La situación en la derecha
La paradoja Ayuso: la voz más radical del PP es también la que se desmarca de la violencia y el golpismo
“No estamos en golpes de Estado, no necesitamos esto”. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no necesitó este lunes que nadie le preguntara por el manifiesto, desvelado por infoLibre, en la que un grupo de militares españoles retirados piden a sus compañeros en activo que destituyan al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Todo lo contrario de su jefe de filas, el otrora conocido como moderado Alberto Núñez Feijóo, que a día de hoy sigue sin referirse a este asunto. Su número tres en el partido, Elías Bendodo, intentó el viernes minimizarlo con un comentario tan desdeñoso como significativo: “Yo no tengo nada que decir sobre esas cosas, qué quiere que le diga”, respondió cuando le preguntaron.
La paradoja es que Ayuso, impulsora desde hace años del discurso más radical del Partido Popular, ha sido mucho más clara. Y no es la primera vez que lo hace, contrastando así su posición con la de Feijóo, siempre ambiguo en la condena del extremismo de la derecha.
“Quiero aprovechar para rogar a los militares retirados que han firmado esa carta y a todo el mundo que operemos desde la razón, porque no estamos en golpes de Estado, no necesitamos esto. Creo que esos comunicados no ayudan”, subrayó en una intervención pública en un acto organizado por el diario digital conservador Vozpópuli.
“Lo que tenemos que hacer”, añadió abundando en un discurso claramente distinto del de Feijóo, “es trabajar por la razón y por la verdad, porque Sánchez ya ni siquiera intenta aparecer demócrata, quiere dinamitar la convivencia y levantar ese muro que nos separe entre españoles”.
No es la primera vez que la presidenta de Madrid reacciona sin ambigüedad allí donde el líder del PP se muestra ambivalente. Ha pasado en relación con las manifestaciones impulsadas por la extrema derecha a lo largo de los últimos días en las que los participantes corean consignas fascistas, xenófobas y homófobas frente a la sede del PSOE en Madrid y una parte de ellos se enfrenta violentamente con la Policía.
Feijóo, con la boca pequeña
Cuando todo comenzó y Feijóo callaba, Ayuso utilizó una sesión de la Asamblea de Madrid para manifestar una posición que no dejaba lugar a dudas: “Quiero condenar los hechos ocurridos en la tarde de ayer en Madrid, donde unos grupos de ultras rompieron con una manifestación totalmente pacífica por las calles”, proclamó por propia iniciativa, sin que hiciese falta preguntarle. “Por eso, lo primero que quiero hacer es también mostrar mi respaldo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y condenar estos actos vandálicos”, añadió. “Espero, de hecho, que sean detenidos y juzgados cada uno de ellos, como también apoyar a quienes se manifiestan pacíficamente en defensa de su democracia”.
El líder del PP, en cambio, se resiste a hacerlo. Desde que comenzaron las protestas, y la violencia frente a las sedes socialistas, Feijóo se refugia en la fórmula de condenar “todas las violencias”, la misma que durante años utilizó una parte de la izquierda abertzale para no pronunciarse en contra de los atentados de ETA. Sus palabras siempre dejan traslucir que, en realidad, considera que el culpable de que haya fascistas acosando las casas del pueblo de los socialistas es el propio Sánchez.
Este mismo lunes, en una entrevista publicada por el diario El Mundo, insistió abiertamente en esa idea: “El problema es que el Gobierno está alentando la violencia, porque la está amnistiando. Es muy difícil que no haya personas ultras, gamberros, profesionales de los altercados y de la crispación, que crean que sus acciones quedarán exoneradas también. Decir que se está en contra de la violencia y a la vez amnistiar a los violentos es de un fariseísmo propio de las sagradas escrituras”. Para negarse, a continuación, a pedir a sus socios de Vox que dejen de alentar esas protestas y limitarse a decir que el PP no va a participar. “Si hay algún ciudadano que quiera hacerlo, se lo desaconsejamos”.
La estrategia de Ayuso no es una casualidad. Como ya sucedió con Pablo Casado, la presidenta de Madrid y su equipo mantienen un discurso nacional con el que buscan marcar el camino a seguir a la calle Génova y a la vez dibujar un perfil propio, diferente del líder del partido.
Casado y su equipo no llevaban bien esta actitud de la presidenta madrileña, que consideraban una amenaza, pero cuando intentaron hacerle frente acabaron siendo barridos por la rebelión interna que dio paso a la llegada de Feijóo la dirección nacional.
Mirar para otro lado
El nuevo líder optó desde el principio por un enfoque radicalmente diferente. Concedió a Ayuso todas sus demandas, en especial el liderazgo del PP madrileño. Y ahora mira para otro lado cuando la lideresa desborda el discurso oficial pidiendo la ilegalización de Bildu, hablando de que España se ha convertido en una dictadura o cuestionando su estrategia.
El propio Feijóo disculpó este lunes el insulto de “hijo de puta” que Ayuso dedicó a Pedro Sánchez la víspera de su investidura. “No le voy a dar yo lecciones a la presidenta de la Comunidad de Madrid de lo que debe de hacer. Yo no soy ni su tutor ni su censor”, aseguró a pesar de que, previamente, había afirmado que “el PP no debe pasarse de la raya. Los insultos son la ausencia de razones, y a mí no me gusta practicarlos”.
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Con su actitud frente a la violencia y el golpismo, Ayuso exhibe además su libertad de movimientos frente a Vox, que está detrás de esos discursos. Una independencia que Feijóo no puede permitirse, preso de los pactos que ha sellado con la extrema derecha para gobernar varias comunidades autónomas y un centenar largo de ayuntamientos.
Para entender que en los desmarques de Ayuso hay una estrategia calculada cuyo objetivo es diferenciarse de Feijóo, basta con recordar que ella sigue siendo la principal impulsora del discurso más extremista del partido. Siempre en línea con las ideas que defiende el presidente de FAES, José María Aznar. Suya es la tesis de que Sánchez pretende un cambio de régimen por la puerta de atrás que incluye una república laica y plurinacional, una idea que viene defendiendo desde hace años y que, con distintos grados de compromiso verbal, Feijóo ha acabado por hacer suya.
Lo volvió a hacer este lunes. Sánchez, dijo, “está consumando un cambio de régimen por la puerta de atrás”, “una república federal, laica y plurinacional”.