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La gigafactoría de Tesla en Alemania se convierte en una pesadilla para Elon Musk

Elon Musk durante una visita a la fábrica de Tesla en Alemania.

Thomas Schnee (Mediapart)

Berlín (Alemania) —

No se hizo esperar la reacción de Elon Musk a la noticia de que su gigafactoría alemana había sido saboteada en la mañana del martes 5 de marzo: "O son los ecoterroristas más estúpidos del mundo, o las marionetas de quienes no tienen buenos objetivos medioambientales. Detener la producción de vehículos eléctricos en lugar de vehículos de combustibles fósiles es extremadamente estúpido", comentó el multimillonario en la red social X. 

Alrededor de las cinco de la madrugada del martes 5 de marzo fue incendiada deliberadamente una de las torres de alta tensión que abastece al polígono industrial de Grünheide, a 35 kilómetros al sureste de Berlín. Al pie de la torre, los servicios de seguridad encontraron también una tienda de campaña con un mensaje en el que se leía: "Aquí hay enterrada munición de combate". Más tarde se demostró que era falso. 

El sabotaje tuvo consecuencias de gran alcance. La fábrica, cuando estaban empezando el turno de noche, sufrió un corte total de electricidad y tuvo que parar todas sus líneas de producción. "Doce mil empleados fueron enviados a casa el martes debido a la parada de la producción. Creemos que no podremos volver a empezar esta semana", dijo André Thierig, director de la planta, que habló de pérdidas financieras de "nueve cifras" y lo describió como un "claro ataque a su base industrial" en Brandenburgo. 

La acción provocó indignación tanto a nivel nacional como regional. El ministro-presidente del Estado federado de Brandeburgo, Dietmar Woidke (SPD), condenó "un grave atentado contra sus infraestructuras críticas, con consecuencias para miles de personas, así como para muchas pequeñas y grandes empresas del Estado federado... Si se confirma la sospecha de atentado terrorista, deberá hacerse cargo de la investigación el Fiscal General Federal", declaró. Comentarios en los que abundó la Ministra Federal del Interior, Nancy Faeser, que vio en esa acción "una enorme energía criminal". 

El ministro de Economía de Brandeburgo, Jörg Steinbach (SPD), habló de un "acto terrorista" que afectó a "decenas de miles de personas en seis municipios, así como a hospitales y residencias de ancianos, donde a veces la gente necesita oxígeno". También dijo que la apertura de la fábrica de Tesla en 2022 era una bendición para la economía de una región minera en plena reconversión. En 2023, el negocio de Tesla representó el 6% del PIB del Estado federado.  

Contra Musk, el "tecnofascista”

A mediodía, la policía de Brandeburgo y varios medios de comunicación recibieron una carta de protesta firmada por el Vulkangruppe, una organización poco conocida clasificada como de extrema izquierda por los servicios de inteligencia interior, especializado en ataques a infraestructuras energéticas: "Hoy hemos saboteado Tesla. El objetivo de nuestro sabotaje es provocar el mayor apagón posible de la gigafactoría", explica el texto, que califica a Elon Musk de "tecnofascista" y concluye así: "¡Saludos a todos los que están perseguidos, escondidos, en prisión y en la resistencia! Amor y fuerza a todos los antif@s!".  

Este grupo, que apareció en el radar de los servicios de inteligencia en 2011, es sospechoso de varios actos de sabotaje y atentados contra este fabricante de automóviles, entre ellos la quema de dos vehículos eléctricos y dos puntos de recarga en Berlín a principios de febrero. La policía de Brandeburgo también le responsabiliza de incendiar el suministro eléctrico de las obras de Tesla en 2021, que ya había criticado por no ser ni verde, ni ecológico, ni social. 

El mensaje del Vulkangruppe emitido el martes 5 de marzo no ha cambiado de tono. Acusa a Tesla de devorar la tierra, sus recursos y su gente, y de escupir a cambio vehículos SUV, máquinas asesinas y monster trucks. No sólo se acusa al fabricante de absorber excesivamente los recursos naturales y el agua de la región, los activistas también citan la actitud hostil de Tesla hacia el establecimiento de una representación de empleados digna de ese nombre y la hostilidad de la dirección de la planta contra el sindicato IG Metall. 

Este ataque se produce en un contexto muy específico. El año pasado, Elon Musk confirmó que optaba por la gigafactoría alemana, en lugar de su planta mexicana, para producir su Tesla "pequeño", un modelo de tan solo 25.000 euros. Para ello, Tesla tendrá que tomar un poco más del bosque circundante y aumentar la superficie de su fábrica en al menos 120 hectáreas, además de las 300 que ya ocupa. Con el tiempo, la producción anual deberá pasar de 500.000 a 1 millón de vehículos.  

Contaminación de los acuíferos

Según la Asociación Regional del Agua de Strausberg-Erkner (WSE), que abastece a la planta con 1,8 millones de metros cúbicos al año, la ampliación prevista tendrá repercusiones en la capa freática de la región. Se asfaltarán alrededor de un millón de metros cuadrados, lo que impedirá que el agua de lluvia drene en esa zona. Además, los edificios se sustentarán sobre 81.000 pilares de hormigón. 

En una región que ya se ha visto gravemente afectada por la sequía en los últimos años, todos estos cambios repercutirán en la reposición de las aguas subterráneas, sobre todo porque las necesidades de agua de Tesla van a aumentar. También hay una disputa entre la autoridad del agua y Tesla sobre el tratamiento del agua. Según el sindicato, Tesla sobrepasa "constante y considerablemente" los umbrales autorizados, en particular para el fósforo y el nitrógeno, con un exceso equivalente a seis veces las dosis legales. 

Esta situación es cada vez menos aceptable para la población local y las ONG ecologistas. En un referéndum publicado el 21 de febrero, 3.499 habitantes de Grünheide votaron en contra de la ampliación de la planta. Sólo 1.882 votaron a favor (70% de participación). Pero el referéndum no es jurídicamente vinculante. 

Steffen Schorcht, portavoz de la iniciativa impulsora del referéndum, duda de que el resultado de la consulta vaya a hacer cambiar a Tesla y a sus apoyos políticos. "Hemos seguido los procedimientos, hemos hablado con Tesla, hemos hablado con los políticos y las autoridades. Y no pasa nada", dice Schorcht, que sin embargo se alegra de haber recibido algunos refuerzos inesperados. Está previsto que el ayuntamiento de Grünheide dé luz verde a la ampliación en mayo. 

Ocupación pacífica

Desde el 29 de febrero, un centenar de opositores a Tesla, miembros de las iniciativas Tesla stoppen y Robin Wood, ocupan pacíficamente una parcela de bosque al este de la fábrica en señal de protesta. Ya se han instalado ocho casas en los árboles, siguiendo el modelo de la famosa ZAD (Zone d’Aménagement Différé o zona de planificación territorial aplazada, ndt) de Lützerath contra la ampliación del yacimiento de lignito de Garzweiler.  

Los activistas de Robin Wood se distanciaron claramente de la acción del Vulkangruppe: "Robin Wood es una comunidad de acción no violenta por la naturaleza y el medio ambiente, que lleva más de cuatro décadas luchando por preservar nuestras bases naturales de vida", señaló el grupo. 

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Por el momento, la policía no ha intervenido. Sin embargo, se les ha dado de plazo hasta el 15 de marzo para abandonar el lugar. Después del sabotaje a Tesla, el desalojo podría ser más rápido de lo esperado.

 

Traducción de Miguel López

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