Una cosa es tener amigos en Facebook y otra tener amigos reales: la amistad para Aristóteles
¿Son tus amigos de Facebook realmente amigos? Aristóteles creería que no.
Hoy en día contar a nuestros amigos ya no es tan sencillo como antes, donde los dedos de una mano podían ser suficientes. Las redes sociales han acabado con los límites, permitiéndonos conocer a un número ilimitado de personas. La conexión global a través de Internet nos brinda una sensación de cercanía que en tiempos pasados resultaba impensable. Mantenernos constantemente conectados con familia, amigos y conocidos se ha convertido en parte de nuestro día a día.
Cuando se piensa en las enseñanzas que nos dejó Aristóteles no se suele pensar en la amistad, pero lo cierto es que el filósofo griego hace en los libros VIII y IX de la Ética a Nicómaco un claro elogio a la amistad. De hecho, llega a decir que “nadie elegiría vivir sin amigos”, aunque no le faltara nada más.
El filósofo Leonardo Polo, profesor universitario que fue especialista en Aristóteles, afirmaba en uno de sus textos que para el filósofo griego la amistad era clave: “La prosperidad no sirve de nada si se está privado de la posibilidad de hacer el bien, la cual se ejercita, sobre todo, respecto de los amigos”. Aristóteles demuestra que la amistad es algo tan bueno que cuando conocemos a una persona que ama a sus amigos, asumimos que es buena. “Se equiparan los hombres buenos a los amistosos”, explicaba Leonardo Polo. Sin embargo, ¿cómo se puede reconocer a un mal amigo?
Aristóteles considera que hay muchos tipos de amistad, y no todas buenas. Su clasificación nos puede resultar útil aún a día de hoy. Habla de la “amistad por utilidad”, en la que la relación se basa en el beneficio que puedan darse el uno al otro; la “amistad por placer”, que suele ser efímera y termina cuando una de las partes no obtiene satisfacción de la relación, y la amistad fundada en la virtud, la única que Aristóteles considera como virtuosa.
Esta amistad perfecta es la que nos recomendaría el filósofo. Aquella que se da entre personas que quieren el bien del otro —algo solo posible entre personas de por sí buenas y virtuosas, una cualidad que, según Aristóteles, era escasa—. Habría que huir por tanto de las amistades que obedecen únicamente a los intereses de una de las personas o al placer, ya que es fácil que estas se disuelvan (en cuanto se acabe el interés o el placer). Y es que en una amistad es clave que haya reciprocidad. Leonado Polo explicaba que “la amistad es recíproca porque reside en el querer. Comparado con el querer, ser querido es pasivo; por consiguiente, solo si los amigos son activos, la amistad existe. Si el amigo se limita a esperar beneficios, la amistad desaparece”, en definitiva, “si el amor no es recíproco se extingue”. Por otra parte, el filósofo advierte que la amistad no es compatible con la “adulación, la zalamería o el servilismo”, ya que “son contrarios al amor a la verdad”.
Brechas entre la amistad virtual y real
Aristóteles habla de la importancia de la vida en común para que surja y se mantenga la amistad. Alicia Natali Chamorro Muñoz, doctora en Filosofía, recalca la importancia del contacto entre dos amigos para mantener la relación: “Los que conviven ejercen activamente la amistad. Los que están separados o dormidos pueden tener la disposición, pero no estar activos en la amistad”. Además, añade que “puede que la distancia no rompa la amistad verdadera, sino a la actividad de esta”. Esto nos resulta familiar a día de hoy, donde la distancia parece no ser un impedimento para que una amistad continúe. José María Zamora Calvo, catedrático de Filosofía y director del departamento en la Universidad Autónoma de Madrid, coincide en la importancia de “convivir” para “tejer la amistad” y que se convierta en una “relación placentera”, pero no “en el sentido pasivo”, sino “activamente, de maner recíproca”.
El contacto y la cercanía son claves para mantener una amistad según el filósofo griego. A día de hoy, la distancia no supone un límite, ya que los móviles e Internet nos permiten mantener y entablar nuevas amistades con cualquier persona del mundo. De hecho, las redes sociales son en muchas ocasiones el escaparate de la amistad. Hablamos continuamente por WhatsApp, conocemos gente nueva por Facebook o estamos al tanto de la vida de nuestros amigos por Instagram. Esto para Aristóteles supondría algunos problemas, y es que el filósofo “no admitiría un carácter indefinido de amigos”, según explica Zamora Calvo. Esto es porque Aristóteles creía que la amistad es algo activo, que requiere de tiempo, y cuantas más amistades se tienen menos les puedes dedicar a cada una.
El catedrático señala que para Aristóteles la amistad no consiste en “pacer en el mismo prado”, y que hoy en día se puede “pacer en el mismo prado virtual” a través de las redes sociales. Advierte que estas podrían ser una herramienta para la comunicación con amigos, sin perder de vista que lo que cultiva la amistad es “convivir, crear lazos, crear comunidad”, teniendo en cuenta que “no siempre se crea comunidad en las redes sociales”. Por ello, podríamos imaginar que Aristóteles no tendría muchos amigos en Facebook (solo aquellos a los que pudiera mantener bien atendidos) ni haría esfuerzos en conseguir muchos más (ya que crear nuevas amistades sin este trabajo previo de convivencia y comunicación parece poco probable para él). “La amistad se cultiva, no es algo pasajero”, recuerda Zamora Calvo, y en ocasiones “el ámbito de Facebook lleva a no construir una continuidad”, lo que hace que la amistad se pierda o nos lleve a “lo no virtuoso” en estas relaciones. El catedrático imagina que Aristóteles sí que tendría redes sociales y las usaría para mantener el contacto con sus amigos, pero siempre buscando “moderación”. Además, Zamora Calvo cree que el filósofo también creería en la posibilidad de hacer amigos por Internet, pero solo si esta amistad después se materializara y recibiera los cuidados necesarios.
Probablemente Aristóteles diferenciaría entre las amistades reales y los “amigos” en las redes sociales. Y es que en lo digital el término amigo se usa de una manera superficial, sin trasfondo; muchas de las personas con las que tenemos relación en las redes sociales están muy lejos de ser amigas nuestras. De hecho, Aristóteles considera que la reciprocidad y el reconocimiento son imprescindibles para que exista la amistad. Esto no se da muy a menudo en el ámbito digital. Muchas personas sienten que “conocen” o que tienen una relación con personas a las que siguen o admiran, cuando en realidad no existe ninguna conexión. En estas ocasiones existe un vínculo unilateral, donde solo una de las partes presenta sentimientos hacia la otra, pero esta no responde de la misma manera. Para hablar de ello, Aristóteles pone de ejemplo a los deportistas (a los que sus aficionados les desean lo mejor), pero hoy en día esto puede ocurrir con actores, actrices o influencers.
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José María Zamora Calvo, resalta en conversación con infoLibre la actualidad de las palabras de Aristóteles. De hecho, cree que a día de hoy algunas de sus reflexiones las podríamos tomar como punto de partida para una mejor convivencia. Aristóteles habla de othneios, de un miedo a lo desconocido que no permite entablar amistad con “lo extraño —que puede ser otra persona o puede estar dentro de uno mismo—”. Esto, explica Zamora Calvo, no se debería interpretar como una especie de xenofobia que hace imposible la amistad con “el otro”, sino todo lo contrario. Aristóteles creía en la posibilidad de entablar amistad con los extranjeros, los esclavos o las mujeres, ya que los griegos abogaban por “la hospitalidad, la posibilidad de abrirse”, y creían en la posibilidad de hermanamiento con personas de otros lugares.
Esta hospitalidad y apertura a la amistad con el otro se podría tomar como base en la actualidad para repensar en nuestras relaciones o nuestros pensamientos sobre personas de otros países. Es cierto que Zamora Calvo afirma que es propio de la amistad surgir primero en círculos más cercanos como “la familia” o “los que viven en la polis”... Pero recuerda la posibilidad de contemplar a las personas más lejanas como merecedores de amistad.
Alicia Natali Chamorro Muñoz explica cómo para Aristóteles “la amistad es la que mantiene la cohesión de las ciudades”, y por tanto, “el legislador se preocupa más por esta que por la justicia”. De hecho, concluye que el filósofo griego creía que “donde los hombres son amigos unos de otros no se necesita la justicia; en cambio, donde hay justicia, aun así, se necesita la amistad”.