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Feijóo cede a la estrategia de Ayuso: irá a Barcelona aunque intentará no salir en la foto de Abascal

Cuca Gamarra, Alberto Núñez Feijóo y Elías Bendodo, este lunes en la sede del PP.

A Alberto Núñez Feijóo no le gustan las protestas en la calle. Durante sus trece años como presidente de la Xunta siempre las trató con desdén y no consta que alguna vez en toda su vida se haya situado detrás de una pancarta. De ahí que la decisión de acudir a la que tendrá lugar en Barcelona el próximo domingo en contra de la amnistía tenga algo de resignación. 

El líder del PP, después de varias semanas de incertidumbre, cede a la presión de la derecha mediática que le exige acudir. Y se pone en la estela de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que con mucho más entusiasmo que él ya anunció desde el primer momento que estaría presente en Barcelona y que movilizaría al PP de Madrid para reforzar la asistencia a la manifestación. 

Feijóo acudirá, según confirmó en rueda de prensa el coordinador general de su partido, Elías Bendodo. Pero hará lo posible para evitar una foto con Santiago Abascal, el líder de Vox. “Feijóo va a ir, pero va a dejar el protagonismo a los que deben tenerlo, que son los convocantes, que es la sociedad”, justificó Bendodo. “Asistirá a la manifestación del 8 de octubre en Barcelona como un ciudadano más, como un español más preocupado por ante una investidura de Sánchez basada en una amnistía y un referéndum en Cataluña”. 

El PP ha decidido parapetarse en la necesidad de dar protagonismo a los organizadores, Societat Civil Catalana, para evitar que su líder tenga que participar en la protesta codo con codo con Abascal. Una fotografía que el líder de Vox lleva buscando, sin éxito, desde la llegada del expresidente de la Xunta a la sede de la calle Génova. Y eso que, admite el número tres del PP, su partido cree “que es el momento, sin ambages, de defender con todas nuestras fuerzas la igualdad, la Constitución y el respeto a nuestro actual marco de convivencia”.

No ceder protagonismo

En el trasfondo de esta decisión está el convencimiento por parte de Génova de que ni el PP ni Feijóo tienen margen para ceder protagonismo a la extrema derecha en plenas movilizaciones contra el independentismo. Sobre todo con la posibilidad de una repetición electoral encima de la mesa que la derecha ha convertido además en su principal objetivo.

Pablo Casado tomó la misma decisión en la segunda manifestación de la Plaza de Colón, la celebrada en junio de 2021 en contra de la concesión de indultos a los condenados por el procés. Igual que Feijóo ahora, se escudó en la necesidad de dejar todo el protagonismo a la sociedad civil y, en coherencia con esa decisión, limitó su participación a un recorrido en segundo plano en el que ni siquiera llegó hasta la cabecera de la concentración. 

Lo de Casado no salió bien. Abascal se hizo con gran parte del protagonismo, igual que Ayuso. Y el PP no consiguió rentabilizar su participación en un acto dominado de principio a fin por voces de la extrema derecha.

Eso es, precisamente lo que más temen en Génova. “Queremos lanzar un mensaje de alerta: los enemigos de la convivencia, los enemigos de España y del orden constitucional, están a las puertas para tomar las instituciones centrales del Estado”, declaró Abascal este lunes. Por eso, “animamos a todos los españoles a acudir de manera masiva este domingo a Barcelona“ a pedir, también, “la ilegalización de los partidos separatistas que siguen siendo tolerados a pesar de que intentan atacar por todas las vías el fundamento mismo de la Constitución”.

Competencia

PP y Vox, más allá de la entente cordial que escenificaron durante la investidura fallida de Feijóo, empiezan ahora una competencia por los votos de la derecha con la vista puesta en una hipotética repetición electoral. El PP buscará protagonismo este martes en el Senado, donde ha programado un debate sobre la amnistía y la autodeterminación, y en la Zarzuela, a la que Feijóo acudirá para denunciar la hoja de ruta que, según él, planea transitar Pedro Sánchez si obtiene el encargo de la investidura.

Lo confirmó Bendodo en rueda de prensa después de la reunión semanal del Comité de Dirección del PP. Feijóo acudirá a la ronda de contactos con Felipe VI a exponer al rey, con “firmeza y claridad”, que “hay principios que, en democracia, no son ni deben ser negociables nunca”. Como “romper la igualdad de todos los españoles, romper la Constitución, enfrentar a los ciudadanos”, crear “territorios de primera y de segunda” o privilegiar a “unas comunidades autónomas sobre otras”. “Y, por supuesto, no es negociable un referéndum unilateral de independencia y una amnistía que quiebra la división de poderes y es una enmienda a la totalidad a la justicia en España. Es hora de defender con toda la contundencia posible esos valores fundamentales básicos”, advirtió.

Feijóo va a acudir a la audiencia con el rey, confirmó, “con esa misma claridad de ideas y de principios que ustedes vieron en el Congreso de los Diputados la semana pasada, para defender una España de ciudadanos libres e iguales, vivan donde vivan”.

“Entenderán que la situación en la que se encuentra a nuestro país es preocupante. Lo difícil y responsable es saber decir que no cuando se atropella el sentido común y los valores básicos en cualquier marco de convivencia”. Eso es lo que “expresará el presidente Feijóo en la audiencia con su majestad el rey”: que “hay algo mucho peor que la amnistía, que ya de por sí es grave, que es la impunidad”. “¿Dónde estamos hoy?”, se preguntó Bendodo. Solo hay dos opciones: amnistía o nuevas elecciones el 14 de enero”. 

El test de Vox

De la competición que empieza ahora entre PP y Vox son muy conscientes los de Abascal. Su secretario general, Ignacio Garriga, no utilizó esas palabras, pero anunció este lunes la decisión de la extrema derecha de poner a prueba la radicalización que el PP escenificó durante la investidura con propuestas sobre educación que se sumarán al órdago lanzado a Feijóo para que suprima el derecho a expresarse en gallego, euskera y catalán en determinadas situaciones dentro del Senado, donde su formación tiene mayoría absoluta. 

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Vox presentará iniciativas de manera coordinada en los parlamentos en los que tiene representación (todos menos el de Galicia) y al PP allí donde comparten o apoyan al gobierno (Castilla y León, Comunitat Valenciana, Balears, Extremadura, Aragón y Murcia). El objetivo, “abordar el gran fenómeno del adoctrinamiento en muchas regiones España”. 

La extrema derecha quiere poner el foco primero en los libros de texto, en los observa “un alto contenido ideológico, un alto contenido de manipulación donde directamente se miente sobre realidades biológicas, científicas, antropológicas e históricas. Ha llegado el momento de decir basta”, subrayó Garriga, y Vox se propone arrastrar al PP también en esa dirección. 

Pero los de Abascal no se quedarán ahí. Quiere empujar al PP a promover el pin parental en la educación, para que los padres puedan vetar contenidos que consideran contrarios a sus creencias. Cualquier, según Garriga, que sea “afectivo, sexual, ideológico o de cualquier de cualquier índole”. “Es algo que el Partido Popular no combatió cuando tuvo la oportunidad”, subrayó el número dos de Vo. Ahora su partido “va a hacer todo lo que esté en su mano” para conseguirlo.

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