BURBUJA HOTELERA
El enigma de San Bartolomé de Tirajana, el municipio con la misma ocupación hotelera de Madrid y Barcelona
El turismo sigue arrojando cifras al alza. Las pernoctaciones en establecimientos hoteleros aumentaron un 19,1% el pasado mes de marzo respecto al mismo mes de 2023, y superaron los 24,5 millones en la totalidad del país. Se cubrieron el 55,1% de las plazas ofertadas, con un ascenso anual del 6,8%. Andalucía, Cataluña y Comunidad Valenciana fueron los destinos principales de los viajeros residentes en España, con el 20,3%, 13,5% y 12,9% de las pernoctaciones, respectivamente, según la información difundida por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y las regiones del mapa español que eligieron principalmente los turistas extranjeros fueron Canarias, Cataluña y Andalucía, con el 38,3%, 16,0% y 15,2% del global, en el mismo orden.
Y hay una circunstancia significativa: los puntos turísticos con más pernoctaciones fueron Barcelona, Madrid y San Bartolomé de Tirajana, un municipio canario que no alcanza los 54.000 habitantes, frente a los más de 3,2 millones que tiene la capital de España y los más de 1,6 millones que pueblan la ciudad condal. Mientras en la localidad isleña la renta bruta media es de 25.646 euros, según estadísticas de la Agencia Tributaria, la de Madrid es de 41.176 y la de Barcelona de 39.523 euros.
San Bartolomé de Tirajana tiene una extensión de poco más de 333 kilómetros cuadrados, aunque es el municipio más vasto de la Isla de Gran Canaria. Desde el punto de vista climático, por su ubicación, se caracteriza por las precipitaciones escasas y las elevadas temperaturas, lo que ha supuesto un factor favorable para el desarrollo turístico, sumado a que cuenta con la Reserva Natural Especial de Las Dunas de Maspalomas, conformada por una amplia extensión de aproximadamente 404 hectáreas, un gran campo dunar, una charca y un palmeral. El conjunto está rodeado por un cinturón vegetal, que sirve de refugio y de lugar de nidificación a la avifauna y es una de las franjas costeras más visitadas de Europa.
Si alguien pretende comprar una vivienda en San Bartolomé tendrá que desembolsar 3.860 euros por metro cuadrado, a la luz de la información que maneja el portal Idealista, y, por lo que respecta al alquiler, el coste fue de 19,2 euros el metro cuadrado el pasado marzo, esto es, un 10,7% más respecto al mismo mes de 2023. En la localidad han proliferado los hoteles y apartamentos para acoger a los visitantes, ya que, según fuentes municipales, en temporada alta, que abarca desde noviembre hasta marzo y está vinculada a la marca Maspalomas, la ciudad “multiplica por once su población”. Se estima que en la ciudad hay abiertos 72 hoteles, a la luz de información del INE, y el número de plazas ofertadas fue de 44.413, según Epdata.
¿Puede un punto poblacional como San Bartolomé soportar una presión turística similar a la de las capitales Madrid o Barcelona?
Oferta de sol y playa para competir con Egipto o Turquía
Yilenia Vega, la concejala de Turismo del Ayuntamiento, defiende que “el destino turístico Maspalomas Costa Canaria se ha desarrollado desde los años 60, con una oferta de sol y playa que destaca por una temperatura de 24 grados casi los 365 días del año” y una costa “paradisíaca”. “A esto hay que añadir la calidad del servicio que ofrece a los turistas el personal que lleva décadas dedicándose a la hostelería y aportan un valor añadido”, sostiene. Es más, asegura que no sólo se sitúan “como el municipio de mayor número de pernoctaciones después de Madrid y Barcelona”, sino que compiten “con destinos internacionales como Turquía o Egipto”, ya que, “al igual que ellos”, ofertan “sol y playa”, pero además son “garantes en otros servicios como sanidad o seguridad”. Vega anota que cuentan con “un 40% de turistas repetidores, que año tras año eligen Maspalomas Costa Canaria para pasar sus vacaciones o que vienen atraídos por celebraciones como el Carnaval de Maspalomas o la Maspalomas Pride”.
Reconoce que, sobre todo entre noviembre y marzo, la población pasa de los casi 54.000 vecinos habituales a los 600.000, mientras el resto de meses del año reciben “una media de 250.000 turistas”. La concejala admite que “todo este crecimiento supone que se tengan que sobredimensionar los servicios que se ofrecen para la población local como limpieza, seguridad, sanidad, transporte… sin contar con un presupuesto extra que lo pueda sufragar”. De ahí que, “a través de la AMT, la Alianza de Municipios Turísticos de la que Maspalomas Costa Canaria forma parte, se esté trabajando” para que enclaves como San Bartolomé sean calificados de “'municipio turístico' para mejorar la financiación y garantizar la calidad y suficiencia en la prestación de servicios”. Mediante la unión de fuerzas buscan “lograr la tan necesaria financiación por parte de las administraciones supramunicipales”.
Una huella ambiental creciente
Más allá de lo financiero, hay otro rastro que dejan las “hordas de turistas”: el ambiental. Fuentes de grupos activistas locales manifiestan que “las construcciones de complejos hoteleros y de infraestructuras turísticas variadas”, junto a “la ocupación de las playas por hamacas, innumerables sombrillas…” y “el constante trasiego de personas”, han “dañado las dunas” y han provocado “la alteración de la flora y de la fauna autóctonas”.
Eugenio Reyes, portavoz de la federación canaria de Ecologistas en Acción, Ben Magec, avisa de que San Bartolomé de Tirajana se ha transformado en “una burbuja turística fuera de contexto, donde los turistas llegan y sólo tienen el hotel y uno de los sistemas dunares más complejos del planeta, como es el de Maspalomas, con una charca con flujos migratorios de aves de Europa, África y América, que está a punto de colapsar, porque el impacto ambiental del turismo es brutal”. Es más, afirma que “ha habido incluso épocas de grandes concentraciones de heces fecales en la propia charca y el perfil de la playa está prácticamente muriendo por la densidad de gente que circula por allí en las etapas duras”, dice en alusión a los picos de concentración de visitantes.
“Recientemente —enlaza— tuvimos una situación grave porque una empresa de promoción artística enterró 1.000 euros en el espacio natural protegido y montaron un destrozo brutal porque acudieron miles de personas con palas y rastrillos para escarbar”. A su juicio, formado sobre la base de años de activismo verde, “las dunas están condenadas a morir”. “Han perdido el 40% del perfil costero, se están erosionando, porque toda la urbanización que las envuelve por fuera del espacio natural las colapsa, las dinámicas hídricas y eólica han cambiado y ya no es un sistema dunar abierto. No tienen nada de arena”, lamenta. De hecho, aporta que “hace unas semanas tuvieron que sacar camiones” de esta de hoteles, como consecuencia de que “han destrozado la vegetación que tenían las dunas por debajo para su suministro de agua y se están convirtiendo en un cementerio de arena putrefacta”, se queja. Y remarca: “La situación es lamentable, cuando la charca pierde agua, lo que queda es un lodo negro de heces fecales”.
En su opinión, el universo que orbita en torno a San Bartolomé se ha convertido en “ejemplo de donde se ha asesinado a la gallina de los huevos de oro”. ¿El motivo? “Se ha degradado el espacio y con el cambio climático va a desaparecer la playa y quedarán miles de hoteles y edificaciones, con las que algunos se han hecho ricos, para nada”, vaticina.
Un modelo insostenible en el tiempo
Para Reyes, “la cantidad de residuos que se genera” por el monocultivo del turismo “es un problema” que provoca que, por ejemplo, “con las lluvias, se inunden hoteles y apartamentos porque el barranco, que era muy abierto, muy plano y extendido por el sistema dunar, lo entubaron, lo hicieron muy pequeñito, como si fuera una acequia de cemento, y el agua se desborda. O se actúa para recuperar el barranco, o llegaremos tarde”, advierte.
Desde los colectivos convocantes de las protestas organizadas bajo el lema “Canarias tiene un límite” amplían el foco a todas las islas para exponer que la actividad turística desplegada en ellas necesita de “enormes cantidades de materiales y de recursos energéticos” de los que no disponen, al tiempo que genera “ingentes toneladas de residuos y elementos contaminantes” que no son capaces de asimilar.
Creen que es “un modelo de desarrollo económico insostenible mucho más en el tiempo”, dado que tendría que ser alimentado por un archipiélago “27 veces mayor” de lo que es el real. Para muchos allí los turistas son ahora molestos como un zumbido lento, “poco compatibles” con el estilo de vida que reivindican.