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Los medidores de calidad del aire de 20 euros que permiten delimitar zonas dañinas para la salud

Vehículos en la carretera A-6 durante la operación retorno por Semana Santa, a 31 de marzo de 2024, en Madrid.

Casi tres cuartas partes de los españoles desconocen si el aire que respiran es o no saludable. Y la calidad de los datos que se recogen es escasa en muchos casos, con uno o dos medidores por ciudad, y algunos de ellos ubicados incluso en parques o fuera del casco urbano. Los expertos lamentan que esta dimensión de la salud esté tan olvidada pese a que la contaminación atmosférica produce ingresos diarios en hospitales y miles de muertes cada año en España. Ante la falta de información, algunas organizaciones han creado redes vecinales para analizar el aire de sus barrios y presionar a los gobernantes para que tomen medidas.

Ecologistas en Acción lleva tres años instalando junto a decenas de colegios de la península unos medidores que cuestan entre 20 y 30 euros y que han permitido constatar que la calidad del aire que respiran los niños en su día a día es de mala calidad. Este año estudiaron 114 escuelas de ciudades como Oviedo, A Coruña, Sevilla y Cartagena, y determinaron que ningún centro cumple con los estándares saludables de la Organización Mundial de la Salud. De hecho, que el 90% de los colegios analizados incumple incluso los estándares que están a punto de entrar en vigor en la Unión Europea con la nueva directiva de calidad del aire. En estudios anteriores tuvieron resultados similares en ciudades como Madrid, Barcelona o Granada.

Ecologistas en Acción emplea en su análisis unos dosímetros llamados Palmer que fijan a las farolas durante un mes para medir la calidad del aire en el entorno escolar. Consisten en un pequeño tubo de cristal con un filtro interior que absorbe el dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los tres elementos que más impacto tienen en la salud de las personas, junto con las micropartículas en suspensión y el ozono (O3). Este sistema de dosímetro es uno de los mecanismos más baratos del mercado y los adquieren a través de los centros de investigación de la Universidad de Valencia y la Politécnica de Madrid. El precio incluye el análisis de laboratorio del filtro, y el reciente estudio de 114 colegios les costó menos de 3.000 euros, según afirman.

Esta fórmula low cost para medir la calidad del aire se ha popularizado en los últimos años ante la rigidez de los sistemas públicos de medición, que son caros y estáticos. Aunque no aportan tanta información, los métodos más asequibles son igualmente fiables, y la propia Organización Mundial Meteorológica (WMO, por sus siglas en inglés) los considera "una herramienta clave para compensar los vacíos de las redes de monitorización locales". Londres es uno de los ejemplos más desarrollados, con una red de 100 medidores avanzados que miden NO2 y micropartículas de menos de 2,5 micras (PM2,5). Utilizan un modelo más avanzado que cuesta unos 3.500 euros por dispositivo y que permite ver la situación de la ciudad en tiempo real en internet.

En España, la información sobre la calidad del aire es muy poco accesible para el ciudadano, y el análisis de los datos es una odisea, según Ecologistas en Acción, que lleva desde 2005 elaborando informes nacionales. Para producir el de 2023, que publicaron este miércoles con datos de 785 estaciones, participaron una veintena de personas y tuvieron que pedir información a decenas de administraciones porque las comunidades autónomas —las responsables de esta información— usan metodologías diferentes, y unas publican los datos brutos y otras no. Pero el mayor problema es que la red pública de detectores es muy limitada y la mayoría de la población vive en zonas sin medición.

En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, hay 52 estaciones fijas de medición, 24 de ellas en la capital, mientras que ciudades de más de 100.000 habitantes como Alcorcón, Alcalá de Henares o Getafe solo tienen un medidor. Por no hablar de su ubicación, otro de los grandes problemas. En Móstoles está en el interior de la arboleda del Parque Liana, y en Alcobendas en el Parque de Andalucía, a las afueras de la ciudad. Un caso paradigmático es el protocolo de alerta por niveles de riesgo por ozono en la ciudad de Madrid, que solo avisa a través de la web, de la aplicación móvil o a quienes se han registrado para recibir el aviso por SMS, de manera que la inmensa mayoría de la población ni se percata.

Carmen Duce, coordinadora de Ecologistas, es una de las pioneras en elaborar mediciones con herramientas low cost. Comenzó en Castilla y León en 2020, debido a que la Junta, diez años antes, desinstaló las estaciones con valores más elevados y los llevó a zonas con menor tráfico. "Lo denunciamos durante años y no nos hicieron caso, así que decidimos instalar nuestros propios medidores. Y efectivamente, comprobamos que las nuevas ubicaciones daban valores más bajos", señala Duce. Tras el éxito de esa campaña decidieron iniciar los estudios en los colegios, puesto que los niños son uno de los colectivos más vulnerables.

La investigadora del Instituto de Salud Global, Mònica Ubalde, también ha participado en numerosos muestreos de calidad del aire en entornos escolares en Barcelona, y en todos ellos han utilizado estos dosímetros para medir el NO2. La razón es que este contaminante es el más ligado a la circulación de los coches porque se expulsa por el tubo de escape, y el objetivo de su investigación era comprobar cómo afectaba a la salud de los colegios la eliminación del tráfico cercano. En un estudio que elaboraron entre 2021 y 2023 en colaboración con la Universidad de Barcelona, concluyeron que instalar zonas de paseo y juego en la calzada que daba acceso a las escuelas para acabar con el tráfico redujo entre 2 y 6 microgramos por metro cúbico la concentración media de NO2 en el centro.

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"La evidencia científica sobre el impacto en la salud de la contaminación en enorme. Un estudio concluyó que la mitad de los casos de asma infantil en Barcelona se atribuyen al NO2 y a las micropartículas. En los niños afecta al desarrollo cognitivo, y la atención que prestan en clase es menor en colegios de zonas con mala calidad del aire", explica Ubalde. También afecta a los adultos, y la exposición a largo plazo de los contaminantes genera problemas respiratorios, cardiacos, de salud mental y en el aparato endocrino. En la Unión Europea se calcula que más de 300.000 personas fallecieron en 2021 de manera prematura por la contaminación, principalmente por inhalar micropartículas.

Un medidor en la bicicleta

Otro de los proyectos ciudadanos de medición de contaminantes más importantes de España lo realiza la asociación ConBici, un grupo de ciclistas preocupados por la salud en las ciudades. Marian Sintes, coordinadora de Salud de la organización, explica que, como médico, estaba muy preocupada por el impacto de la polución. Y como no estaban convencidos de que los medidores de su ciudad, Valencia, fuesen suficiente para medir la calidad del aire, decidieron tomar sus propias mediciones.

En su caso, emplean un dispositivo del tamaño de una mano que traen de Estados Unidos por unos 250 euros y que enganchan a las bicicletas. Mide la concentración de partículas inferiores a 2,5 micras, como pueden ser polen, resto de polvo, metales pesados y otros elementos que flotan en el aire de la ciudad. Otra diferencia frente al dispositivo que utiliza Ecologistas en Acción, es que este proporciona información en tiempo real, y a medida que recorres la ciudad en bicicleta, conoces la calidad del aire de las zonas que has atravesado. "Hemos visto que los picos de contaminación se producen sobre las 9.00, cuando la gente entra a trabajar. Mejoraríamos mucho la situación con solo preparar planes de transporte colectivo a las oficinas y promoviendo el uso de la bicicleta", resume Sintes.

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