La Transición en el aula: un relato idílico escrito por las élites que se olvida de la fuerza de la calle
La Transición ha sido uno de los principales acontecimientos históricos del último medio siglo. Por ello, forma parte de los contenidos educativos a nivel histórico. El problema es que, salvo en contadas ocasiones, no se le da la importancia que merece. En los últimos compases de curso, los alumnos entran en este periodo a toda prisa y de forma superficial. Y lo hacen en base a un relato granítico contado desde el punto de vista institucional y que se olvida por completo del empuje de la sociedad civil durante aquellos años. Un enfoque elitista que sobrevive desde la década de los noventa y en el que impera la idea de una Transición modélica que pasa por alto la violencia y conflictividad presente a mediados y finales de los setenta.
Esta es una de las grandes conclusiones recogidas en La Transición española en las aulas. Historia y memoria en la enseñanza secundaria. La obra, editada por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, es una de las más completas radiografías sobre cómo llega este periodo histórico a los alumnos en los colegios e institutos. Lo hace a partir del análisis de los manuales que sirven de referencia a los estudiantes de Primaria, Secundaria y último curso de Bachillerato a lo largo y ancho de la geografía española, así como de las preguntas contenidas en las pruebas de acceso a la universidad durante un lustro –entre 2018 y 2022– y de las respuestas dadas por una muestra de alumnos de la Comunitat Valenciana en sus exámenes de la EBAU ese último año.
Del estudio, en el que han participado media decena de historiadores, se extrae una conclusión clara: falta profundidad a la hora de acercar a los más jóvenes esta etapa de la historia contemporánea. "Se ha creado un relato monolítico, casi épico en algunos momentos y poco conflictivo", apunta al otro lado del teléfono Javier Tébar, uno de los coordinadores de la investigación. Un enfoque que, resalta Andrea Tappi, el otro director del estudio, lleva instaurado en las aulas desde hace décadas y que se centra "casi exclusivamente" en las "clases sociales altas". Una "historia institucional" construida sobre unos pocos personajes de la élite política e institucional que deja en la sombra el papel jugado por la sociedad civil en todo ese proceso.
Los investigadores llegan a esta conclusión tras analizar diecinueve manuales de Historia de 2º de Bachillerato. Todos dedican un espacio importante a la Transición. Pero eso no quiere decir que se profundice en ella. "Salvo honrosos ejemplos, no se hace hincapié en aspectos importantes y decisivos como la movilización ciudadana, el papel de la llamada 'sociedad civil' o la cuestión de género", apuntan en la obra. Las pocas alusiones en el terreno social, explican, se circunscriben a la oleada de huelgas de comienzos de 1976. Pero una vez se llega a la etapa de Adolfo Suárez, "el conflicto y la movilización ciudadana desaparecen". Lo único, alguna referencia a protestas en demanda de la amnistía y la autonomía o contra la represión policial o la entrada de España en la OTAN.
El componente relativo a la "efervescencia reivindicativa" dentro "mundo del trabajo y católico" o de los movimientos vecinal, presidiario, feminista, homosexual, ecologista, estudiantil o de objeción de conciencia queda, por tanto, "absolutamente en la sombra". "En los manuales muy raramente se atribuye a los movimientos de protesta algún papel directamente relacionado con los logros sociales", desliza la obra. Esta reducción a la mínima expresión traslada la idea de una ciudadanía convertida en agente pasivo que solo observaba el devenir de los acontecimientos, sin intervenir o condicionar la actuación de las élites políticas. Algo que contrasta con una visión historiográfica que considera que la presión social fue "determinante" en el proceso transicional.
Es, por tanto, un relato desde arriba, con un enfoque institucional en el que la clase política asume un enorme protagonismo. Y que se escribe alrededor de un puñado de protagonistas. Principalmente, el rey Juan Carlos I o Adolfo Suárez, si bien a estos se suelen añadir también personalidades de la oposición antifranquista, como Santiago Carrillo o Felipe González, "con el fin de recalcar –se apunta en la obra– el carácter consensuado y de pacto que implicó dicho proceso". "Los manuales vigentes no se alejan mucho del canon codificado en caliente en los años noventa, cuando la idea de una Transición modélica, equilibrada, consensuada y pilotada desde arriba estaba viva y activa, hasta convertirse en un tótem nacional", señalan.
La implantación de esa narrativa inamovible resulta preocupante para los dos directores del estudio. Y más, si los que beben de la misma son chicos y chicas que están a punto de ejercer su derecho al voto. "Se traslada una visión equivocada de la política en una democracia, que va mucho más allá de lo que es la política institucional", desliza Tébar, profesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona, en conversación con infoLibre. Una lectura con la que también coincide Tappi, profesor de secundaria del Liceo Morgagni de Roma y miembro del Centre d'Estudis Històrics Internacionals: "Transmite una idea peligrosa de desmovilización social, de que todo lo que se decide es sólo en función de lo que eligen unos pocos personajes".
Un peso modesto en Selectividad que condiciona el interés en el aula
Este relato no solo se encuentra en los manuales, sino que también está muy presente en las pruebas de acceso a la universidad. En el último lustro, casi el 80% de las preguntas sobre la Transición contenidas en estos exámenes se centraban en la dimensión político-institucional de este periodo, mientras que solo siete –un 3,5%– abordaban conflictos sociales y apenas tres –un 1,5%– entraban en cuestiones de género. Ni una sola pregunta sobre asuntos culturales, laborales, sindicales o represión policial. Y eso que entre 1975 y 1982 la violencia de Estado dejó 178 muertos. A esta cifra, aportada por la historiadora Sophie Baby, hay que sumar otros 536 asesinatos de la extrema derecha e izquierda. Unas cifras que rompen con la imagen idílica y pacífica de este periodo.
Unos exámenes de Selectividad que terminan por determinar los contenidos y la metodología durante el curso escolar. "La evaluación condiciona el aprendizaje", señala el profesor del Departamento de Historia y Arqueología de la Universidad de Barcelona. Los investigadores han constatado una ligera tendencia en el tiempo a un aumento del número de pruebas que contienen al menos una pregunta sobre la Transición –107 de las 170 analizadas–. Ahora bien, estas cuestiones casi nunca son obligatorias y se les da "un valor relativamente bajo en la calificación de cada prueba". Eso tiene, apuntan, "evidentes repercusiones en las prioridades de profesores y alumnos en la preparación" para los exámenes de acceso a la universidad.
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"Esta situación general implica inevitablemente la perpetuación del círculo vicioso que vincula el peso relativamente modesto de la Transición en las pruebas de EBAU y en el currículo ministerial al tiempo que los docentes le dedican en el aula y a la importancia que los alumnos le atribuyen. Situada al final del curso escolar, cuando el tiempo se acaba, no es raro que la Transición sea objeto de un lapidario 'no entra…' por parte del alumno que se prepara para la Selectividad", señalan los investigadores en la obra.
Poca profundidad también en Primaria y la ESO
El estudio no solo pone el foco en el último nivel educativo antes de acceder a la universidad. También analiza, de la mano de Juan Carlos Colomer, profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales de la Universitat de València, cómo se aborda este periodo en los manuales de primaria y secundaria. Y concluye que, en general, la Transición se trata "de manera superficial". El contenido de los libros de texto se centra en las "dimensiones políticas y sociales del proceso" y "deja de lado" otros "elementos relevantes" como "el contexto económico y cultural". "Esto puede llevar a una comprensión parcial y simplista del proceso, la cual no tenga en cuenta la complejidad y la diversidad de perspectivas que lo caracterizaron", señala el estudio.
Las actividades, además, suelen estar centradas "en la memorización de datos y fechas", sin que se promueva "una reflexión crítica ni el desarrollo de habilidades de análisis y pensamiento crítico". Por otro lado, la presencia de recursos externos, como por ejemplo testimonios de aquellos que vivieron la Transición, "es limitada o incluso inexistente". Y la mayoría de imágenes que contienen las obras analizadas, otro de los elementos de aprendizaje, "se asocian con un tipo de élite determinada que viene a redundar en la orientación general". "Esto puede dificultar la comprensión profunda del proceso y la formación de una visión cabal de la Transición", asevera el investigador.