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El ‘boom' del sector audiovisual español: de hacer de extra a tener un papel internacional protagonista

Rodaje en España.

La industria audiovisual ya no es territorio minado de recurrentes polémicas sobre subvenciones. Cada vez tiene un papel más protagonista en la economía nacional. Según información difundida por ICEX España Exportación e Inversiones, el país es el sexto estado de la Unión Europea (UE) en número de títulos producidos, por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda e Italia; y el quinto en número de horas de producción, tras Alemania, Reino Unido, Francia e Italia. Y la siega de datos no termina ahí: de acuerdo a lo reflejado en el informe Yearbook Key Trends 2019-2020, del Observatorio Audiovisual Europeo, dependiente del Consejo de Europa, España se encuentra dentro de los cinco principales países exportadores de títulos de películas en pago por visión (TVOD o PPV), junto con el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. Además, de otro trabajo de análisis posterior ligado a ese Observatorio, el titulado La producción de ficción audiovisual en Europa: cifras de 2022, se desprende que ese ejercicio, la mayor parte de la ficción televisiva encargada por streamers globales se produjo en España y el Reino Unido -39 títulos cada uno-. Ambos países albergan dos centros de producción de Netflix: uno ubicado en Madrid y los estudios británicos Shepperton. Con un gran impulso en la inversión, los streamers globales lanzaron 228 títulos de ficción europeos originales en 2022 en todos los formatos, frente a 127 en 2021. Esto representa un aumento del 80% interanual. Dos tercios de ellos fueron encargados por Netflix (50%) y Amazon (17%).

Fuentes de la industria destacan su “carácter estratégico”, que vinculan a la capacidad al alza de generar empleo y a las “crecientes posibilidades” que la tecnología y la digitalización ofrecen. Así se recoge también en el Informe sobre las Oportunidades de los Contenidos Audiovisuales, en el que se afirma que la industria “tiene muchas dependencias” con otros sectores y genera “un impacto positivo en el conjunto de la economía”. El audiovisual representa ya el 28,3% del total de las industrias culturales, y estas a su vez suponen el 2,4% del Producto Interior Bruto (PIB) español. 

Cabe señalarse que el audiovisual, sufrió, como otras muchas industrias, los efectos de la pandemia, que provocó una elevada contracción de los ingresos totales, en especial en el ámbito del cine, y aceleró una serie de cambios en el comportamiento de los consumidores que adelantaron en varios años las tendencias en materia de disrupción digital y otros puntos de inflexión claves. Con todo, las perspectivas de crecimiento futuro son “muy sólidas” en general, para los próximos años, a la luz del informe Entertainment and Media Outlook 2021-2025 para el sector de PwC, aunque varían en función del segmento y del país. El estudio estima que los ingresos globales del sector aumentarán un 5,0% CAGR -Compound Annual Growth Rate, o tasa que mide el crecimiento anual de una inversión sobre un periodo de tiempo determinado siempre superior a un año- en 2025, cuando alcanzarán los 2,6 billones de dólares.

Pero antes de llegar ahí, algunos actores de la industria han tenido que cultivar mucho en el invernadero de las expectativas. El presidente de Spain Film Commission (SFC), una entidad sin ánimo de lucro creada en 2001 que lidera el trabajo de posicionamiento del país como destino de rodajes audiovisuales, Carlos Rosado, mira hacia atrás para aportar una panorámica de largo recorrido: “El sector, el público y el privado, ha sido muy heterogéneo y ha tenido cimientos muy descoordinados, por lo que no ha dispuesto de una visión estratégica común para afrontar los retos de la complejidad en la que se ha introducido en términos tecnológicos, de consumo y conceptuales el audiovisual”, arranca. Cree que cada uno de los múltiples subsectores implicados en el conjunto han actuado por su cuenta y esto “ha afectado también desde el punto de vista territorial, en la medida en la que han ido apareciendo espacios audiovisuales de carácter autonómico, que no siempre han sido contemplados con esa dimensión ni por la industria ni por la propia administración”.

Para Rosado, el sector “ha padecido tradicionalmente una especie de visión centralista, que no ha contemplado ni la diversidad en la que se encontraba ya inmerso el audiovisual, que no es sólo el cine sino también la ficción televisiva y otros sectores más novedosos aún como el vídeo juego o la animación; ni la visión territorial de todo esto”. “En España -engarza- han surgido espacios audiovisuales potentes como consecuencia de la actividad que se ha desarrollado en determinadas comunidades, normalmente al impulso de las televisiones autonómicas, y ahí han aparecido nichos de actividad. Junto a Madrid y Barcelona, que eran los clásicos, surgieron sectores audiovisuales potencialmente importantes en Galicia, Comunidad Valenciana, Andalucía, Canarias o País Vasco”, ejemplifica.

En su opinión, esa dispersión estratégica “ha provocado una debilidad añadida a la estructural y ha hecho que nuestro papel en el conjunto de la competencia internacional fuera hasta entonces débil”. Pero se produjo lo que entiende un buen giro de guion: “La aprobación del Plan de Recuperación por parte del Gobierno, y específicamente la componente 25, que se concreta en el objetivo de que España sea un hub audiovisual, un paraguas general bajo el que haya una integración estratégica de todos los agentes que están interviniendo, con el propósito de dotarse de mayor competitividad en todos los aspectos: tecnológico, conceptual, profesional y de mercado”. Fue en 2021 cuando se dio luz verde al plan España, Hub Audiovisual de Europa, con una inversión prevista de más de 1.603 millones de euros hasta 2025. El objetivo de ese desembolso público es “convertir a España en un país líder en producción audiovisual en la era digital, un imán para la inversión y el talento internacional, y con un ecosistema reforzado para exportar y competir en los mercados internacionales”.

¿Bazas para lograrlo? El estudio de PWC La oportunidad de los contenidos de ficción en España destaca una hilera de puntos fuertes de la industria audiovisual nacional que van desde el talento, productores, creadores, directores… de primer nivel, las capacidades técnicas del cine y otras industrias auxiliares o el bajo coste de la producción en relación a otros países; a la madurez de la industria local y el posicionamiento del contenido español en el entorno global. España, según consta en ese estudio, cubre con creces todas las fases de cualquier rodaje gracias a la existencia de más de 72.000 profesionales y 6.700 empresas dedicadas al sector audiovisual. Existen además 45 festivales de cine como el de San Sebastián, la Seminci, el Festival de Málaga o el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Más de 500 premios internacionales avalan el hacer español a lo largo de la última década en la órbita del audiovisual.

En ese contexto, Rosado distingue dos planos de cara al avance: “El cine que se hace en España por los españoles y que busca mercados internacionales globales, y las producciones que se atraen a España, que se ruedan aquí". Spain Film Commission lleva trabajando ahí más de 20 años -germinó en Andalucía hace 25- y "es en este momento cuando se han conjugado una serie de elementos que hacen que España sea un país altamente competitivo en esta materia”, asegura. Aunque apostilla: “Esto no es un fenómeno inmediato o que obedezca a una única causa. Se han ido adoptando decisiones que han ido mejorando la competitividad y las condiciones estratégicas de este país. Probablemente una muy relevante haya sido la creación de incentivos fiscales, tanto a la producción nacional como a la internacional que se rueda en España, lo que ocurrió en 2015, con Montoro -Cristóbal, ex ministro de Hacienda-". Se han pulido luego "hasta convertirlos en un instrumento, que, si bien no es definitivo, sí es valioso”, apunta. En la actualidad, el importe de la deducción está fijado, en términos general, en el 30%, respecto del primer millón de euros, y del 25% para el resto de gastos realizados en España. El límite será de 20 millones por cada producción y en el caso de series audiovisuales, la deducción se determinará por episodio y el tope será de 10 millones por cada uno. Canarias cuenta con unas condiciones especiales: la deducción asciende al 50% del primer millón de euros y al 45% sobre el exceso de dicho importe, con un máximo de un millón por producción. También Navarra, con una deducción del 35%, y Vizcaya, donde oscilan entre el 35% y el 70%. 

Se desconoce en detalle el impacto económico en España de las inversiones en cine y series extranjeras. De hecho, Spain Film Commission ha impulsado un estudio que analizará la repercusión al completo del incentivo fiscal estatal a las producciones internacionales en los ejercicios fiscales 2019, 2020, 2021 y 2022 y que estará listo la próxima primavera. Esta iniciativa se enmarca dentro de los planes de acción encomendados por la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones en el marco del mencionado España Hub Audiovisual de EuropaBureau. Desde Olsberg SPI, la consultora que llevará a cabo el trabajo, en el que participa Profilm, se acentúa que, más allá del audiovisual, otras industrias se ven beneficiadas con esta actividad, “gracias a la inversión en hoteles, restaurantes, transporte, servicios de catering, turismo de pantallas, viajes y un largo etcétera”. 

Un país rico en localizaciones

El cúmulo de localizaciones diversas que atesora el país es otro elemento sin duda a tener en cuenta en la radiografía del sector. Ahí, SFC ha apostado por la diversificación de los lugares de rodaje, así como del tipo de producción. “Hemos estado atentos a la evolución del audiovisual que ha pasado de ser básicamente el cine, a que en este momento donde hay mayor número de producciones y se involucra a más gente sean las series de televisión, como consecuencia de la llegada a España de las plataformas y los operadores nacionales como Movistar o Atresmedia, que producen una gran cantidad de obras audiovisuales”, indica su presidente. Desde esa óptica, han creado una red territorial “que ahora tiene 43 miembros y está presente en la totalidad de las comunidades y una cantidad grande de municipios donde se rueda o hay un mínimo de actividad audiovisual”. “Esto ha surtido sus efectos”, confirma, ya que han “hecho crecer exponencialmente la oferta española y hacerla mucho más competitiva”, al calor de que el Estado “ofrece una serie de condiciones favorables, desde el punto de fiscal y de infraestructuras”. Aunque “hay todavía un déficit de instalaciones de platós para albergar grandes producciones, sí contamos con buenas infraestructuras de todo tipo y un sector diversificado y cualificado en cualquier lugar del país”, anota. A ello encadena “una nueva generación de profesionales no sólo con talento audiovisual, que ya se reconoce por todos, sino técnicamente cualificada y que habla inglés, lo que se ha traducido en que el país no haya recibido producciones de fuera en las que sólo se aportaba el territorio, el suelo; sino que la mayoría de las que llegan del exterior o las que se producen en España fuera del territorio del director, encuentran siempre gente suficientemente preparada para atender con corrección una gran producción”, remarca.

Un futuro ligado a las plataformas

No todo ha sido “un camino de rosas” y queda trecho por recorrer porque “hay problemas de crecimiento desordenado y que afectan al día a día de los productores audiovisuales, pero España está en óptimas condiciones para disputar espacios protagónicos en el ámbito internacional”, remata Rosado. Augura un recorrido mundial muy potente, por ejemplo, para la última película de Juan Antonio Bayona La Sociedad de la Nieve. Otras fuentes adicionan que ha contribuido también a consolidar la marca España audiovisual el que “se hayan rodado aquí superproducciones como Juego de Tronos por parte de HBO” o “el indudable éxito de series como La Casa de Papel o Élite de Netflix”. Es más, se muestran convencidas de que el modelo de negocio “se apoyará cada vez más en la producción de series de ficción y en esas plataformas”. El presidente de SFC explica que su organización las considera “parte del ecosistema audiovisual español, no como plataformas internacionales que ocupan un espacio en el país, porque es la única forma de que se integren realmente en sus estrategias dentro de la dinámica española y porque las plataformas internacionales producen productos locales para el mercado global, está pasando en sitios como Turquía y también en España”, manifiesta.

A su entender, “las plataformas han venido a transformar un poco el panorama, con las lógicas disfuncionalidades, que van siendo enmendadas poco a poco en temas de fiscalidad y otros por resolver como el de la propiedad intelectual de las obras, una demanda razonable de los productores, pero que al final la reclama quienes las pagan”. Habrá que ahondar en la solución de los problemas, pero, en definitiva, el audiovisual español goza de buena salud, según lo expuesto, y así lo demuestra también el que varias películas y series de producción nacional aparezcan entre las que tienen más de un millón de horas de visualización en el ranking de datos sobre más de 10.000 títulos a nivel mundial hecho público por Netflix recientemente. Entre ellas se hallan películas made in Spain comoTin & Tina, A través de mi ventana 2 o Infiesto

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