logro. Gracias también a Europa y a la sociedad civil, por supuesto, pero estoy convencido de que pasarán años y estaré en mi casa pensando que solamente por eso ha merecido la pena. Y también creo que está muy bien el acuerdo de pensiones o la ley de vivienda, aunque sea insuficiente. Y a nivel de negociación la más traumática fue la de la reforma laboral, supuso un antes y un después. 

¿Qué Ministerio cree que ha hecho un mejor trabajo esta legislatura y cuál cree que ha estado más desaprovechado o no ha hecho un buen trabajo?

Excepto Ione Belarra e Irene Montero, que son personas con las que la interlocución es muy honesta más allá de sus errores, con el resto de ministerios cuesta. Quizá Escrivá, con las pensiones, es el que más me ha sorprendido para bien porque pintaba muy difícil.  

¿Honesta en qué sentido?

Que lo que sí es sí y lo que no es no. Sin guerra sucia, filtraciones, mentiras... Las filtraciones son normales, de hecho es el trabajo de los medios de comunicación, pero me refiero sobre todo a mentir, intoxicar, vivir en un corrillo... 

¿Lo dice por la vicepresidenta Yolanda Díaz? 

No, por nadie en particular. Lo hacemos todos.

Decía ahora que la ley de vivienda le parece insuficiente pero la reconoce como un logro. ¿Por qué esa máxima no se aplicó con la ley mordaza?

Porque tiene que haber un mínimo. La ley de vivienda es insuficiente, sí. ¿Tenían alternativa? No, por eso conseguimos unos mínimos. Muchas veces, y es dramático decirlo, en esta legislatura no hemos conseguido avances, sino frenar retrocesos. La ley de vivienda es un ejemplo de eso, pero solamente por el hecho de poder topar precios y eliminar un abuso tan flagrante como cobrarle a un inquilino uno, dos o tres meses por la cara, ya valía la pena aprobarla. Siempre con respeto a las competencias autonómicas de cada cual para seguir avanzando. En la ley mordaza no hubo esos mínimos. 

Sí que se pactaron muchos artículos. 36, concretamente.

Sí, pero es similar a la reforma laboral. Tú no puedes estar durante diez años diciendo que se va a derogar una ley y luego no hacerlo. Nosotros dijimos desde el minuto uno que las devoluciones en caliente o el tema del material antidisturbios eran nuestras líneas rojas. Igual que con la reforma laboral y la indemnización por despido. Pero es que además no compartimos esa mentira de que las leyes son como un triple en el último minuto de un partido de básquet. Si la negociación sale mal, se vota y la ley no se aprueba, no se acaba el mundo. Al día siguiente se puede volver a presentar. Evidentemente se inicia un proceso y se tarda en tiempo, pero no es la última oportunidad. Y, sobre todo, lo que no es cierto es que aquellos que queremos mejorar esa ley tengamos la responsabilidad de que no salga. Si tú eres consciente de que tienes que negociar con una serie de partidos políticos que te plantean condiciones no puede ser que siempre la culpa de los demás.

Pero sí son los que votaron en contra...

Sí, pero le puedo asegurar es que en la ley mordaza vimos que había muy poquitas ganas de que la ley saliera. Muy poquitas.

¿Por parte del PSOE, se refiere?

Por parte del PSOE sobre todo, pero no exclusivamente. Respeto mucho a los negociadores de Unidas Podemos, todo el mundo sabe quiénes fueron,  pero llegó un momento que el mantra de es que que no íbamos a poder ir por la calle y explicar esa decisión no nos interpela. Nosotros bajo amenaza ya hemos demostrado que no funcionamos.

ERC ya ha demostrado que no funciona bajo amenaza

Siguiendo esa lógica, ¿no sería lo ideal pactar algunos artículos y luego seguir negociando para ir a por lo más complicado?

Y eso se hizo, se avanzó en muchos artículos. De hecho, para que no se nos acusara de intransigentes, optamos por ir avanzando. Pero ya cuando llegó el final nos dijeron que no se podía más. Le reconozco que cuando una negociación no sale, evidentemente todas las partes tienen responsabilidad, pero creo humildemente que la gente reconoce la coherencia y discursos como el de Oskar Matute de EH Bildu o el que podemos hacer nosotros aquí desde ERC se entienden tanto Euskadi como Cataluña. 

¿Hay tiempo para que salga?

Siempre hay tiempo. En política un día es una eternidad. Sí es cierto que los tiempos legislativos son los que son, pero el Gobierno, por ejemplo, ya nos ha expresado su voluntad de querer aprobar cuatro leyes o empezar a negociar alguna historia. Y aquí hemos visto leyes que se han aprobado en diez días. 

Hablaba de Oskar Matute y le quería preguntar también si considera un error la inclusión de los etarras con delitos de sangre en las listas de EH Bildu. 

Ahorrable. En política es muy sencillo para la izquierda no dar excusas a la ultraderecha, que es muy previsible. Ya lo dijimos con los ongi etorri dándole la bienvenida a según quién. Sí que se podrían haber ahorrado la inclusión de esos nombres y me parece una buena decisión que hayan dado marcha atrás. Pero creo que lo que ha hecho la izquierda abertzale es una lección y ojalá ultraderecha o la derecha tomen nota y hablen de propuestas. Estoy convencido de que muchos ciudadanos quieren escuchar las propuestas de PP o de Vox y lo único que reciben es ETA y España. Me parece lamentable, sinceramente.

¿Entiende por qué se llegó a tomar esa decisión?

Le puedo asegurar que hay toda una generación de vascos que saben, más allá del dolor, de los crímenes y de lo que sucedió, que ETA ya no existe. La izquierda abertzale es una fuerza política muy potente, es la segunda fuerza municipal en Euskadi y en el Congreso ya ha demostrado su papel. Sería irrespetuoso por mi parte entrar en las dinámicas de cada espacio político. Para mí EH Bildu es una fuerza política amiga. De hecho, tenemos una coordinación que todo el mundo conoce y gracias a la cual han sido posible logros muy importantes esta legislatura. 

EH Bildu es una fuerza política amiga

¿Es el grupo parlamentario con el que más sintonía tiene? 

Sí, pero es lógico. Pero tengo una relación cordial con mucha gente. 

¿Nos sorprendería saber con quién?

No, a usted no, porque nos ve en el día a día. El Congreso es un centro de trabajo, te encuentras a mucha gente y tienes dos opciones, saludar o no saludar. Con Vox, evidentemente no, pero con el resto de grupos hay una relación cordial. A nivel de negociación hay sintonía con Unidas Podemos, Compromís, Mas País... Y luego hay gente con la que cuesta más como con los comunes, pero es algo casi atávico de ellos. A veces también pasa con el PSOE. Por ejemplo, el otro día hubo una intervención de una diputada del PSOE que me insultó y después compañeros suyos me pidieron disculpas.

¿Hasta qué punto pesa la sintonía personal en política? 

Como cualquier aspecto de la vida. Al final somos profesionales y en política que te lleves bien o mal con alguien no tiene por qué afectar a una ley. Hay gente que nos estará leyendo a la que no le cae bien su compañero de trabajo, su jefe o alguien de otro departamento, pero tiene que hablar con ellos cada día. Ahora sí que es cierto que yo, por ejemplo, que mantenía muy buena relación con Adriana Alastra eso facilitaba las cosas porque te lo dices toda la cara. Y eso es bueno a veces. Reconozco que me cuesta enormemente lo de tener que adivinar a la gente. 

A lo largo de la legislatura ha interpelado mucho al entendimiento de las izquierdas y también a esos votantes. ¿Diría que es más izquierdas o más independentista?

Para mí ambas cosas van muy vinculadas.

Tiene que elegir…

No, no voy a elegir porque no es un eslogan. Cuando me explicaron lo que era ser de izquierdas, me dijeron que el derecho a la autodeterminación es inherente a ello. Yo soy independentista porque creo que es bueno que una región se constituya como quiera su gente. Siempre pongo el mismo ejemplo, hace ochenta años ERC defendía la independencia de Cataluña y la jornada laboral de ocho horas. No comparto ese discurso de cierta izquierda que dice o eres de izquierdas o eres independentista. Yo lo que no soy es nacionalista, eso sí que que se lo aseguro. Lo llevo diciendo desde hace siete años. Respeto el nacionalismo humanista de por ejemplo, del Partido Nacionalista Vasco. Pero no lo soy. 

No comparto el discurso de cierta izquierda que dice que o eres de izquierdas o independentista

¿No le gusta que le llamen nacionalista? 

No es que no me guste, es que no me siento nacionalista. Me siento de izquierda, republicano, progresista, antifascista, independentista. Pero no nacionalista. En estos cuatro años, tanto EH Bildu como ERC hemos dado una lección a mucha izquierda del Congreso que se pensaba que íbamos a venir aquí a pasear una bandera. 

Escuchándole me da la sensación que a veces actúa un poco como el verso suelto de ERC, que no tiene el mismo discurso que otros dirigentes de su partido. ¿Lo es?

No, pero tampoco me siento incómodo con el calificativo. Sí que es cierto que yo nunca había militado en ningún partido o sindicato y aunque empecé en política hace siete años, hasta hace tres no me afilié. Soy muy consciente de que sin mi partido yo no sería absolutamente nada en política. Me siento muy orgulloso de representar a ERC, no es un discurso manido que me haya prendido de memoria, pero reconozco al principio me costó entenderlo.

¿En qué sentido?

Cuando llegas nuevo y ganas unas elecciones te llegas a creer que es por ti. Y no, a nosotros nos dan un Fórmula 1 extraordinario y tenemos que intentar no estrellarlo, pero si nos dan una bici pues no llegamos a ningún sitio. Por eso la kriptonita de los líderes de izquierdas es ese personalismo, esa ultra protección a veces también mediática, es lo peor que le puede pasar a alguien en la izquierda. 

¿Por quién lo dice?

Durante siete años he visto a muchos líderes que han estado demasiado tiempo en un reservado de un restaurante dejándose comer la cabeza. Y eso es malísimo. 

Pero al final siempre está ese elemento personal. Muchos votantes no saben quién compone una lista y votan más a la persona que la representa, a ese líder carismático. 

Sí. Si la izquierda no tiene un líder con carisma, buena oratoria, ideas, que genera ilusión y esperanza, no gana. Quien no entienda eso, que se meta en el PP. Para mí es un orgullo representar a uno de los cuatro partidos históricos que hay en este país. Está muy bien abrir Twitter y ver que tienes mil retuits, poner la tele y verte ahí o ir por la calle y que te hagan fotos… Pero esa no es la verdad. 

¿Qué retos tiene por delante ERC en la próxima legislatura? 

Avanzar en la resolución del conflicto político que sigue existiendo en Cataluña. Se pondrá sobre la mesa el referéndum, esa es nuestra propuesta.

La próxima legislatura ERC pondrá sobre la mesa la celebración del referéndum

El PSOE ya ha dicho que no la aceptará.

La noticia para mí sería que dijera que sí. Nuestro trabajo es intentar forzar a que eso suceda o a que, como mínimo, el PSOE diga qué propuesta tiene.

¿Qué le parecería una reforma del Estatut? 

No es nuestra propuesta, pero si es la del PSOE que la digan. Me parece bien que se hable de política, porque hasta hace poco se hablaba de otra cosa. Y también avanzar en la agenda social, como siempre. 

¿Quiere ser portavoz de la próxima legislatura? 

Todo depende de lo que pase en Santa Coloma. La distancia es amplia, estamos hablando de 17 regidores del PSC frente a 3 de ERC. Si avanzamos en nuestra representatividad, será una buena noticia. Y sí, me gustaría continuar. 

¿Qué hará cuando acabe su etapa en política institucional?

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Ufff (duda). Dormir, leer... no lo sé. Siempre pienso que es el último día. Sé que la gente no me cree, pero casi siempre me levanto pensando que igual me voy a mi casa y creo que es bueno pensar así. Hay un montón de cosas que me interesan. Los medios de comunicación me interesan, tengo un programa de entrevistas de hace tres años que me gusta mucho. 

¿Le gusta más entrevistar o ser entrevistado? 

Depende. Esta entrevista me está gustando porque te hace pensar. Pero hay entrevistas que le aseguro que no son nada divertidas y entrevistar a según quién es muy interesante. Espero seguir haciéndolo. 

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