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La Iglesia encumbra al obispo que más se empleó en minimizar la pederastia

Luis Argüello y José Cobo, recién elegidos presidente y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, salen a saludar a un grupo de personas que se concentran contra los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, este martes.

Desde Antonio María Rouco Varela no hay en la Iglesia católica española un "hiperliderazgo", señala un atento observador de la vida de la institución. Precisamente de la etapa del apodado "vicepapa", añade, la jerarquía aprendió que no convenía ni entregarse a figuras carismáticas ni decantar en exceso el reparto de poder en una sola corriente ideológica, por entonces –ahora también, pero de manera diferente– la conservadora. En coherencia con este planteamiento, este martes la Conferencia Episcopal Española (CEE), en la elección de su nueva dirección, ha evitado poner todos los huevos en la misma cesta. ¿Resultado? El nuevo presidente de la CEE, órgano coordinador de las diócesis e interlocutor con el Gobierno, es un conservador. Su vicepresidente, un progresista (al menos dentro de los estándares de la élite católica).

Eso sí, los dos encaran un mismo desafío que sobresale holgadamente sobre el resto: la gestión de la pederastia eclesial y sus consecuencias. Mientras las víctimas se encargan de recordar que la herida de los abusos a menores sigue abierta, la CEE no acepta el resultado de las investigaciones externas y continúa pendiente la fórmula para reparar a las víctimas. Con un asunto de tal gravedad por cerrar, el episcopado ha decidido encumbrar como presidente a Luis Argüello (Meneses de Campos, Palencia, 1953), de 71 años, arzobispo de Valladolid, del ala conservadora, que a raíz de su gestión como secretario general de la CEE se convirtió en la voz y el rostro del empeño en minimizar las dimensiones del problema, así como de la resistencia a aceptar una investigación.

Diferencias de credibilidad

Con el reparto de cargos de este martes los obispos han dado una muestra clara de su carácter mayoritariamente conservador y escéptico sobre el reformismo del papa Francisco. Argüello cosechó 48 de los 78 votos en primera votación. Pero, al mismo tiempo, también han exhibido capacidad de integración de sensibilidades, colocando al lado de Argüello precisamente a la figura más alineada con el pontífice. En la segunda votación obtuvo 39 apoyos José Cobo, (Sabiote, Jaén, 1965), de 58 años, cardenal arzobispo de Madrid, cuyo peso en Roma lo da este dato: ocupa dos puestos en la curia vaticana. A diferencia del presidente saliente, Juan José Omella, y también de Cobo, el nuevo presidente, Luis Argüello, no es cardenal.

Nada más ser elegidos, Argüello y Cobo, presidente y vicepresidente, cada uno puntal de una de las dos principales corrientes en el seno del alto clero, dejaron clara su voluntad de evitar cualquier impresión de división compareciendo juntos y hablando de "comunión", que es el equivalente eclesial de lo que en los partidos llamarían "unidad" tras un congreso. Como si no hubiera habido ningún tipo de lucha poder el poder. "Somos de un único bando, el bando del Evangelio", dijo Argüello, muy dado a las frases redondas.

Lo cierto es que tienen razones Argüello y Cobo para hacer piña. Porque encaran el acuciante reto de la exigencia de explicaciones, responsabilidades y reparación por la pederastia en la Iglesia. Fuera, a las puertas de la sede, en la madrileña calle Añastro, un pequeño grupo de "víctimas" o "supervivientes" de abusos y sus familiares se lo recordaba manifestándose este martes, como ya hicieron el lunes.

Argüello y Cobo, una vez elegidos, tuvieron el gesto de salir a saludar y a prometerles escucha. Las trayectoria de uno y otro hacen que el segundo, Cobo, tenga en este campo una credibilidad de la que no disfruta el primero, Argüello. El cardenal arzobispo de Madrid es reconocido como uno de los dignatarios de la Iglesia más sensibles con las víctimas y más determinados a actuar. El arzobispo de Valladolid está lejos de un estatus así.

Una "pequeña" cantidad de "pequeños casos"

Argüello, durante su etapa como secretario general de la CEE entre 2018 y 2022, tuvo que lidiar directamente con la pederastia. Le tocó vivir en un puesto de máxima visibilidad el paso desde el negacionismo a la progresiva aceptación –siempre con reservas y resistencias– del problema, punto al que fue llegando bajo presión del Vaticano.

La huella de la gestión de Argüello durante aquella transición muestra a un hombre convencido de que la Iglesia era víctima y no responsable. Su intervención más sonada tuvo lugar en noviembre de 2021, cuando tras una asamblea plenaria de la CEE afirmó que la pederastia en la Iglesia se reducía a una cantidad "pequeña" de "pequeños casos", "seguramente" menos de mil en ochenta años sumando todos los publicados. Un número "mínimo", añadió, aunque subrayó su gravedad "cualitativa". Y esa pequeña cantidad contrastaba, dijo, con los "millones de niños, adolescentes y jóvenes" con relación con la Iglesia. En este vídeo se puede ver su respuesta a partir del minuto 41.

En aquella misma comparecencia, Argüello protestó por el trato que se daba a la Iglesia: “¿Por qué el foco [se pone] solo en la Iglesia católica? [...] ¿Se ha pedido una investigación general o una implicación al Comité Olímpico o a la FIFA o a la federación deportiva de turno?”.

En 2022 comenzó una serie de declaraciones contra la investigación oficial de la pederastia en la Iglesia. Primero afirmó que la aprobación en el Congreso de los Diputados de una comisión situaba a los obispos ante una "trampa saducea". Después fue el encargado de anunciar que la institución no abriría sus archivos para la comisión del Defensor del Pueblo. En noviembre de aquel año Argüello fue sustituido como secretario general y portavoz por César García Magán. Y desde la primera comparecencia este dejó claro que el nuevo discurso iba a ser más duro que el de Argüello. Era necesario "incrementar" los esfuerzos, dijo García Magán marcando claramente distancias con el tono anterior, para afrontar un problema que había "contaminado" a la Iglesia.

Ya fuera del núcleo duro de la CEE, Argüello siguió siendo fiel a su línea de criticar las investigaciones externas. Cuando el Defensor del Pueblo presentó su informe, de cuyos resultados se deduce que ha podido haber más de 400.000 víctimas, Argüello señaló que se trata de un trabajo "discutido y discutible". Así cerraba un círculo abierto en 2019, cuando fue quien puso voz al anuncio de que el protocolo antiabusos de la Iglesia no contemplaba indemnizaciones para las víctimas. Su tesis ha sido siempre la misma: la cuota de responsabilidad de la Iglesia en el conjunto del problema es "mínima". Jamás ha negado la importancia "cualitativa", pero cree que "cuantitativamente" el problema es "pequeño".

La voz de tres víctimas

La pederastia no es un caso cerrado en la Iglesia. Organizaciones de víctimas y familiares aún apuntan contra la institución el dedo acusador. La CEE no ha hecho público su anunciado "plan de reparación". Está por ver hasta dónde llegan las compensaciones económicas, si las hay. La propia auditoría encargada por la Iglesia al despacho de abogados Cremades & Calvo Sotelo, presidida por un miembro del Opus Dei, sugiere que sí ha habido encubrimientos y hasta destrucción de expedientes. La Fiscalía considera que hay margen para investigar. Los frentes abiertos son variados. Y con este panorama la CEE ha elegido a Argüello como rostro y voz.

Javier, víctima de abusos en Seminario Menor de La Bañeza (León), que prefiere no decir sus apellidos, no se muestra sorprendido. "Los obispos en su mayoría son conservadores y eligen a un conservador que minimiza los abusos, que desprecia a las víctimas. Eso es lo que [Argüello] ha hecho hasta ahora. Imagino que como presidente seguirá la misma línea", afirma Javier, que destaca que los comentarios de Argüello apuntando a abusos fuera de la Iglesia, por ejemplo en el mundo del deporte, para minimizar la importancia relativa de los ocurridos dentro le hicieron "mucho daño".

"No sé cómo pretenden barrer la cocina de los demás cuando no tienen su cocina barrida. Es un estrategia como poco infantil, el 'yo sí pero tú más', que hace mucho daño a las víctimas", dice. En medio de ese diagnóstico oscuro, contrasta la elección de Cobo como vicepresidente. "Me alegra. Porque es... iba a decir más progresista, pero lo dejaría en que es mejor persona y más humano y más cercano al que sufre, como tiene que ser un buen cura, y menos príncipe de la Iglesia". A juicio de Javier, que el lunes se manifestó a las puertas de la sede de la CEE, la primera obligación de Argüello es sentarse con el Gobierno, al que hace corresponsable de la búsqueda de soluciones.

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Miguel Hurtado, que sufrió abusos en la adolescencia en el grupo scout de la Abadía de Montserrat, rechaza la "falsa dicotomía entre conservadores y aperturistas". "En el tema de los abusos, todos son igual de malos. Es verdad que hay un discurso que suena mejor –que habla de lo terribles que son los abusos, que dice que hay que defender la dignidad de las víctimas y repararlas– y otro discurso que suena peor. Pero a la hora de la verdad, al mirar el comportamiento, la forma de abordar el problema, no hay grandes diferencias", afirma. ¿Qué marcaría una auténtica diferencia? Según Hurtado, la Iglesia ha demostrado su "incapacidad para autogestionarse", así que las soluciones tendrían que venir impuestas y ser de entrada tres: una, "garantías de no repetición" e "imprescriptibilidad de los abusos"; dos, "vías garantizadas de reparación de las víctimas" que a su juicio no pueden venir del "plan de reparación" de la CEE; y tres, "rendición de cuentas".

"Está claro que la Iglesia no puede abordar el problema por sí misma. Han enterrado el informe de Cremades, dejándose fuera 300 casos, entre ellos el mío. La pelota está en el tejado del Gobierno. Y ante eso los obispos, con la elección de Argüello, se están enrocando", afirma.

Juan Cuatrecasas, padre de una víctima de abusos en el colegio Gaztelueta del Opus Dei de Leioa (Vizcaya), no sólo rechaza las posiciones de Argüello sobre la pederastia, también sobre personas Lgtbi, transexualidad, mujeres... "Por todo ello, su elección no es una buena noticia, pero hay que echar mano a la esperanza y darle al menos [de margen] los cien primeros días", afirma Cuatrecasas, cuya experiencia con Argüello es haberse reunido como representante de Infancia Robada con el que entonces era secretario general de la CEE. "Nunca habló de medidas concretos, todo fue en tono genérico", afirma.

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