LA NUEVA LEGISLATURA

La batalla por la Presidencia del Congreso marca el rumbo de una legislatura incierta

Vara, Narbona, Sánchez y Armengol, en el Congreso.

350 papeletas en blanco. Y una urna por la que pasa el futuro más inmediato de España. Las Cortes Generales se constituyen este jueves con la principal incógnita de quién asumirá la Presidencia del Congreso y controlará la Mesa de la Cámara Baja. Una primera votación que anticipa cómo será esta legislatura o, incluso, si se abre el camino a una repetición electoral por falta de acuerdos.

El 23 de julio dejó un mapa político muy fragmentado, con los bloques muy empatados y con una aritmética endiablada. Y llega la hora de la verdad con la primera gran votación. Todo está en el aire, y se mira principalmente a Junts, que tiene la llave para hacer decantar la balanza a favor de los progresistas o puede dejar que las derechas se hagan con el control del principal órgano del Congreso.

El Palacio de la Carrera de San Jerónimo vive este jueves una de las votaciones más emocionantes (a partir de las diez de la mañana) y que sirve de tráiler para la legislatura. Y es que el PSOE y Sumar pretenden atar una mayoría progresista en la Cámara Baja a través de la figura de Francina Armengol. La expresidenta de Balears reúne muchos puntos para atraer a nacionalistas e independentistas: feminista, ecologista, experimentada en gobiernos de coalición y con especial sensibilidad territorial.

Pero no las tiene todas consigo. Por el momento, el bloque progresista sale potencialmente a la votación, con 171 escaños del PSOE, Sumar, ERC, EH Bildu, PNV y el BNG. Las derechas parten con la misma posición de 171 votos con el PP, Vox y UPN. Y entran en juego dos variantes: los siete diputados de Junts y la única parlamentaria de Coalición Canaria (Cristina Valido). Alberto Núñez Feijóo ha puesto a correr en la carrera a Cuca Gamarra por la Presidencia del Congreso.

Junts decide 'in extremis'

Junts piensa mantener la tensión hasta la propia sesión de constitución porque su voto no se decidirá hasta la reunión de la Ejecutiva que arranca a las 8 de la mañana de manera telemática. Será clave la posición que adopte el expresidente catalán Carles Puigdemont, eurodiputado prófugo que huyó de España tras el 1-O. El gran dilema es si quiere dinamitar el escenario político desde el principio o si prefiere hacer valor la influencia que le da la aritmética. 

En el PSOE hay absoluto silencio y se apela a la discreción para llegar a buen puerto la negociación, ya que ha habido muchos movimientos fuera de los focos (también están muy implicado al máximo nivel Yolanda Díaz y Jaume Asens por parte de Sumar). Los socialistas entienden que a Junts no le interesa repetir elecciones y, además, sería muy difícil explicar en Cataluña que se permite gobernar al PP con la ultraderecha. Además, esgrimen que en esa comunidad será casi imposible defender esa postura por parte de los de Míriam Nogueras tras unos comicios que auparon de manera abrumadora al PSC, con más de un millón de votos y con más diputados que todo el soberanismo, quedando también Sumar en segunda posición por delante del soberanismo.

Por el momento, Pugidemont dejó ver en un tuit este miércoles que “hacen falta hechos comprobables”. Los socialistas han deslizado varias bazas para atraer al independentismo y al nacionalismo, como la promesa de Pedro Sánchez de promover las lenguas cooficiales en las instituciones europeas (aprovechando que España ostenta la Presidencia rotatoria de la UE). Y también el PSOE y Sumar tienen entre sus manos la posibilidad de dar grupo parlamentario propio a Esquerra y Junts, que no cumplen todos los requisitos para ello.

Si la izquierda no logra armar la mayoría necesaria para controlar la Mesa del Congreso, el panorama se volvería muy complicado para una futura investidura de Pedro Sánchez, ya que el PP tendría los órganos de control del Congreso y del Senado, además de formar parte de los Ejecutivos en doce autonomías. 

La complicada investidura

La votación de este jueves también sirve para palpar los posibles apoyos de cara a la investidura. Una vez constituidas las Cortes, llega el turno de la ronda de consultas que debe convocar Felipe VI, quien debe designar al candidato, en virtud del artículo 99 de la Constitución Española. 

Y el papel del rey ya está sobre la mesa ante el escenario de que quieren intentar la investidura tanto Feijóo como Sánchez. El texto constitucional no especifica ningún criterio ni plasma que debe ser el más votado, como intenta hacer ver el Partido Popular. Por eso, el presidente en funciones pidió a los populares que dejen de presionar al propio monarca. En cambio, el líder de los conservadores mostró el miércoles ante sus diputados y senadores de que será él el elegido para ir la votación: "No tengo ninguna duda de que el rey actuará como ha hecho siempre, de acuerdo a la ley, ejerciendo sus competencias constitucionales y al servicio de España y los españoles".

La batalla por la Mesa del Congreso supone un primer test de estrés para las futuras mayorías. En el PSOE están convencidos de que si se hacen con la Mesa del Congreso, pueden lograr la investidura y tener una legislatura de cuatro años, ya que la mayoría del PP en el Senado no supondría un gran impedimento. Además, la intención del PSOE y de Sumar es una legislatura más centrada en profundizar y aterrizar las leyes de los años anteriores y no mantener un ritmo legislativo tan frenético (más de 215 iniciativas aprobadas en las Cortes).

Pero si no logran la Presidencia del Congreso, la legislatura naciente se complica desde el primer día de cara a esa investidura. El aspirante a presidir el Gobierno necesita mayoría absoluta en la primera ronda. De no lograrla, tiene que ir a una segunda votación 48 horas después donde le valdrían más ‘síes que noes’. 

En busca de los números

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A Feijóo no le salen las cuentas en estos momentos, pero Sánchez tiene que lograr que Junts le diga que sí. Las condiciones de amnistía y referéndum de las que habla Puigdemont no son aceptadas por los socialistas. Después de un primer intento, hay dos meses para intentar que algún aspirante consiga las votos. Si no, se tendrían que repetir las elecciones (como pasó tras las de 2015 y las de 2019).

Hasta la fecha, Sánchez ha trasladado en privado a su partido que no quiere ir otra vez a elecciones y que la democracia encontrará la manera de armar esa mayoría de corte progresista que responda a los resultados del 23J, donde la izquierda logró resistir frente a los augurios de las encuestas que vaticinaban una mayoría más holgada del Partido Popular y de Vox.

Durante estas semanas el PP ha tratado de cortejar a otros partidos, pero sólo ha logrado atraer a Vox (inmerso en una crisis interna y que promete dar sus votos sin entrar en el Gobierno con los populares) y de UPN. Coalición Canaria no ha decidido todavía, a pesar de que Génova 13 siempre incluye su sí. Trató de sumar al PNV, pero los de Iñigo Urkullu han dicho rotundamente ya dos veces que no, evitando estar en una fotografía junto a la ultraderecha que sería perjudicial para los nacionalistas vascos de cara a las próximas elecciones autonómicas, con un EH Bildu en ascenso.

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