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Las aldeas galas de la socialdemocracia: solo cuatro países resisten con gobiernos de izquierdas de cara al 9J

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe en A Coruña al canciller alemán, Olaf Scholz.

Toda Europa está gobernada por la derecha… ¿Toda? No, unas aldeas pobladas por irreductibles gobiernos de izquierda resisten, todavía y como siempre, al Partido Popular Europeo. Así podría comenzar, si estuviéramos en el mundo de Asterix y Obelix, un cómic sobre cómo afrontan los partidos socialdemócratas europeos las elecciones del próximo 9 de junio, a las que llegan gobernando tan solo en cuatro países de toda la Unión Europea (España, Alemania, Dinamarca y Malta), con un candidato de 70 años, Nicolas Schmit, que, a priori, no tiene nada que hacer contra la actual presidenta de la Comisión, la conservadora Ursula Von der Leyen, y con unas perspectivas electorales poco halagüeñas. Tanto es así que el portal Europe Elects les da en su proyección una pérdida de en torno a 14 escaños con respecto a los comicios de 2019.

El último varapalo para los socialdemócratas llegaba el pasado domingo, cuando uno de sus bastiones durante la última década, Portugal, caía en manos de la derecha. La pérdida era más dolorosa si atendíamos a los antecedentes: el Partido Socialista (PS) gobernaba con mayoría absoluta tras las elecciones de 2022 con uno de los líderes de izquierdas más carismáticos de todo el viejo continente, Antonio Costa. Sin embargo, todo comenzó a torcerse a finales del año pasado, cuando un caso de corrupción salpicó al gobierno y, de forma indirecta, al presidente Costa, que dimitió de todos sus cargos

Su relevo correspondió a Pedro Nuno Santos, uno de los políticos más a la izquierda del PS, que tenía la difícil tarea de sustituir a quien fuera uno de los líderes más importantes de la Portugal moderna. Por si esto por sí solo fuera poco, Santos se aupaba al liderato cuando todas las encuestas preveían una caída tremenda de apoyo al partido. Finalmente, los peores augurios se cumplieron y el domingo el PS perdió casi un tercio de sus escaños (de 120 a 77)

Aunque a día de hoy parece que puede acabar el ajustado recuento como el partido más votado, todo indica que le será imposible gobernar. De eso se encargará casi con toda seguridad Luis Montenegro, candidato de la Alianza Democrática, aunque con una geometría parlamentaria de mucha incertidumbre propiciada por la gran subida del partido de ultraderecha Chega, cercano a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen en Francia y al extremista Alternativa para Alemania (AfD).

¿Crisis de la socialdemocracia?

La pregunta tras este nuevo varapalo para los socialistas portugueses y, por consiguiente, para los socialdemócratas europeos parece evidente: ¿Se puede hablar de una crisis en la socialdemocracia? Pedro Riera, profesor de ciencias políticas en la Universidad Carlos III de Madrid y experto en comportamiento electoral, no lo tiene nada claro: "En el caso de Portugal, me parece apresurado decir que es una pérdida estructural, es decir, creo que tendremos que esperar a unas nuevas elecciones, incluso a dos o tres para ver si lo es o no. Obviamente, no hay que restarle importancia a dejarte entre un cuarto y un tercio de los votos, pero si vemos la evolución de los votos del Partido Socialista desde la transición, no son su peor resultado, aunque sí son los peores resultados del centroderecha”, explica Riera.

En opinión del profesor, es cierto que puede existir una crisis en la socialdemocracia, pero también en el centroderecha, propiciada, sobre todo, por el ascenso de los partidos populistas y de derecha radical que han hecho que las fuerzas más moderadas y tradicionales pierdan terreno. En el caso de los partidos de izquierda, ese retroceso les ha hecho quedarse en esos cuatro gobiernos, uno de sus índices más bajos de poder de cara a unas europeas en la historia.

España, Alemania, Dinamarca, Malta

Pero ¿cuál es la pócima mágica que ha hecho resistir a los partidos de izquierdas en esos cuatro países?

La respuesta es complicada, pues los casos son muy diferentes y tienen realmente poco en común. Ni siquiera se ponen de acuerdo en sus perspectivas electorales: mientras que en España y Alemania los partidos socialdemócratas están retrocediendo en las encuestas, tanto Dinamarca como en Malta se mantienen en primera posición según la media de encuestas de Politico. En el caso de nuestro país, Pedro Sánchez continúa por detrás del PP en la mayoría los sondeos y, aunque tampoco logró ser primera fuerza en las elecciones generales del 23 de julio, pudo mantenerse gracias a los pactos con Sumar y con los nacionalistas.

La posición del SPD alemán es incluso más precaria, el Ejecutivo presidido por Olaf Scholz está sufriendo el desgaste por la desaceleración económica aparejada a la guerra de Ucrania y en el último año ha caído hasta la tercera posición en las encuestas, perdiendo 10 puntos con respecto a los pasados comicios. Por delante se ubican los conservadores del CDU y la ultraderecha de Alternativa para Alemania.

Las elecciones alemanas serán el año que viene y es posible que sus resultados lleven a los socialdemócratas a perder un gobierno más. De hecho, Sánchez es ahora mismo el líder socialista que tiene, en teoría, más tiempo por delante hasta unas nuevas elecciones. Su caso es excepcional entre los socialdemócratas europeos, ya que es el único que gobierna en coalición con partidos a su izquierda. Ni en Alemania, donde el SPD lo hace acompañado de verdes y liberales, ni en Malta, ni en Dinamarca, donde los socialistas presiden apoyados en el centro derecha, un partido socialdemócrata gobierna de esa manera. Para Riera, esto es algo que no suele pasar en Europa y, cuando pasa, suele ser más común entre la derecha, principalmente porque la extrema derecha tiene ahora mismo más potencia electoral. La situación española se explica, para el profesor, principalmente por la falta de tradición en cuanto a coaliciones en nuestro país y por la ausencia, por tanto, de grandes coaliciones entre los dos principales partidos.

En el lado opuesto de la balanza está Dinamarca, donde Mette Frederiksen gobierna con el Partido Liberal y el Partido Moderado, ambos de centroderecha. Su partido ganó las elecciones de noviembre 2022, pero por la fragmentación partidista del sistema danés, Frederiksen tuvo que llevar a cabo unas negociaciones eternas para conformar gobierno. Los acuerdos hicieron que la primera ministra danesa diera un volantazo a la política que llevó a cabo durante su anterior legislatura y cambiara a sus socios de izquierdas por una coalición con el centroderecha, algo prácticamente inédito en la política danesa.

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El último país de la Unión Europea en donde resiste la socialdemocracia es Malta, que además es el único en el que la izquierda gobierna con mayoría absoluta. Este hecho no es algo extraño, pues Malta es uno de los estados de la UE con un sistema bipartidista más perfecto. En las elecciones generales de 2022, el Partido Laborista de Robert Abela ganó los comicios al Partido Nacionalista, al que pertenece, precisamente, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, por 38 a 29 diputados

La caída de Portugal tras Suecia y Finlandia

En la otra cara de la moneda están Suecia y Finlandia, otros dos bastiones de la izquierda, que han caído, al igual que Portugal, durante la última legislatura europea. Los países escandinavos han sido tradicionalmente un lugar de dominio para la socialdemocracia, pero en las últimas elecciones, los votantes les han relegado a la oposición. Especialmente duro para esta familia política ha sido el caso de Suecia, donde la derecha moderada del primer ministro Ulf Kristersson gobierna apoyada en el partido de derecha radical Demócratas de Suecia, algo que ha supuesto fuertes críticas al PPE.

Con todo ello, la socialdemocracia, que fue el grupo hegemónico en la UE durante los primeros años, parece que seguirá perdiendo fuerza en el Parlamento y no parece que ni ellos ni el Partido Popular Europea puedan llegar al dominio que tenían antaño. “Creo que la hegemonía es una cosa del pasado porque lo que te supone es ganar claramente unas elecciones en diferentes partes a la vez y hacerlo de manera sostenida en el tiempo, lo cual es altamente improbable. Este concepto de hegemonía político-electoral de una corriente es muy complicado, porque el votante se ha vuelto muy heterogéneo y ofrecer un paquete de medidas que contente a muchos votantes a la vez y en diferentes sitios, es muy complicado”, concluye Riera. 

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