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IGUALDAD

Irene Montero y su equipo reivindican su legado: "Millones de mujeres tienen una vida con más derechos"

Irene Montero y su equipo en el acto 'Algo hacremos hecho'.

A media tarde del jueves, decenas de mujeres hacían cola en la calle Alcalá número 37, en pleno corazón de Madrid. Algunos turistas se detenían, curiosos, preguntándose si no tendrían ellos también que sumarse a quienes esperaban pacientemente quién sabe qué. En realidad quienes allí se agolpaban eran periodistas y representantes de organizaciones feministas aguardando su turno para atravesar las puertas del Ministerio de Igualdad. Por última vez en esta legislatura y por última vez con Irene Montero como anfitriona. La ministra en funciones tomó la palabra frente a decenas de ojos para "rendir cuentas" de las políticas desplegadas en los últimos cuatro años. En el centro del escenario, arropada por todo su equipo y con la certeza de que "el feminismo ha sido el motor democrático de este Gobierno". 

"España es hoy otro país" y la vida de "millones de mujeres es una vida con más derechos e igualdad", resumió la ministra, ante una enorme lona morada engalanada con el lema "Algo habremos hecho". En primera fila, la mirada cómplice de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. "El Ministerio de Igualdad nunca ha estado solo y ha sido por compañeras como Ione Belarra", concedió Montero.

La ministra en funciones enumeró uno a uno los avances feministas que han nacido de las entrañas del ministerio, pero también los retos que no han encontrado cobijo a lo largo de la legislatura. "Cada derecho conquistado nos sirve para ver que quedan muchas cosas por hacer", reconoció Montero. "Transformar no sólo significa cambiar la vida de las personas, sino saber que queda camino por andar". Ese camino tiene diversas paradas: desde la ley de trata, pasando por una ley antirracista, la regularización de las personas migrantes y la modificación de la ley de extranjería, citó la ministra. 

También se quedan atrás las personas no binarias, probablemente las grandes olvidadas de la contienda por los derechos LGTBI. Montero se detuvo en "el enorme dolor y la carga de transfobia que han sufrido las personas trans, especialmente las realidades no binarias" y reiteró su compromiso: "Si nos quieren ridiculizar por decir todes, que lo hagan". 

Los avances, añadió la ministra, no terminan cuando el Boletín Oficial del Estado "pone negro sobre blanco" el pleno reconocimiento de derechos. En un contexto de ofensiva ultra, las conquistas pueden "caer como un castillo de naipes". "Llegamos a este ministerio con memoria. La memoria no es sólo una obligación y seña de identidad de las feministas, sino también lo que nos ha permitido mantenernos en pie en los momentos más difíciles", clamó Montero. Cada feminista que les ha precedido ha sido víctima de "violencia política" y del constante "intento de disciplinamiento".

Un fenómeno que encuentra sustento en todas las esferas. Montero reconoció su falta de expectativas respecto a la derecha, pero se preguntó "cómo es posible que haya tantos sectores progresistas que vean con claridad la ofensiva reaccionaria desde el poder político, mediático y judicial cuando se trata de la amnistía, y que le hayan comprado el relato a esos sectores reaccionarios cuando se trata de consentimiento. ¿Por qué en este país se puede hablar con claridad de derecha judicial pero a las feministas se nos castiga por hablar de justicia patriarcal?", se preguntó.

La ministra en funciones concluyó recordando lo fundamental de mantener vivo un movimiento transformador como el feminismo, también dentro de las instituciones. "Nuestros derechos son urgentes y llevamos demasiados años esperando. Cada vez que nos digan que el feminismo incomoda o pone en riesgo los gobiernos progresistas, les responderemos que no hay gobiernos progresistas ni procesos democráticos sin la lucha de las mujeres a la vanguardia. Que no se conquista un solo gobierno progresista sin la participación de las mujeres y de las feministas". 

Consentimiento y derechos LGTBI

Si la ley del sólo sí es sí estuvo presente, fue también en la voz de la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, quien de manera clara reprochó a los socialistas su tibieza durante una de las mayores crisis de la legislatura: "Lamentamos que el Grupo Socialista" pactara la "contrarreforma de la parte penal" de la ley y "no aguantara ni seis meses la presión, cuando en 2004 aguantó años la presión mediática, judicial y de la iglesia" tras haber sacado adelante la Ley integral contra la violencia de género.

La delegada confrontó con las voces críticas y recordó que si algo ha demostrado el #SeAcabó de Jenni Hermoso, es que "sólo sí es sí, aunque no haya heridas". Y aunque "sea demasiado tarde" para la parte penal de la ley, "no es demasiado tarde para enfrentar esa reacción". "La impunidad se acabó. Queda mucho por hacer, pero la política de impunidad, que no eran fallos del sistema sino el propio sistema, ya se acabó. Y ahora España es otra", concluyó Rosell.

La directora general de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, Boti García Rodrigo, evocó durante su intervención el día en que vio por primera vez las banderas trans y arcoíris ondeando en la fachada del ministerio. "Supe de repente que era la traducción más exacta de lo revolucionario que era este ministerio", clamó. El ministerio de "las primera veces", pero también el de "escucha y acompañamiento", el de "cimientos y certezas" y el de "las puertas abiertas". "El mejor ministerio que pudieron soñar las personas LGTBI. El ministerio de la ministra valiente que quiso crear una Dirección General inédita" y la ministra que "se dio infatigable a la tarea de conseguir lo antes posible" una Ley trans. Tras cuatro años de avances, pero también de enquistados debates en torno a los derechos del colectivo, para la directora general "lo que importa es que este ministerio ha sabido cogerse de la mano de las personas LGTBI y que esto no ha hecho más que empezar". 

Mujeres haciendo política

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Cuatro años después de que se gestara el equipo que daría forma al Ministerio de Igualdad, cuyo futuro es hoy una incógnita, Ángela Rodríguez Pam destacó el "sentimiento de serenidad" compartido por saber que se han "hecho las cosas" a las que se comprometió el departamento. "O todo lo que nos han dejado hacer, o todo lo que los límites humanos nos han permitido", añadió la secretaria de Estado de Igualdad. Sin embargo, mientras todo lo que salía del ministerio "se convertía en realidad", caía sobre ellas "un castigo ejemplarizante" por el hecho de ser mujeres.

En estos cuatro años, la feminista pontevedresa ha destacado especialmente por verbalizar la violencia específica que ha recaído sobre sus hombros y los de sus compañeras. "Lo primero por lo que nos critican no fue por el ministerio", rebobinó, sino por la celebración de un cumpleaños. Fue en febrero de 2020. "Una parte de la sociedad piensa que cuando hay un grupo de mujeres haciendo algo, es porque son amigas y no hacen nada más. Y eso mereció ser ridiculizado a nivel nacional", reflexionó la secretaria de Estado.

Pero todos los dardos lanzados, en realidad, no iban desencaminados: "Es verdad que ella [Irene Montero] es la mujer de, es verdad que soy gorda, es verdad que somos jóvenes y que hemos tenido trabajos precarios", enumeró, hechos que no hacen sino dar cuenta de que el ministerio representa a "un grupo de mujeres bastante normal". Y eso, agregó Pam, "es algo que algunos no han podido soportar". Frente a la violencia, la secretaria de Estado de Igualdad presume de la impronta feminista que dejan los suyos y de las lecciones aprendidas. "Sí, algo habremos hecho: ser mujeres haciendo política".

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