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GALICIA

El día en el que la derecha perdió el poder urbano en Galicia

Lores, Orozco y Bello, en los primeros meses de sus mandatos en 1999 como alcaldes de Pontevedra, Lugo y Ferrol; y Castrillo, en un acto con Fraga en vísperas de las municipales.

David Lombao

Praza.gal —

Tal día como hoy de hace veinticinco años, el 14 de junio de 1999, Galicia despertó políticamente en un escenario inédito. Y, sobre todo, en un escenario con repercusiones a más largo plazo del que, posiblemente, podían llegar a imaginar sus protagonistas a aquellas alturas. 

Las elecciones municipales celebradas en la víspera habían traído consigo una amplia victoria en votos y ediles del PP de Manuel Fraga , con más del 45% de los sufragios. Pero con una caída a respeto de las anteriores de casi dos puntos y medio que, sumada a las diversas subidas locales del PSdeG (que había retrocedido punto y medio en el total) y al empuje del BNG (5,4 puntos de crecimiento en el conjunto de Galicia), propició una pérdida de la hegemonía en el poder urbano que un cuarto de siglo y seis elecciones municipales después aún no ha logrado recuperar.

Los resultados de las urnas combinados con el entendimiento posterior de PSdeG y BNG –cuya suma quedaba apenas dos puntos del porcentaje de votos del PP– propició que los populares pasaran de gobernar cinco de las siete principales cidadades (Vigo, Lugo, Ourense, Pontevedra y Ferrol) a quedarse solo con la alcaldía ourensana. Desde entonces, no volvió a haber mayoría de alcaldías del PP en las ciudades gallegas y, como máximo, llegaron a controlar tres a la vez: Ourense, Vigo y Ferrol (2003-2007) y A Coruña, Santiago y Ferrol (2011-2015).

La fuerza que había ganado más poder urbano en aquellas municipales de 1999 en forma de alcaldías había sido el BNG. De un golpe había logrado los bastones de mando que ostentaba el PP en la ciudad más poblada del país, Vigo; en otra en la que siempre que había gobernado la izquierda había sido con una alcaldía del PSdeG, Ferrol; y en una plaza histórica de la derecha, Pontevedra. Lois Pérez Castrillo, Xaime Bello y Miguel Anxo Fernández Lores se estrenaban en un terreno en buena medida ignoto para una formación soberanista que dos años antes había logrado superar el PSdeG en las elecciones gallegas.

El BNG también había experimentado un ascenso muy pronunciado en Lugo donde, no obstante, había quedado por detrás del PSdeG de Xosé Clemente López Orozco. Habían conformado un gobierno prácticamente paritario (7 socialistas, 6 del Bloque) de la mano de la nacionalista Blanca Rodríguez Pazos en una ciudad que había sido hasta entonces monocultivo de la derecha con diversas combinaciones.

En las siguientes elecciones, las de 2003, Castrillo y Bello no lograrían repetir. En Ferrol, el PP había logrado sumar junto a una escisión de la derecha en Ferrol, y en Vigo el PSdeG había superado al Bloque y habían tejido una precaria coalición que apenas duraría ocho meses, antes de una moción de censura que situó en la alcaldía a la popular Corina Porro. Sí repitió Lores con el BNG ya como fuerza más votada y de nuevo en coalición con el PSdeG. Y también Orozco, en su caso con mayoría absoluta.

Ambas ciudades, Pontevedra y Lugo, no mudarían de color político en la alcaldía desde entonces y, en el caso de Pontevedra, tampoco de alcalde. Con altos y bajos electorales, Fernández Lores logró revalidar el bastón de mando en hasta seis ocasiones. Así lo conmemora estos días el BNG pontevedrés con la presentación del libro Unas pinceladas sobre Lores, de María Núñez y César Mosqueira, en el que celebran "veinticinco años construyendo Pontevedra" con el foco puesto, sobre todo, en el modelo urbano de la ciudad.

Hasta 2015 la veteranía de Lores en la alcaldía era compartida por el socialista Orozco en Lugo. Fue entonces cuando optó por retirarse para acceder a las exigencias del resto de la izquierda local, que exigió su marcha para apoyar una nueva investidura del PSdeG a causa de las imputaciones judiciales que pesaban sobre él, todas ellas archivadas años después. No obstante, la alcaldía siguió teniendo color socialista en solitario o en coalición con el BNG, primero con Lara Méndez y, desde comienzos de este año, con Paula Alvarellos. Este 13 de junio el PSdeG celebró el que consideran "un hito histórico para el socialismo gallego".

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Aunque en algunos casos por estrecho margen, desde aquel 1999 los populares no volvieron a lograr levantar el bastón de mando en Pontevedra ni en Lugo. El PSdeG les sucedería en Vigo desde 2007, cuando Abel Caballero accedió en alianza con el BNG por primera vez a un cargo que desde 2015 ejerce apoyado en amplias mayorías absolutas.

Aquellas municipales de 1999 supusieron todo un hito en la política gallega no solo por remover bastiones de poder institucional en pleno fraguismo. También por inaugurar una era de acuerdos entre PSdeG y BNG (y viceversa) que no solo se ceñirían a las ciudades donde sumaban ediles de sobra para gobernar. También los extendieron a diputaciones, donde fueron logrando mayorías y en 2005, al Gobierno de la Xunta.

Esta hegemonía de la izquierda en el poder institucional de las ciudades que, incluso en etapas de crisis para socialistas y nacionalistas continuó por la vía de las mareas municipales, es frecuentemente señalada como muestra de la capacidad de las opciones progresistas gallegas para tejer mayorías de gobierno. Pero también como espejo de lo que debería ser una realidad en el ámbito gallego y solo aconteció una vez. No en vano, uno de los grandes retos de estas fuerzas en las convocatorias electorales más allá de las municipales, especialmente en las gallegas, es la activación del electorado progresista urbano.

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