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"Le recordaré siempre llorando y riendo": amigos y familiares homenajean al periodista Ramón Lobo

Arturo Pérez-Reverte en el homenaje a Ramón Lobo.

Ramón Lobo murió hace dos meses, pero su recuerdo sigue más vivo que nunca. Así se ha demostrado en el homenaje que se le ha brindado este domingo en una Sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes de Madrid llena a rebosar de personas que querían, apreciaban y admiraban al legendario periodista de guerra, fallecido el pasado 2 de agosto a consecuencia de un cáncer a los 68 años.

Lobo fue uno de los grandes reporteros de conflictos de los últimos años en España. En su dilatada carrera, sobre todo en el diario El País, cubrió guerras en lugares como Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Albania, Chechenia, Irak, Argentina, Haití, Ruanda, Nigeria, Guinea Ecuatorial, Sierra Leona, Uganda, Congo, Zimbabue, Namibia y Filipinas. Tras su despido de El País, pasó a colaborar en varios medios, entre ellos infoLibre, donde fue columnista y analista, y tintaLibre.

En sus reportajes, Lobo intentó dar voz al dolor de las víctimas de los conflictos, desde una perspectiva humana y cercana, siempre del lado de quienes sufren. Pero además de su faceta periodística, los asistentes al acto han querido homenajear su faceta más personal, celebrar su amistad y contar algunas de las anécdotas que vivieron con él. Para ello, salieron al escenario muchos de sus amigos más cercanos, entre ellos, el presentador del programa radiofónico A vivir que son dos días, Javier del Pino, el periodista de El País Guillermo Altares, el reportero de guerra Gervasio Sánchez (a través de un vídeo) o el escritor Arturo Pérez Reverte. Aquí puedes leer cómo hemos seguido el homenaje en directo en X (antes Twitter):

El homenaje comenzó con la proyección de una entrevista inédita, grabada en 2021, donde Lobo recuerda algunas de las vivencias que le marcaron para siempre en el ejercicio de su profesión y daba una de las claves para sus reportajes bélicos: "Hay que pasar del libro de estilo y escribir sobre la gente".

Tras la proyección, amigos y familiares del periodista iban, uno tras otro, saliendo al escenario para dedicarle unas palabras y homenajearle. Una de las primeras en hacerlo fue la periodista Maribel Núñez, que recordó su "sentido revolucionario" y su amistad: “Fue un amigo para toda la vida. Todavía hoy pienso que voy a recibir un mensaje suyo. No creo que esté muerto. Lo llevo en mi corazón y me inoculó muchísimos venenos”.

Tras ella fue el turno de Manuel Saco, autor de uno de los obituarios más sentidos de Lobo y al que el reportero de guerra consideraba como un hermano mayor. "Gracias al Whatsapp los amigos nos dijimos lo que casi nunca nos atrevemos: Te quiero, hermano. Y nuestras conversaciones están llenas de te quiero”. También recordó que "un tercio de nuestros mensajes de Whatsapp eran gatos sonriéndonos. De lo que no hablábamos era de Kierkegaard. Quizá otro tercio de nuestro WhatsApp eran comidas y bebidas. Era un bon vivant y un cocinillas. Y yo, su chef de guardia”.

Otro de sus grandes amigos, Gervasio Sánchez, también reportero de guerra, entró vía vídeo para recordar la entereza de Lobo ante la muerte: "Nunca olvidaré su manera de enfrentarse a la muerte. Fue una gran lección de dignidad, con una gran capacidad para sobrellevarla. No fue un cobarde muriendo. Fue un gran valiente", aseguró Sánchez.

Tampoco faltó al homenaje el escritor Arturo Pérez-Reverte, otro de los grandes periodistas de guerra españoles que compartió con Lobo algunos de los conflictos que cubrió. “Era valiente, gruñón, tierno, muy divertido y efectivamente contaba chistes francamente malos. Le recordaré siempre llorando y riendo. Supongo que estará en ese lugar donde van, cuando los matan o se mueren por fatiga de materiales, los viejos reporteros valientes”.

Uno de los momentos más especiales del homenaje fue cuando sus compañeros del programa de la Ser A vivir que son dos días, en el cual Lobo colaboraba todos los fines de semana, recordaban cómo el periodista llegaba al estudio cada mañana con churros y porras, dispuesto a “tocar los cojones al poder”, en palabras de su productora, porque si no molesta al poder, “no es periodismo”. También le homenajeó el director del programa y buen amigo de Lobo, Javier del Pino.

El día en que no murió Ramón Lobo

También quiso recordar al periodista Nieves Concostrina, divulgadora histórica en la Ser y la encargada de organizar el entierro de Lobo en el cementerio civil de La Almudena, que consistió en una visita guiada por tumbas que Lobo seleccionó antes de su muerte. "Morir no es un problema cuando has vivido, decía Ramón” y “tampoco cuando dejas a tantos amigos que te recuerdan”, rememoraba Concostrina.

Ya llegando al final del homenaje, llegó la música de la mano de la pianista Isabel Puente, que interpretó Claro de Luna, de Claude Debussy, obra que Lobo escuchó de una de las mujeres con las que coincidió en un hotel en uno de sus múltiples viajes como enviado especial.

Por último, cerró el acto el "hermano pequeño" de Ramón Lobo, el periodista de El País Guillermo Altares, el cual ironizó sobre la propensión del reportero para meterse en líos y recordaba que solía decir que era un milagro "que nunca nadie me haya dado una hostia". Además, alabó cómo Lobo “nunca trató de contar de manera simple algo complejo. Ni siquiera en los 140 caracteres de Twitter. Siempre enfrentó la complejidad desde la complejidad”.

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