“Gaza es nuestra”: los planes de los colonos judíos para instalarse en la Franja arrasada por Israel
Mentalmente, como la mayoría de los antiguos residentes de Gush Katif –el bloque de asentamientos de Gaza evacuado en 2005–, Serah Lisson nunca se ha ido de allí. Esta franco-israelí de 37 años se instaló en Rehelim, un asentamiento judío con fama de violento en el norte de Cisjordania ocupada, cerca de Nablús, justo antes de Huwara, la población palestina al borde de la carretera 60 donde los ataques de los colonos son casi semanales.
Junto a cincuenta y tres familias, Serah también estuvo viviendo durante un tiempo en Eviatar, un asentamiento salvaje frente a la localidad palestina de Beita, que fue evacuado a petición del gobierno israelí en julio de 2021. Pero su corazón sigue a orillas del Mediterráneo. Estamos esperando volver... pronto", dice sonriendo. "Para los judíos, 'pronto' puede significar unos meses o unos años. Pero, en cualquier caso, se está abriendo el camino y nos acercamos a nuestros sueños. Mire, hace setenta y cinco años no existía el Estado de Israel. Esperamos dos mil años para que volviera, pero no perdimos la esperanza, rezamos de la mañana a la noche para que sucediera. Así que fue una promesa de Dios".
Nacida en París, Serah llegó a esta tierra con sus padres cuando tenía 11 años, sin hablar una palabra de hebreo. Ahora se toma muy a pecho lo que considera una "misión divina": garantizar la presencia judía en todo el territorio.
Participa en todas las operaciones de choque para crear puestos de avanzada judíos en la Cisjordania ocupada y defiende con uñas y dientes "la tierra de Israel", que considera a la vez una "promesa" y un "paso hacia la redención".
Con un turbante que le oculta el pelo y una pistola permanentemente en el bolso "para defenderse de los árabes", como ella dice, esta madre de siete hijos cría sola a los suyos desde que su marido se marchó al frente.
"Al principio, el tío de mi marido, Shaya Deutsch, tenía una casa en Kfar Yam, en Gaza. Tuvo empleados árabes que trabajaron con él durante veinte años. Pero un día, miembros de Hamás fueron a casa de uno de sus empleados y le amenazaron, diciéndole que si no mataba a su jefe, matarían a su mujer y a sus hijos. Shaya fue asesinado.
A pesar de todo, Serah Lisson guarda un recuerdo idealizado de sus años en Gaza. No menciona ni por un segundo las injusticias o la dominación que sufren los palestinos y, para ella, la colonización no existe. Nuestro problema", prosigue Serah Lisson, "es que en aquel momento los israelíes pensaban que si entregábamos toda la franja de Gaza a los árabes y los judíos nos marchábamos, no habría guerra". "Al final", suspira, "les dimos nuestra tierra y nunca tuvimos paz".
Las líneas del frente
Originalmente se asentaron en el Gush, como ella, 8.500 colonos. Los primeros asentamientos datan de los años setenta, pero muy pronto ciertos sectores de la izquierda israelí los consideraron "un problema de peso demográfico" en comparación con el millón y medio de palestinos que vivían a su alrededor. Desde una perspectiva estrictamente realista, ya abogaban por la retirada. En vano, pues los asentamientos se expandieron y se crearon otros.
Los primeros habitantes de lo que se ha convertido en la capital del "bloque", Neveh Dekalim, localidad situada entre Jan Yunís y el mar, datan de 1983. Algunos israelíes acababan de ser evacuados del asentamiento de Yamit, en el Sinaí egipcio, desmantelado tras los acuerdos de Camp David.
Todos esos asentamientos, ilegales según el derecho internacional, sobrevivieron a la primera intifada y a los Acuerdos de Oslo. Luego, con el paso de los años, se instaló la desconfianza, crecieron las alambradas y la segunda intifada convirtió la zona en una auténtica línea de frente, hasta la evacuación completa ordenada por el primer ministro de la época, Ariel Sharon. En la madrugada del 12 de septiembre de 2005 se retiraron las banderas israelíes y los últimos soldados abandonaron la Franja de Gaza, poniendo fin a treinta y ocho años de ocupación.
Para los nostálgicos de aquella época, en Jerusalén se abrió hace dieciséis años un museo del Gush. En una vitrina hay un dibujo de una playa, y en la pared una vieja señal de tráfico en la que se lee לוּלָאָה, Gaza en hebreo. "¡Bienvenido! ¿Quiere una camiseta?", dice alegremente Avner Franklin, uno de los empleados, señalando un montón de ropa de color naranja a la entrada. “Está muy de moda en este momento. Simboliza el regreso a Gush Katif.”
Con su gran barba blanca y la kipá fijada en la cabeza, este americano-israelí de unos sesenta años enseña el lugar a los visitantes: explica el origen del nombre (Gush: "bloque de asentamientos"; Katif: "recogida de fruta"), detalla los mapas y recuerda las fechas y la historia de esta pequeña franja de tierra costera. "Isaac quien vivió en esta zona. Así demostramos históricamente que este lugar nos pertenece.”
Avner nunca ha vivido allí, "pero solíamos ir todos los veranos de vacaciones. No teníamos suficiente dinero para ir a un hotel de cuatro estrellas, pero alquilábamos un bungalow y llevábamos a los niños. Era maravilloso. Mira estas fotos, es como la Costa Azul, ¿verdad?".
Les digo en broma a los visitantes: algún día, este museo se transformará en una agencia inmobiliaria para vender propiedades en Gush Katif.
La nostalgia en su voz y en sus ojos es palpable. Orgullo, también, cuando señala la playa, las palmeras, las magníficas puestas de sol sobre el mar, las innumerables parcelas de tierra que producían el 10% de la agricultura de Israel, las yeshivas (centros de estudios de la Torá y el Talmud, ndt), los centros comerciales, las gasolineras y las sinagogas.
"Hemos transformado este desierto en un Jardín del Edén. Pero ahora no queda nada. Todo se derrumbó cuando nos fuimos, cuando Hamás tomó el control. Luego han sido capaces de hacer lo del 7 de octubre.”
Hace una pausa, gesticula y suspira antes de continuar la visita. En la segunda sala del museo, se expone una hanukkia, un candelabro de nueve brazos, fabricada con los restos de un cohete sin estallar de las brigadas Al-Qassam, brazo armado de Hamás, que cayó en el jardín de uno de los colonos.
Al lado están enmarcadas las llaves de la antigua sinagoga tunecina de Neveh Dekalim, símbolo del retorno de los refugiados palestinos expulsados durante la Nakba de 1948, cuando se creó el Estado de Israel.
"Personalmente, a mí también me gustaría creer en el retorno. Les digo en broma a los visitantes que un día este museo se transformará en una agencia inmobiliaria para vender propiedades en Gush Katif. Pero primero tenemos que destruir y erradicar completamente a Hamás. Cuando hayamos dejado atrás esta guerra, será el momento de pensar en ello.”
Porque, desde el comienzo de la invasión terrestre de Gaza, ha habido varios indicios de que Israel tiene un deseo real de "recuperar" esta franja de tierra costera bajo bloqueo, bombardeada y pulverizada desde hace más de dos meses.
Fotos y vídeos colgados en redes sociales muestran a soldados colocando banderas israelíes en rotondas o en casas en ruinas, a otros rezando en el emplazamiento de una antigua sinagoga, y a un grupo de estudiantes de yeshiva proclamando la creación de la primera "Casa Jabad" en Gaza, un centro comunitario dedicado al judaísmo.
Todos los movimientos de Judea-Samaria piensan lo mismo: si se quiere la paz, hay que volver.
Durante ese tiempo, el gobierno de Benyamin Netanyahu ha seguido acelerando la colonización de los territorios palestinos. Esta semana ha aprobado la construcción de nuevas viviendas en Jerusalén Este y la visión anexionista de Gaza está cada vez más extendida en ciertos sectores políticos. "La única victoria de esta guerra será ver casas judías en Gaza, ver niños israelíes jugando en las calles de Gaza", dijo el domingo la diputada de extrema derecha Limor Son Har-Melech.
Llevando el debate un paso más allá, muchos colonos de ese mismo sector político establecen paralelismos entre el 7 de octubre y la evacuación de Gaza. Para muchos, la única forma de controlar la zona es volver a instalarse en ella. "El hecho de que hubiera israelíes viviendo en Gush Katif era una forma de proteger a Israel. Los soldados tenían el control, y los palestinos no tenían las armas que tienen ahora", explica Moshe Goldsmith, de 60 años, padre de cinco hijos y diez veces abuelo.
Este americano vive desde 1985, pistola al cinto, tras el alambre de espino y las vallas del asentamiento de Itamar. “Si no resolvemos el problema aquí, volverá a ocurrir lo mismo", continúa. “Por eso, desde la guerra, el ejército israelí ha intensificado sus operaciones en Judea y Samaria [así llaman los israelíes a la Cisjordania ocupada - nota del editor]: para no permitir lo que ha ocurrido en Gaza. Pero, obviamente, la ventaja es que estamos ahí. En Gaza, sólo podíamos confiar en los servicios de inteligencia... que han fracasado por completo.”
"Todos los movimientos de Judea-Samaria piensan lo mismo: si quieres la paz, tienes que volver", confirma Nissim Atyas, ex rabino franco-israelí de Meudon-la-Forêt, en el asentamiento vecino de Elon Moreh. Pasaba todos los shabats en Gush Katif: su hija vivía allí y algunos de sus nietos han nacido allí.
"En las últimas semanas vinimos como voluntarios, contra la evacuación, para ayudar. Incluso llevé conmigo a algunos turistas franceses". Al lado, su esposa Rachel, nacida en Argelia, echa de menos las magníficas playas, "las más bonitas de Israel", dice. "Allí había un gran hotel, no sé qué han hecho con él, creo que ahora es una universidad... o lo han destruido todo.” Su marido la interrumpe: "En cualquier caso, vamos a recuperarlo todo. Gaza es nuestra".
Von der Leyen a favor de sanciones contra los colonos extremistas de Cisjordania
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se declaró esta semana partidaria de sancionar a los colonos "extremistas" de Cisjordania, condenando la violencia que puede agravar las tensiones regionales. "El aumento de la violencia de los colonos extremistas está infligiendo un inmenso sufrimiento a los palestinos. Socava las perspectivas de una paz duradera y podría agravar aún más la inestabilidad regional. Por eso estoy a favor de castigar a los implicados en los ataques en Cisjordania", declaró Ursula von der Leyen ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo. "Esta violencia no tiene nada que ver con la lucha contra Hamás y debe cesar", insistió.
A principios de semana al término de una reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Bruselas, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, dijo que habían hablado sobre posibles sanciones a extremistas israelíes en Cisjordania. "No hubo unanimidad", dijo, añadiendo que, no obstante, presentaría una propuesta a los Estados miembros.
Ursula von der Leyen intervino el miércoles por la mañana en un debate en el Parlamento Europeo sobre la Presidencia española del Consejo.
"Tenemos que decir basta, basta ya de muertes de civiles inocentes en Gaza. Los bombardeos deben cesar inmediatamente", dijo el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante el debate, pidiendo un "alto el fuego humanitario".
Los productos de los asentamientos israelíes en Palestina deberán etiquetar su origen
Ver más
Traducción de Miguel López