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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Los europeístas retienen la mayoría a pesar de la fuerte subida de la ultraderecha en Francia y Alemania

La presidenta de la Comisión Europea y candidata del Partido Popular Europeo (PPE) a repetir en el cargo, la alemana Ursula von der Leyen, celebra junto al presidente de Partido Popular Europeo, Manfred Weber, tras conocer los resultados de las elecciones europeas.

Todo cambia, para que nada cambie. En unas elecciones europeas marcadas en rojo en el calendario, con el peligro del ascenso de la extrema derecha y con una posible mayoría alternativa que tentara al Partido Popular Europeo (PPE) a mirar a su derecha, los resultados dan un panorama de mayorías similar al de 2019. Pese a las victorias de los extremistas en Italia y Francia y su segunda posición en Alemania, los tres países que envían más representantes a Estrasburgo, la gran coalición y la llamada “mayoría Von der Leyen”, compuesta por conservadores, socialdemócratas, liberales y verdes, resiste y podrá reeditarse una legislatura más en Estrasburgo. Algo que ya ha confirmado la propia presidenta de la Comisión, que después de sus guiños a Meloni ha llamado a construir “un bastión contra la extrema derecha".

Eso sí, la protagonista del nuevo Parlamento Europeo es la fragmentación. El PPE es la fuerza hegemónica, con amplia ventaja sobre el segundo, con 185 diputados, les siguen los socialdemócratas de S&D con 137, los liberales de Renew Europe con 79, y a continuación llegarían los dos grupos de extrema derecha, los Conservadores y Reformistas con 73 e Identidad y Democracia con 58. A gran distancia se colocan unos verdes muy mermados con 52 y The Left con 36. Además, el nuevo Parlamento deja un gran número de escaños de partidos no inscritos, ya que en él se encuentran tanto Fidesz, el partido de Viktor Orban, como los extremistas de Alternativa para Alemania. Para contextualizar las subidas y bajadas de escaños se debe tener en cuenta que esta legislatura se elegían más escaños (720) que los que había en el anterior parlamento (705).

La extrema derecha basa casi la totalidad de su subida en los países grandes de la UE, pero en el resto, su desempeño ha sido menor de lo esperado. Los países escandinavos han sido la clave para parar el auge de los ultras. Tanto en Suecia, Dinamarca y Finlandia el descalabro de las fuerzas de extrema derecha ha sido tremendo, con pérdidas incluso de la mitad de sus apoyos. Además, en Holanda, por ejemplo, el Partido de la Libertad de Geert Wilders ha perdido frente a la coalición socialdemócrata después de haber ganado las anteriores elecciones nacionales. En Polonia, uno de los grandes bastiones de los ultraconservadores, el Partido Ley y Justicia (PiS) ha caído a la segunda posición por primera vez en casi una década superado por el partido europeísta del presidente polaco, Donald Tusk. Y en Portugal, Chega pierde 9 puntos de apoyo con respecto a las parlamentarias. 

Pese a ello, es evidente que la extrema derecha va a tener la capacidad de condicionar aún más la política europea. Pese a que no logran hacer caer la gran coalición europeísta, la extrema derecha tiene una fuerza que el PPE podrá usar en votaciones concretas para establecer una mayoría alternativa a la de gobierno. Esta técnica, impulsada por el líder de los conservadores en la Eurocámara, Manfred Weber, ya ha dificultado las votaciones a los europeístas durante la legislatura pasada, por ejemplo, para aprobar la Ley de Restauración de la Naturaleza. 

Otra de las incógnitas está en cómo se organizará la extrema derecha. Su fuerza unida podría mirar a los ojos a los dos grupos más numerosos de la Eurocámara, pero ahora mismo hay más dudas que certezas en esa posible unidad. Por una parte, Fidesz debe decidir si continuar en los No Inscritos, grupo en el que están después de su expulsión del PPE, o unirse a alguno de los grupos de extrema derecha (parece que lo más probable es su incorporación a ECR). También está la duda del futuro de ID. Con la expulsión de AfD se queda sin uno de sus principales socios y ya durante las semanas previas a la campaña Le Pen había intentado un acercamiento a Meloni que parece no haber tenido éxito. Con todo ello, la unidad de la extrema derecha parece posible pero improbable.

Terremoto político en Alemania

El gran terremoto de la noche se ha dado en Alemania, donde el mapa político que ahora dibujan los escaños del Bundestag ha girado 180º. Los conservadores moderados de la CDU han ganado, como ya hicieron en 2019, las elecciones con los mismos escaños que sacaron hace 5 años. Su victoria confirma el cambio de tendencia que vive Alemania desde hace un par de años, con un ascenso de los conservadores moderados y un retroceso de las fuerzas del Gobierno. 

Pero la gran campanada de la noche la ha dado la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), un partido con vínculos neonazis y que durante esta campaña ha estado en el centro de la polémica por las palabras de su candidato principal, Maximilian Krah, donde decía que nunca diría que “todo el que llevase un uniforme de las SS era automáticamente un criminal”. Unas declaraciones que provocaron la expulsión del partido del grupo ID y el rechazo de Le Pen y de Salvini, entre otros. De hecho, a partir de esas palabras, AfD parecía perder fuerza e incluso algunas encuestas preveían un empate técnico entre ellos y los socialdemócratas, algo que finalmente no se ha producido. 

El ascenso de los extremistas se basa principalmente en el descontento de una Alemania que vive uno de los peores momentos económicos y sociales de los últimos tiempos, sobre todo en el este del país, la antigua parte soviética, donde han sido primera fuerza. El crecimiento de AfD también ha sido exponencial entre las personas más jóvenes, siendo el partido que más aumenta (12 puntos) entre las cohortes de edad de entre 18 y 24 años. En la misma franja, el Partido Verde, hasta ahora el más exitoso entre la juventud, pierde 24 puntos de apoyo. 

El ascenso de la derecha radical más extrema se ha combinado con un tremendo descalabro de los socialdemócratas. El SPD, el partido del canciller alemán, Olaf Scholz, ha cosechado su peor resultado histórico, cayendo hasta un 14% de los votos y con solo 14 escaños, 2 menos que en 2019. Las fuerzas que gobiernan en coalición con Scholz tampoco han tenido su noche, los liberales han aguantado su resultado de 2019, pero Los Verdes han sufrido otro desastre. El partido ecologista, que en 2019 había sido segunda fuerza obteniendo 21 eurodiputados cae hasta los 12, perdiendo por el camino 8 puntos. Por otra parte, la fuerza de rojiparda de Sarah Wagenknecht irrumpe con el 5% de los votos y 6 escaños, quedando en tercer lugar en Alemania del este.

La victoria histórica de RN deja muy tocado a Macron

En Francia, el segundo Estado miembro que elige más miembros del Parlamento Europeo, se han cumplido los pronósticos y la extrema derecha ha arrasado completamente. Reagrupamiento Nacional (RN) ha ganado las elecciones europeas por tercera vez consecutiva, pero en esta ocasión lo han hecho doblando al segundo y con un 30% de los votos, una barrera que no se superaba en Francia en unos comicios de este tipo desde 1984. Un resultado que deja muy tocado a Emmanuel Macron y a su partido, que por poco ha salvado los muebles y ha mantenido la segunda posición frente a los socialistas. El golpe ha sido tan duro que el propio presidente ha disuelto inmediatamente la Asamblea Nacional y ha convocado elecciones legislativas, algo completamente inédito tras unos comicios europeos. Las legislativas, a diferencia de las europeas, no suelen ser tan exitosas para los de Le Pen históricamente.

La campanada de la noche la han dado los socialistas que de estar al borde de la desaparición después de las presidenciales, donde su candidata Anne Hidalgo tan solo obtuvo el 1.74 %, han pasado a mirar de tú a tú a Macron. Con un perfil europeísta y moderado, su candidato, Raphaël Glucksmann, ha convencido al 14% de los franceses, colocándose a solo 1 punto de Macron. Detrás de los socialistas y a bastante distancia queda La Izquierda Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, que mejora su resultado de 2019 pero queda a mucha distancia del resultado obtenido por su líder en las presidenciales, en las que quedó cerca de Le Pen. 

Meloni gana, pero el PD se recupera

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Por su parte, en Italia también se han cumplido los pronósticos. Meloni, que simbólicamente se presentaba como cabeza de lista de su partido a estas europeas, ha ganado las elecciones con el 28% de los votos. Un resultado que la refuerza tanto a nivel nacional como internacional, ya que será la voz de la extrema derecha en Europa. Detrás de ella se ha colocado un recuperado Partido Democrático (PD), que bajo el nuevo liderazgo de Elly Schlein (la cual también iba como número uno) ha recortado levemente distancias con respecto a Meloni. La gran decepción de la noche en el país ha sido La Lega del vicepresidente Matteo Salvini. De ganar las europeas con un 34% ha pasado a caer al quinto lugar con apenas un 8% de los votos en unas elecciones donde ni siquiera el fundador del partido, enemistado con Salvini, les ha votado.

En el este, el ascenso de la extrema derecha también se ha dejado notar en países como Austria o Eslovaquia. En el caso de los eslovacos, la victoria ha sido para los liberales del PS, que han superado a Smer, el partido populista y prorruso del primer ministro, Robert Fico, el cual fue tiroteado pocas semanas antes del inicio de la campaña electoral. Sin embargo, llama la atención la irrupción de Republika, una formación extremista y con vínculos neonazis que se fundó en 2021 y que, de no haber entrado en el parlamento en las últimas elecciones del país, ahora sube hasta un 13%

En Austria, la victoria ha sido para el Partido de la Libertad (FPÖ), una formación extremista que estuvo en la coalición de gobierno hace unas legislaturas, con el canciller Sebastian Kurtz como jefe del Ejecutivo. Con su resultado (6 escaños) doblan su representación en Estrasburgo y mandan un mensaje a los dos partidos moderados que, tradicionalmente, han dominado la política del país, el ÖVP y el SPÖ, en unas elecciones europeas que no se le habían dado bien tradicionalmente a los ultras. 

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