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Bruselas trata de sancionar por fin el comercio marítimo de gas ruso sin penalizar el abastecimiento nacional

Barco metanero en la planta de exportación de gas Yamal LNG, al norte de Rusia, en 2019.

La compra de gas natural a Rusia mediante barcos es uno de los pocos sectores donde la Unión Europea todavía no ha metido mano dos años después de la invasión de Ucrania. El comercio de cemento, acero, gasolinas, carbón o aparatos tecnológicos tienen fuertes restricciones o incluso están prohibidos, pero no el gas natural licuado (GNL), que es imprescindible para garantizar unos precios estables de la energía. Sin embargo, la Comisión Europea prepara por primera vez sanciones para esta materia prima que consistirían en prohibir las importaciones de gas que luego se revende a terceros países, una medida de poco calado que sería simbólica, según los expertos.

Los diplomáticos y analistas de la Comisión negocian estos días con los Estados miembros prohibir el uso de puertos europeos para realizar trasbordos de gas licuado, según han trasladado estos días fuentes europeas a diferentes medios de comunicación. Por el momento no hay ningún documento formal sobre la mesa, pero se espera que en la próxima semana haya una propuesta pública de sanción. A diferencia de otras medidas anteriores, el bloqueo no afectaría a la propia materia prima, que se puede seguir importando, sino que evitaría que Rusia use estaciones de almacenamiento europeas para luego exportar su gas a terceros países, principalmente países asiáticos.

Ignacio Urbasos, analista energético del Real Instituto Elcano, explica que en este caso Bruselas apueste por "sanciones indirectas centradas en complicar la logística" del gas ruso. "Su impacto no debería afectarnos demasiado porque va destinado a dificultar contratos de exportación grandes, principalmente a China e India, que pasan por dos terminales de gas licuado, una en Francia y otra en Bélgica", afirma el experto. Para que las sanciones salgan adelante necesitarán unanimidad entre los 27 países, y serán Francia y Bélgica quienes tendrán que dar el visto bueno y renunciar a los ingresos que reciben por hacer de intermediarios en estas operaciones. De hecho, Bélgica construyó en 2019 un tanque específico para estas operaciones.

Estas dos terminales de almacenamiento son importantes para Rusia porque entre los meses de noviembre y junio las aguas del norte del país están congeladas y sus grandes metaneros no pueden operar, puesto que zarpan desde la terminal Yamal LNG, en el extremo norte del país, en el Mar de Kara. En su lugar, deben utilizar barcos rompehielos más pequeños que acercan el gas hasta el norte de Europa. Allí, las terminales de Zeebrugge (Bélgica) y Montoir-de-Bretagne (Francia) sirven para mover la carga a barcos más grandes que luego llevan el gas hacia Asia u otros lugares, incluyendo descargas puntuales en países europeos. Daniel Stemler, reportero de Energy Intelligence afincado en Madrid, coincide en que el principal afectado de esta sanción será China, que tiene un contrato anual de compra a Yamal LNG de 4,2 bcm de GNL, y durante los meses de invierno necesita la ruta europea para recibir el combustible.

El impacto que tendría en España esta medida no está claro, según los expertos consultados, porque importa muchísimo GNL desde Rusia, pero es difícil saber qué porcentaje utiliza las terminales francesas y belgas en su ruta. Urbasos cree que quizás algunos de los metaneros que llegan al puerto de Bilbao se verían afectados por las sanciones. También sufriría el tráfico de gas licuado europeo en general, con retrasos en toda la red por la reducción de los barcos disponibles. Dániel Stemler opina que la península dejaría de recibir algunos metaneros que hacen la ruta Yamal LNG-Zeebrugge-España. Pone de ejemplo que este año han llegado ya cinco metaneros de PetroChina mediante este recorrido.

El paquete de medidas contra el gas licuado incluiría además la sanción a tres instalaciones de regasificación de gas que Rusia está construyendo para ampliar sus exportaciones por barco. Bruselas apunta a Arctic LNG 2, UST Luga LNG y Murmansk, tres terminales en construcción que necesitan maquinaria, barcos e ingeniería occidental para su construcción, así como países europeos que después compren allí el gas. La francesa TotalEnergies ha tenido una relación histórica muy estrecha con Novatek, la principal empresa rusa de exportación de gas licuado, y es la única energética europea que sufrirá directamente las sanciones. TotalEnergies tiene un 20% del accionariado de Yamal LNG y un 10% de Artic LNG 2. También hay empresas chinas y japonesas comprometidas en estos proyectos.

España duplica la compra de GNL ruso

La mitad del gas licuado que exportó Rusia el año pasado fue a la Unión Europea, lo que demuestra el alto valor que tiene el mercado comunitario para las arcas del Kremlin. A diferencia del gas que entra por tubería, que está muy debilitado tras la guerra, el GNL que compra Europa no proviene de empresas estatales rusas, pero sí de compañías que indirectamente financian la guerra a través de sus impuestos, y este argumento es que llevan meses repitiendo políticos y activistas en Bruselas para cesar las importaciones. El Centre for Research of Energy and Clean Air (CREA), un centro de investigación finlandés, calcula que desde que comenzó la guerra, la UE ha pagado a Rusia el equivalente a 420 euros por cada ciudadano a cambio de combustibles, incluyendo gas, petróleo y gasolinas.

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El escenario bélico tampoco impide que las importaciones de GNL sigan en máximos. En 2023, la Unión Europea se hizo con 20,5 miles de millones de metros cúbicos (bcm, en la jerga del sector) de gas licuado ruso, una cifra calcada a la de 2022 y muy superior a los 14,9 bcm de 2021. En total, el 13% del gas que llegó al continente el año por barco fue desde Rusia, y Bélgica, España y Francia fueron los principales compradores, según cifras de la consultora Kpler. En España el crecimiento es mucho mayor: en 2023 importó un 104% más de GNL que en 2019, 7,4 bcm.

Los expertos insisten que las sanciones que prepara la Comisión son residuales y no cortarán el flujo de gas ruso a Europa, que es lo que reclama Ucrania y muchos ministros y diplomáticos de los 27 países. "Son sanciones indirectas porque falta voluntad política para que haya sanciones completas", apunta Ignacio Urbasos. "Ese tipo de medidas requieren unanimidad, y tenemos a países como Hungría que se posicionan en la esfera rusa y otros como España o Francia que tienen grandes contratos comprometidos para importar GNL ruso", añade. En el caso de España, el experto se refiere a que Naturgy tiene un pacto para comprar cada año 3,5 bcm a Yamal LNG hasta 2038.

Pese a la enorme exposición de España a esta materia prima, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha reclamado en varias a la Unión medidas para frenar la llegada de GNL ruso. "Necesitamos una posición común de Europa, y no de cara al futuro, sino lo antes posible, dijo a principios de marzo antes del Consejo de Ministros de Energía. Pero añadió que el paquete tendría que venir de la Comisión para que sea coordinado y ningún país se quede fuera. "¿Y si lo prohíbo unilateralmente y llega a través de Francia?", añadió entonces la ministra. Ribera también envió una carta a las energéticas españolas el año pasado para reclamar que en la medida de lo posible rompiesen relaciones con las energéticas rusas.

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