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La letra pequeña del CIS: El PSC gana en el laberinto catalán pero sigue en el aire la gobernabilidad

El primer secretario del PSC, Salvador Illa, interviene durante un acto político, en Errebal Plazia, a 18 de abril de 2024, en Eibar, Gipuzkoa, País Vasco (España).

Rafael Ruiz (Logoslab)

Pistoletazo de salida de una campaña electoral decisiva para el futuro de Cataluña y para la estabilidad del Gobierno de España. A diferencia de las vascas, donde salvo sorpresa mayúscula ya se sabía de antemano el gobierno resultante de los comicios y su lectura nacional, en el laberinto catalán las cosas son más complejas. En primer lugar porque la aritmética no garantiza una suma clara, ni de independentistas, que van al alza, ni de izquierdas, que van a la baja por las dudas de Esquerra. En segundo lugar porque, ocurra lo que ocurra, Junts tiene la sartén por el mango con sus escaños imprescindibles en el Congreso de los Diputados.

Todo parecía más encarrilado en noviembre del año pasado cuando el CEO (el CIS catalán) apuntaba a una suma de 70 escaños –la mayoría es 68– entre PSC y ERC. Ese resultado abría la puerta a un gobierno transversal que rompía 15 años de política de bloques, pero la posición ambigua de los republicanos, sin acabar de decidirse, ha acabado por desbaratar esta suma que hoy se queda en 65 diputados, complicando aún más la salida del laberinto.

En los últimos días han publicado encuestas Sociométrica, GESOP, 40dB, CEO y el CIS. Las tres últimas con tablas en abierto, lo que nos permite vislumbrar con qué expectativas afronta cada partido estas elecciones. El análisis independiente de Logoslab de los datos internos del barómetro preelectoral del CIS hecho público este jueves, con un trabajo de campo de cerca de 9.000 entrevistas, deja la siguiente fotografía electoral:

El principal interrogante a resolver es si el independentismo volverá a sumar mayoría. Aunque es vox populi que las relaciones entre Junts y ERC están en su punto más bajo, una aritmética soberanista con Junts a la cabeza es un escenario que hace 6 meses parecía lejano y ahora mismo está cerca de producirse. Pese a que los indultos y la posterior amnistía han desinflamado la calle y normalizado el humor político del independentismo, el resultado de las elecciones generales les ha dado alas y lo complica todo. En estos momentos Junts + ERC + CUP suman 66 asientos, a 2 de la mayoría. 67 si sumamos a Alianza Catalana, que entra por Girona y está a punto de hacerlo por Barcelona. Si los de Sílvia Orriols alcanzan el 3% en la provincia barcelonesa obtendrían 3 escaños más para la causa independentista, que podrían detraerlos de cualquiera de las fuerzas restantes, pero que cuanto menos aseguraría la mayoría de 68 para formar gobierno. Otra cosa es que se pongan de acuerdo. Si Alianza Catalana es indispensable añadirá otro ingrediente más de inestabilidad en un juego de equilibrios demasiado frágil para sumarle un nuevo actor. Y aun sin ponerse de acuerdo, ¿quién va a descabalgar a Puigdemont de la presidencia si suma el independentismo? Desde luego no el PSOE, que depende de sus votos en Madrid. Con este panorama de fondo no es descabellado vaticinar otro periodo de bloqueo en Cataluña que condicionaría la política nacional.

Varias consideraciones:

1.- Tanto el CIS, como la práctica totalidad de institutos de opinión coinciden en destacar el efecto revulsivo de la vuelta de Puigdemont, que podría mantener el 20% de 2021. Saca ya 3 puntos y 6 escaños de ventaja a Esquerra.  

La vuelta del líder fugado se traduce en un incremento de la fidelidad electoral de Junts, que el año pasado se situaba en torno al 70% y hoy estaría en el 76%, pese a la irrupción de Alianza Catalana, que se alimenta de sus votantes. Lo que ha logrado Puigdemont es despertar a un electorado dormido. Ha sacado de la abstención a miles de independentistas que estaban desmovilizados. Recordemos que el resultado del independentismo en las últimas elecciones generales fue el más bajo en décadas, perdiendo hasta un 46% de apoyos respecto a los resultados de 2019, aunque paradójicamente su influencia en Madrid ha sido más alta. La encuesta de la propia Generalitat pronosticaba en otoño de 2023 que en caso de elecciones en Cataluña la suma de Junts, ERC y CUP se quedaría lejos de la absoluta.

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2.- Esquerra atraviesa un momento complicado. Lo de sorber y soplar al mismo tiempo le está costando muchos votos. Necesita más Rufián y menos Aragonés. La pregunta no es si va a caer, es cuánto. Si las elecciones fueran hoy sacaría un 17%-18% de los votos, que es lo que da la media de encuestas publicadas. Supondría perder más de 3 puntos respecto a las últimas elecciones. La matriz de voto de Esquerra es ahora mismo un queso gruyere, tiene vías de agua abiertas a Junts (87.000 votos), al PSC (74.000), a los Comunes (20.000), a la CUP (13.000), a la abstención (28.000) e incluso a Alianza Catalana (14.000). Y la valoración que hacen los catalanes de la gestión del gobierno autonómico es deficitaria: casi un 60% la valora como mala o muy mala.

3.- El PSC tiene garantizada la victoria y mejorará su resultado a costa de los comunes, de ERC y de la abstención. Si en 2021 estuvo en el 23% no es descartable que escale por encima del 25% o 26%. Illa está ante una nueva oportunidad de romper los bloques y hará del voto útil pragmático un caudal del que sumar apoyos. Ya lo está haciendo. La amnistía está pasando factura en el conjunto de España, de identidad mayoritariamente uninacional, pero no así en Cataluña, donde la comprensión plurinacional del PSC encuentra apoyos en una franja importante del electorado, mayoritariamente “constitucionalista”, pero también en el independentismo menos beligerante. Prueba de ello es que hasta un 12% de votantes de ERC podrían optar hoy por el PSC, después de muchos años sin movimientos significativos entre bloques. 

4.- El bloque “resistencialista” que aglutina a los partidos contrarios a la amnistía crecería en votos y escaños. En 2021 cosecharon 20 diputados y ahora lograrían 24, que podrían ser alguno más si Ciudadanos da la campanada y mantiene representación, algo que descartaban todas las encuestas pero no así el CIS. Dentro de este bloque la victoria se la disputan PP y Vox. Aunque llevamos meses viendo sondeos que sitúan al PP claramente por delante de Vox, la diferencia se ha estrechado en las últimas semanas, en una dinámica que empieza a ser habitual. En 2021, a un mes de elecciones, se llegó a estimar en 7-8 escaños el resultado que sacarían los de Alejandro Fernández y finalmente tuvieron que conformarse con 3 asientos. El PP libra una doble batalla en estas elecciones, la primera, con el 8,9% y 12-13 escaños, la tiene ganada que es mejorar su resultado. Pero la pieza de caza mayor no es esa, es superar a Vox. Ese es el pulso principal que se dirime en la derecha en Cataluña. El PP podrá cuatriplicar sus escaños y será un buen resultado, pero el éxito definitivo lo definirá su posición relativa en relación al partido de Abascal.

Vox, con el 7,9% y 11 escaños está cerca de mantener representación y competirle el espacio al PP. Ahí habrá codazos. Garriga tiene entre sus votantes mejor valoración (7,0) que Fernández entre los suyos (6,5), lo que abre la puerta a una campaña en la que habrá movimientos ante la ausencia de voto útil de derechas. 

El tercero en liza es Ciudadanos, al que casi todos dan por finiquitado, incluido el CEO catalán, pero que con los números del CIS –2,5% en el conjunto de Cataluña– estaría cerca de entrar por Barcelona, lo que supondría mantener 3 escaños en el Parlament y un halo de esperanza en el lugar que lo vio nacer.

5.- Los comunes y la CUP juegan la baza de ser llave de gobierno pese a estar a la baja. Yolanda Diaz necesita una alegría en Cataluña, que el independentismo se quede a las puertas y Sumar sea imprescindible para una solución de izquierdas. Ambas aritméticas podrían darse, aunque para ello debe sostener la posición actual, que ya supondría retroceder 2 escaños respecto a 2021, de 8 a 6.  En cuanto a la CUP, pasa algo parecido, su objetivo es que haya una suma independentista que le haga ser imprescindible, pese a que podrían bajar de 9 a 6 escaños. No es la primera vez que se ven en esta situación y al final salvan los muebles. 

6.- La sorpresa y el factor descontrolado lo pone Alianza Catalana. Lo adelantábamos al inicio de este artículo. La formación de Silvia Orriols, escisión del Front Nacional de Catalunya calificada de extrema derecha y que enarbola la bandera de la lucha cerrada contra la inmigración, entraría por Girona y posiblemente por Barcelona, logrando la mayoría de sus votos de las filas de Junts, pero pescando también contra natura en caladero de Esquerra, CUP y la abstención. Si tres gallos en el mismo corral ya se antojaban muchos, cuatro, con orientaciones ideológicas radicalmente opuestas parece un puzzle demasiado complejo para el independentismo. Pero en Cataluña las cosas nunca son fáciles. 

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Todo ello, sin tener en cuenta el efecto desconocido del anuncio que haga Sánchez el lunes, que podría modular estos resultados. Pronto lo sabremos.

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Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.

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