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España reduce un 70% el consumo de antibióticos en la ganadería pero es líder en la UE por su cabaña porcina

Imagen de archivo de una granja de cerdos.

España lidera desde hace una década el uso de antibióticos en el ganado en la Unión Europea. Mientras que otros países vecinos han logrado recortar desde entonces el empleo de estos fármacos, España sigue posicionado en el top uno, aunque en los últimos ocho años se ha reducido un 70% y el sector va en la buena dirección. El menor empleo de antimicrobios en el ganado es fundamental para reducir la resistencia de las personas a estos medicamentos, uno de los principales riesgos de la salud de este siglo, aunque los veterinarios afirman que el grueso del problema está en el exceso de empleo de antibióticos en humanos, no en los animales.

En 2022, el último año con datos disponibles, España consumió 1.027 toneladas de antibióticos para producción animal, la mayor demanda del continente, por delante de Polonia (838 toneladas), Italia (585), Alemania (531) y Francia (255), según las últimas cifras de la Agencia Europea del Medicamento. Pese a que España lidera por mucho la lista, Francia tiene la mayor cabaña ganadera de la Unión Europea, mientras que España y Alemania están prácticamente empatadas, según Eurostat. 

Los expertos en veterinaria evitan el alarmismo de las cifras e insisten que hay que ponerlas en contexto. El consumo de antimicrobios depende en gran parte del tipo de ganadería que produce cada país: mientras que Francia es el mayor productor de vacuno del continente, España está especializado en cerdos, el animal de granja que más medicamentos necesita, según Héctor Arguello, doctor en Veterinaria por la Universidad de León. "En porcino se usan más que en bovino porque la edad media de sacrificio de un cerdo son seis meses, y eso hace que la probabilidad de que enfermen. Una vaca adulta, salvo problemas puntuales, no necesitará medicación", explica. De hecho, alrededor de la mitad de toda la ganadería española es porcina, con 34,5 millones de cabezas, y le sigue Alemania con 22 millones.

El experto también recuerda que atendiendo a las cifras relativas —comparar la cabaña total con el consumo—, España cae varios puestos en la lista. Por cada tonelada de animal que se cría en España, se emplean 127 miligramos de antibióticos, frente a los 255 de Chipre, los 186 de Polonia y los 156 de Italia, el top tres. Francia utiliza 29 miligramos por tonelada animal y Alemania 70, según las cifras de 2022. El principal uso de antibióticos en la ganadería es acabar con las diarreas y las neumonías animales.

Francia es el caso más destacado de la Unión porque tiene la mayor cabaña ganadera del continente, pero es el quinto país por volumen de consumo de antibióticos. Este país ha reducido desde 2010 el consumo de este fármaco en animales en un 75%, de 1.000 toneladas a 255 en 2022. En cifras relativas también se ha desplomado, de 133 miligramos por tonelada en 2010 a 39 en 2022. La razón de esta rebaja son los programas que ha desarrollado el gobierno francés durante la última década, los llamados planes EcoAntibio, que han sido un éxito.

Las cifras globales de consumo de medicamentos preocupan a la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud por el desarrollo de inmunidad ante estos fármacos, y España trata desde hace años de reducir su empleo. Gonzalo Fernández, Veterinario de la Universidad de Santiago de Compostela, recuerda que hace una década se usaban incluso de forma preventiva en las granjas para evitar que los animales enfermasen en invierno, pero esta práctica ahora está prohibida. Si en 2014 se consumió en España un récord de 419 miligramos de antibióticos por tonelada de animal, ahora sean 127,4, un 70% menos.

Para que un ganadero pueda suministrar a día de hoy un fármaco a un animal, tiene que estar recetado por un veterinario y registrado en una libreta electrónica a la que tiene acceso la Comunidad Autónoma y Ministerio de Agricultura. De hecho, el veterinario tiene que aportar una prueba diagnóstica de que el cerdo, el pollo o la vaca tienen una bacteria y que el medicamento recetado actúa específicamente contra ella. Héctor Arguello añade que cuando un animal recibe un antibiótico, su carne o leche no se puede vender durante un periodo de tiempo regulado para no contaminar el alimento.

Desde julio de 2022 el empleo de estos medicamentos está mucho más restringido en España, ya que entró en vigor el Marco de actuación para uso sostenible de antibióticos en la ganadería. El Gobierno publica ahora unas tablas con las cantidades de fármaco permitido para cada animal, y todas aquellas explotaciones que superen el umbral son examinadas por un veterinario de la administración para corregir la desviación.

Los antibióticos animales están divididos en cuatro categorías: unos están prohibidos, otros muy limitados, otros se pueden usar con precaución y otros están permitidos abiertamente. Los que están vetados son aquellos que se usan también en humanos y no tienen sustitutivo, de forma que si las personas generan una resistencia no hay forma de combatir estas infecciones.

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En la Unión Europea, cada año mueren 35.000 personas por resistencia a los antibióticos y la Organización Mundial de la Salud considera que es una de las mayores amenazas para la salud global, ya que las bacterias son cada vez más difíciles de matar. Uno de los frentes que combaten las administraciones es su uso en las granjas, donde durante décadas se emplearon para engordar animales —ahora prohibido en la UE—. También hay campañas para reducir el uso de antibióticos en los humanos, el único empleo que no ha cambiado. "Entre 2014 y 2021, el consumo de antimicrobios en animales de granja disminuyó un 44%, mientras que en humanos se mantuvo relativamente estable", afirma la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).

"En general, los resultados sugieren que las medidas aplicadas para reducir el uso de antibióticos en animales y en seres humanos han sido eficaces en muchos países", concluye también el estudio de la EFSA, elaborado entre 2014 y 2021. La agencia ha encontrado, por ejemplo, que la bacteria e.coli es mucho más sensible a los medicamentos en las regiones donde se ha recortado la venta de estos fármacos.

En España, el consumo de antibióticos por humanos en 2021 fue de 433 toneladas, el tercero más grande de Europa tras Francia e Italia (los datos de Alemania están incompletos). La cifra relativizada (consumo entre masa de población) sitúa a España en cuarto lugar, tras Chipre, Polonia e Italia.

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