Javier Milei, el último brujo de la ultraderecha que cree en la magia de los mercados

Javier Milei junto al líder de Vox, Santiago Abascal.

Romaric Godin (Mediapart)

Con sus patillas y su melena, Javier Milei, el candidato que sorprendentemente se impuso este domingo en las primarias argentinas parece un cantante pop inglés de los años sesenta. No es casualidad, ya que a este economista de 52 años le encantan Winston Churchill, los Rolling Stones y, por supuesto, Margaret Thatcher.

El hombre que, en su juventud, jugó como portero profesional en el equipo Chacarita Juniors optó rápidamente por estudiar Económicas. Tras licenciarse en la Universidad de Belgrano, se incorporó al banco británico HSBC y al Foro Económico Mundial (el foro de Davos).

Pero en la década de 2010 se dio cuenta de que su terreno de juego serían los medios de comunicación. Sus críticas al mundo político argentino y a las decisiones económicas de sus representantes sedujeron rápidamente a los medios locales tanto como su brutalidad en el debate. Javier Milei se convirtió en una figura clave de la televisión y la radio argentinas, y pronto de Internet.

Javier Milei ha adoptado una postura libertaria en economía. Defiende las posiciones de la escuela austriaca, en particular las de Friedrich von Hayek, lo que le permite atacar frontalmente el estatismo del peronismo, como Cristina Kirchner, pero también la pusilanimidad de la derecha, como Mauricio Macri, presidente de 2016 a 2020.

En 2021, justo cuando Argentina se recuperaba de la crisis sanitaria, Javier Milei entró en política con el mismo leitmotiv. Apoyado por el influencer más conocido de Argentina, Emmanuel Danann, conocido por su anticomunismo visceral, consiguió ser elegido diputado.

Jugando con su reputación, su imagen de "perturbador" y "provocador" y su presencia en Internet, se convirtió rápidamente en una figura clave de la política argentina. Su principal argumento es sencillo: siempre ha estado "fuera del sistema". No procede de ninguno de los dos grandes bloques de la política argentina y siempre los ha rechazado. Incluso los ha reducido a un solo término, la "casta" contra la que quiere luchar. Esto le basta para forjarse la imagen de una alternativa real en un país donde la alta inflación es endémica.

Esta inflación es una bendición para Javier Milei. Es en la lucha contra la inflación donde los economistas libertarios creen tener una ventaja considerable. Para ellos, la inflación es necesariamente el resultado de una perturbación externa al intercambio, producto de la injerencia política en la economía.

En Argentina, sin embargo, ambos bloques no lograron controlar el fenómeno. Javier Milei ve en ello la prueba de que el rechazo del sistema político argentino pasa necesariamente por la revisión de su sistema económico, precisamente porque sus políticos siempre se han negado a hacerlo.

Un programa libertario extremo

Javier Milei hizo campaña sobre todo en cuestiones económicas, proponiendo un "big bang liberal al cuadrado". Su programa es extremadamente radical, aunque sea el breviario habitual de la escuela austriaca. El primer paso consiste en recortar drásticamente el gasto público. En un momento en que el FMI y el Gobierno discuten sobre la magnitud de los recortes presupuestarios, Javier Milei se burla de las exigencias del Fondo de Washington. "Lo que pide el FMI es minúsculo comparado con el plan de austeridad que propongo", declaró al Financial Times.

La reducción del gasto público irá acompañada de privatizaciones masivas, así como del fin de la gratuidad de la sanidad y la educación. En sanidad, los servicios gratuitos pasarán a ser de pago, y en educación, un sistema de "bonos" sustituirá al actual sistema obligatorio y gratuito.

Esta propuesta merece una mirada más atenta, ya que refleja la voluntad de mercantilización extrema del candidato argentino. Para él, el sistema escolar obligatorio es un fracaso. Por ello, propone dar "vales educativos" a los padres para que paguen escuelas que tendrán que competir entre sí para atraer al mayor número de alumnos y ser rentables. En lugar de financiar la oferta de educación, propone financiar la demanda para que las escuelas sean lo más competitivas posibles.

Por lo demás, el programa de Milei es clásico: máxima flexibilidad del mercado laboral, bajadas masivas de impuestos y una política monetaria ultrarrestrictiva. En este punto, Javier Milei llega a proponer la "dolarización" de Argentina, es decir, la sustitución del peso por el dólar estadounidense. Se trata de una perspectiva muy audaz, pero también muy peligrosa.

Hasta ahora, la dolarización ha sido el resultado de economías muy dependientes del flujo de capital estadounidense o de exportaciones en dólares. A menudo se trata de economías pequeñas, como Panamá o El Salvador. La mayor economía dolarizada en la actualidad es Ecuador, cuyo PIB es cinco veces inferior al de Argentina y que ha ido de crisis en crisis durante los últimos diez años.

Si Argentina adoptara el dólar, necesariamente se reduciría rápidamente la inflación, en la medida en que la oferta monetaria estaría determinada por el flujo de dólares y ya no por la política monetaria argentina. Pero esto obligaría al país a registrar superávit por cuenta corriente, lo que es más bien una excepción para este país (actualmente tiene un déficit del 0,7% del PIB), y a pagarse en dólares (en un momento en que el país depende cada vez más del comercio chino).

En general, para atraer dólares, los bancos argentinos tendrían que subir sus tipos por encima de los de la Fed (banco central estadounidense), y la economía quedaría a merced de la política monetaria estadounidense. La economía dependería entonces de los flujos de inversión extranjera y ya no tendría ningún control sobre su producción. Este es el tipo de problema que está desgarrando actualmente a Ecuador. Es cierto que el modelo de Javier Milei es Irlanda, lo que implica evidentemente un cambio radical de modelo económico para Argentina y grandes desequilibrios sociales.

En una entrevista con Financial Times publicada el 6 de agosto, Javier Milei lo dejó muy claro: "No existe el fracaso del mercado". Es, pues, un fundamentalista del mercado. Es un síntoma de un movimiento más amplio que está apareciendo en otras partes del mundo, como en Japón con el Partido de la Innovación (Ishin), que también podría causar sensación en las próximas elecciones generales japonesas de 2025, o en Francia con Éric Zemmour.

En la actual crisis del capitalismo, el viejo consenso neoliberal entre neokeynesianos, neoclásicos y libertarios se está fracturando. La parte libertaria se está volviendo cada vez más autónoma, acusando a la parte neokeynesiana de estar en la raíz de los fracasos actuales por la importancia que sigue dando al Estado y a los bancos centrales. El cripto movimiento ha lanzado esta crítica, que ahora se está convirtiendo en política. La solución a la crisis del neoliberalismo, que era un régimen en el que el Estado seguía siendo central, aunque al servicio del capital, es transformarlo todo en mercados.

Esta nueva derecha libertaria tiende a fusionarse cada vez más con ciertas obsesiones ultraconservadoras en el ámbito social. Javier Milei está en contra del aborto y de la educación sexual obligatoria, y propone resolver los problemas de seguridad liberalizando el porte de armas, "militarizando" las cárceles y deportando inmediatamente a los delincuentes extranjeros.

Un personaje problemático pero muy popular

Javier Milei es un personaje muy especial. En un libro publicado en julio titulado El Loco, el periodista Juan Luis González relata las obsesiones esotéricas del candidato. Traumatizado por la muerte de su perro Conan en 2018, se propuso clonar seis canes. Curiosamente, cuatro de los canes llevan los nombres de los economistas mentores de Milei: Murray (por Murray Rothbard, el economista anarcocapitalista discípulo de Ludwig von Mises), Milton (por Milton Friedman, el padre del monetarismo), Robert y Lucas (por Robert Lucas, el fundador de la escuela de los Nuevos Clásicos).

Uno de los seis cachorros ha muerto y ahora actúa como "canal de luz", lo que le permite hablar con economistas muertos o recibir visitas de Cristo. Se dice que su hermana Karina, tarotista entre otras cosas, desempeña un papel importante en la vida del libertario.

Este aspecto se suma a otros aún más inquietantes. Las acusaciones se sucedieron en plena campaña, desde las de venta de candidaturas hasta las de una joven militante a la que supuestamente ofreció ascender en el partido a cambio de favores sexuales.

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Pero todas estas acusaciones no han cambiado nada. Incluso parecen reforzar el carácter "diferente" y "provocador", y por tanto "antisistema", de Javier Milei, muy popular entre los jóvenes. Y es sobre ellos, como sobre las poblaciones olvidadas de las provincias rurales, que construyó el 30% que obtuvo en las primarias del domingo 13 de agosto.

En algunos casos, el rechazo al sistema es tan fuerte que todo lo demás pasa a un segundo plano. Javier Milei se aprovecha de ello. Comparado a menudo con Jaïr Bolsonaro o Donald Trump, el argentino es en realidad de otra naturaleza. Recuerda más al presidente salvadoreño pro Bitcoin Nayib Bukele. Es un auténtico extremista del mercado, mientras que el brasileño y el estadounidense podrían criticar aspectos del neoliberalismo.

En cierto modo, es la siguiente fase de la extrema derecha en el contexto de la crisis neoliberal: crítica económica radical del Estado al servicio del orden social y del capital nacional. Por el momento, es una excepción. Pero está a las puertas de la Casa Rosada, sede de la presidencia argentina. Y su éxito podría emularse en otros lugares, incluso en Europa.

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