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Javier Bustamante, investigador en Doñana: "Han agitado un avispero que estaba tranquilo"

Javier Bustamante, investigador de la Estación Biológica de Doñana y vicedirector responsable de la ICTS-Reserva Biológica de Doñana.

Javier Bustamante (1963) es biólogo ambiental y trabaja desde hace casi tres décadas la Estación Biológica de Doñana en el estudio de las aves y los humedales. Ahora ejerce como uno de los vicedirectores del centro y reconoce que este ha sido uno de sus peores años para la reserva natural desde su creación en 1964 porque la intensa sequía dificulta la reproducción de las aves y reduce la densidad de la vegetación. A ello se suma el intento de PP y Vox en el Parlamento andaluz de permitir la ampliación de las tierras regables alrededor del parque, un asunto aún sin resolver, un movimiento que califica de "error político". "Prometen un agua que sabemos que no existe", opina el investigador. 

Tras una de las primaveras más secas que ha tenido España, ¿cómo llega Doñana al verano? 

El año en general ha sido muy seco. Ha llovido muy poco en invierno y algo más en primavera, pero en general ha sido muy seco. Eso ha supuesto que la invernada de aves acuáticas fuera escasa y la reproducción muy pequeña, casi inexistente. Una gran mayoría de las especies de Doñana, sobre todo las que crían en el parque, dependen del agua, y si no hay no se reproducen, o lo hacen en números muy pequeños. La alternativa es que se busquen nuevos lugares para hacerlo. Es cierto que esta es una zona seca y las especies están acostumbradas a la falta de lluvia, pero este año el problema ha sido mayor y eso ha rebajado la productividad en el parque. Este año también habrá menos alimento de lo normal para la mayor parte de las especies.  

¿Qué especies son las que más han sufrido? 

Doñana tiene grandes concentraciones de garzas coloniales, cigüeñas, ibis morito y aves acuáticas, que se reproducen en el parque. Todas ellas dependen del agua y en algunos casos no se han podido reproducirse o lo han hecho en números mucho más bajos de lo normal. Es cierto que no a todas las especies de Doñana les ha ido mal porque algunas se benefician de una marisma seca. Esas no han tenido problemas para criar y se han reproducido de una manera normal.

¿Cómo afecta el cambio climático al parque? 

El valor de Doñana está en su variabilidad. El hecho de que haya años secos y años húmedos crea multitud de nichos que distintas especies explotan. El problema sería el que Doñana tuviese solo años secos o años húmedos porque en ese caso porque solo podrían vivir una serie de especies y la biodiversidad del parque y su valor caería. 

¿Cree que la sequía que sufre Doñana cambiará la reserva? 

Sí, seguro. Si el clima cambia en Doñana van a ser otras especies las que puedan vivir en él. A medida que avanza el cambio climático cabe esperar que se transforme en un ecosistema algo más árido. Es evidente que las temperaturas medias serán algo más altas y nos pareceremos un poco más a ecosistemas similares del norte de África. 

También es muy probable que el régimen de precipitaciones cambie. La AEMET prevé para los próximos 40 o 50 años una disminución de las precipitaciones entre un 10% y un 40%. También hay una posibilidad de ir hacia un sistema más extremo, algo como lo que ha pasado esta primavera. Hemos tenido precipitaciones torrenciales que erosionan el suelo y dificultan que el agua se filtre a los acuíferos  

El parque también sirve de oasis para las aves que viajan entre Europa y África. ¿Este año han llegado o buscan nuevos sitios de descanso? 

Doñana es un punto de descanso de la ruta migratoria del Paleártico Occidental, que conecta a poblaciones que crían en el centro y norte de Europa y luego invernan en África. Estas aves usan el parque como lugar de paso para descansar cuando viajan en primavera y otoño. El hecho de que Doñana esté seco en este momento supone que las especies o bien no paran, o paran durante periodos mucho más cortos, aunque medir hasta qué punto cambian su ruta no es fácil porque no todas viajan en grandes grupos.

Y desde el punto de vista de la vegetación, ¿cómo se encuentra Doñana en este momento? 

La vegetación depende de que la marisma tenga agua suficiente. Especies clave como la castañuela o el bayunco necesitan inundación y su productividad este año ha sido muy baja. Lo normal en estas fechas es que las marismas tuvieran un pastizal alto que se estuviese empezando a secar por la llegada del verano, pero este año la vegetación ha crecido poco y la densidad también es mucho más baja. Por ejemplo, los tubérculos de la castañuela sirven de alimento a los gansos, pero este invierno la cantidad de comida que tendrán, incluso aunque llueva, será mucho menor. 

En resumen, este año el parque está en una situación peor porque hay menos comida, muchas menos especies, la cría ha sido mala y la invernada ha sido mala. Desde luego no está siendo un buen año para Doñana. 

Con toda esta evidencia sobre el impacto de la sequía en el parque, ¿cómo es posible que en el Parlamento andaluz esté intentando ampliar el regadío en la zona? 

El acuífero que está bajo el suelo de Doñana es enorme y se extiende más allá de la zona protegida del parque. El que se apruebe una legislación que promete más agua o una ampliación de los regadíos es prometer un recurso que nosotros sabemos que no existe. 

La Confederación Hidrográfica Guadalquivir considera que el acuífero está ya sobreexplotado. Se supone que los trasvases de agua que habrá en el futuro servirán para reducir la extracción subterránea, pero si se aprueban más hectáreas de regadío aumentará la demanda humana y quedará menos agua disponible para las aves y el ecosistema. 

Eloy Revilla, director de la Estación Biológica de Doñana, y Miguel Delibes, presidente del Consejo de Participación, han acudido al Parlamento andaluz a defender el parque. ¿Cómo ha afectado la guerra política sobre Doñana a los científicos que trabajan cada día allí? 

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Hombre, pues nos sienta mal. Creemos que es un error político porque se ha agitado un avispero que estaba más o menos tranquilo. Es decir, siempre ha habido un conflicto entre la demanda de agua agrícola y la que tienen los ecosistemas, pero teníamos un cierto equilibrio. Han querido agitar el avispero prometiendo a los agricultores que se les va a traer agua, pero no se dice de dónde, y se les promete más hectáreas de regadío diciéndoles de alguna manera que si no se les puede dar agua nueva, podrán extraerla del suelo. Lo grave de todo esto es que no van a tener agua ni unos ni otros porque hay tan poca que el acuífero terminará colapsando. 

¿Cuál es el riesgo real de que Doñana colapse? ¿Crees que de aquí a diez años el ecosistema podría desaparecer? 

No es tanto que perdamos Doñana, pero sí se transformará. Hay que asumir que, en el mejor de los escenarios, el cambio climático seguirá presente unas décadas y eso cambiará el parque. Su valor será distinto, y tendremos que trabajar para que no se reduzca, pero creo que tenemos que aceptar que no todos los cambios serán positivos. Lo que hay que intentar es que los usos de la población no entren en conflicto con la conservación.

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