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Derechos laborales

Las Kellys exigen al Gobierno que deje de "echar balones fuera" y las incluya en la jubilación anticipada

Dos camareras de piso cambian sábanas de la cama en un hotel

La entrevista que infoLibre ha realizado recientemente a la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz ha corrido como la pólvora entre los grupos que las camareras de piso conocidas como Las Kellys tienen en redes sociales. ¿El motivo? Una pregunta acerca de si se incluirá a ese colectivo en la jubilación anticipada que se negocia con los agentes sociales. Saiz aseguró que su departamento dialoga con organizaciones empresariales y con los sindicatos y “en lo que tiene que ver con los coeficientes reductores se está trabajando en objetivar lo que son los riesgos, físicos y psicosociales” y habrá que ver cuáles son los frutos de “ese trabajo de diálogo constante”. “Se escucha a muchos colectivos y lo que intentamos es, desde la justicia social, en este caso desde la objetivación de cuáles son los riesgos, dejar claro que la protección social para nosotros es una prioridad, pero siempre dentro del marco del diálogo y de la búsqueda de los consensos necesarios en ese tipo de situaciones”, añadía Saiz.

“Estamos muy disgustadas viendo lo que dice la ministra”, trasladan a este periódico desde ese grupo de trabajadoras, ya que creen que con sus palabras “ha lanzado balones fuera” y dicen “estar muy cansadas de eso”, de ahí que transpiren “malestar”. “Otra vez a las mujeres precarias, a Las Kellys, nos dejan al margen de un avance. Siempre se acuerdan sólo de colectivos que mayoritariamente son hombres. Las mujeres seguimos siendo ciudadanos de segunda y lo vemos con estas cosas”, lamentan. Están hartas también, confiesan, de que únicamente se interesen por las camareras de piso en determinadas épocas, como las electorales. Aseveran que no se ha reunido con ellas “ningún ministerio” para abordar sus problemas, ligados a un trabajo que las machaca por la repetición de movimientos y el peso que soportan, el estrés por las exigencias que a menudo sufren, las malas formas que tienen que aguantar o los salarios precarios. Restan importancia incluso al supuesto encuentro que el presidente Pedro Sánchez habría mantenido con ellas en Mallorca en 2022. “No fue una reunión como tal. Él fue a otras cosas, se hizo la foto y nos adelantó que iban a pedir camas elevables en los hoteles”, relatan. 

“Nos hace gracia cuando dicen que miran por las mujeres en fechas como el 8M, para ponerse la banderita de que han estado con ellas ese día”, deslizan. Y siguen: “Pringarse con las mujeres es incorporarlas a la jubilación anticipada. Y no sólo a Las Kellys, a Territorio Doméstico -espacio que lucha por el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras del hogar- y a un montón de colectivos más de mujeres que están muy cascadas porque tienen trabajos muy duros y porque ellos han permitido que estén en empresas de servicio que las explotan, no, lo siguiente, que las esclavizan”, afean.

Detrás de la etiqueta Las Kellys hay un doble juego de palabras, se bautizaron así por ser “las que limpian” y porque kellys en gaélico irlandés significa guerreras. Se esconde además tras la marca la historia de una alianza femenina que se ha expandido “al margen de todos los partidos políticos y de los sindicatos”.

Hay que remontarse hasta 2014 para encontrar el germen: un perfil de la red social Facebook de camareras de piso que congregó a un número creciente de ellas. Luego, se organizó un primer encuentro en Madrid, al que acudió “gente de Canarias y Barcelona” y fue entonces cuando “bajaron los estatutos de internet y los adaptaron a la asociación”, narran. “A partir de entonces se montó una directiva nacional”, enlazan, se extendieron a otras ciudades del país y abandonaron el verde inicial de sus rótulos “porque Vox comenzó a usarlo y no queremos compartir nada con esos señores”, aclaran. Se pasaron al blanco.

Más tarde se dieron cuenta de que “tener una coordinadora a nivel nacional no servía” porque en cada territorio, las empresas de servicio para las que trabajan “funcionan de manera distinta”. “En las zonas de costa les exigen en ocho horas hasta 40 habitaciones y en otras áreas no”, ejemplifican, por eso decidieron que cada comunidad se autogestionara. Comenzaron a caminar 80 mujeres y ahora son “80.000 y subiendo”. Algunas han “ido dejando los sindicatos a los que pertenecían, pese a haber pagado cuota durante años, para pasarse a Las Kellys”, señalan las fuentes del colectivo consultadas, aunque matizan que “hay compañeras que a título individual aún pertenecen” a alguna organización sindical. 

Los tribunales, sus aliados

Miran atrás para traer al presente el momento en que una jueza les trasladó “hace siete años”, durante la ceremonia de entrega de un premio que les concedieron en el municipio madrileño de Getafe, un mensaje: “Que los cambios los íbamos a tener que hacer judicialmente”. “No intentéis conseguirlos desde la política porque os van a escuchar, pero no van a hacer nada”, les avisó, “y así ha sido”, confirman. “Todo lo que hemos ido logrando, lo hemos ganado en los juzgados”, como el que se incluya la patología tendinosa crónica de manguito de los rotadores que afecta a los hombros como una enfermedad profesional asociada a las camareras de piso. “Se ha ganado en el Tribunal Supremo (TS) -una sentencia de 20 de septiembre de 2022 así lo refleja-, pero todavía no se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) que es una enfermedad laboral de Las Kellys”, critican.

Están empeñadas en proseguir “con la lucha” para dignificar sus condiciones de trabajo, convencidas de que “la unión hace la fuerza”. Una pelea que escalan a Bruselas cuando tienen oportunidad. De hecho, María del Mar Jiménez, una de sus portavoces, participó hace unos días en el cuarto Foro Transnacional de Alternativas a la Uberización y defendió en el Parlamento europeo que “los políticos escuchar” las “escuchan muy bien”, “pero hacer no hacen nada por nadie, que no sean los colectivos que les vengan bien en cada momento”. Desde esa convicción manifiestan ya en Madrid que en la actualidad “están apoyando a policías y bomberos. Habrán hecho sus cuentas de cuántos hay en España y de cuántos votos podrían ser para las próximas elecciones que hay este año”, lanzan.

No era la primera vez que Jiménez viajaba a la capital belga y auguran que tampoco será la última. Las Kellys no quieren restarle derechos a nadie, pero tampoco ser menos que otros. “Los políticos no se dan cuenta -engarzan- de que camareras hay -en el conjunto del país- entre 250.000 en temporada baja, y cerca del medio millón en temporada alta”, advierten, conscientes de igual modo de que muchas elecciones empiezan a ganarse en femenino. Son cálculos propios porque afirman haber pedido “muchas veces” la cifra oficial que el Gobierno tiene contabilizada “y no contestan, como en otras muchas cosas”, se quejan. Lo exponen como constatación del desinterés que, sienten, muestran por ellas. 

Persistirán en su reclamación de que “se las tenga en cuenta en la jubilación anticipada” y guerreando por sus derechos en un ámbito en el que en 2023 se incrementaron alrededor de un 12% los accidentes laborales respecto al año anterior debido a la sobrecarga de trabajo y a la falta de prevención de las empresas, de acuerdo a lo reflejado en el informe de CCOO Camareras de pisos: salud, prevención, jubilación anticipada y externalizaciones. Es, asimismo, terreno abonado para la realización de horas extra sin controlar ni pagar, más allá de los escasos salarios de partida, según ratifican desde la organización. Causas para continuar batallando no les faltan.

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