Kamala Harris, una sonrisa para combatir todo lo que odia Trump

Kamala Harris interviene ante la convención de la Federación Americana de Profesores en Houston.

Kamala Harris representa todo lo que odia Donald Trump. Es mujer, es negra, es lista y siempre parece estar de buen humor. Tras la renuncia de Joe Biden a la carrera presidencial, ella es la encargada de poner el discurso misógino del republicano ante el espejo. El presidente condenado por abuso sexual que presumía de “agarrar a las mujeres por el coño” tendrá que enfrentarse cara a cara a la fiscal que procesaba a hombres como él.

“En el contexto actual de volatilidad en el voto, Kamala no llega demasiado tarde porque hay candidatos que se presentan prácticamente sin ser conocidos y que, en pocas semanas, consiguen darle una vuelta a unas elecciones. Con este movimiento, ya han conseguido cambiar el foco de la campaña del atentado de Trump al relevo en el Partido Demócrata”, explica Roberto Rodríguez Andrés, profesor de la Universidad de Comillas y experto en Comunicación política. 

Kamala Harris ha sido pionera en muchas cosas. De madre india y padre jamaicano, fue la primera mujer en ocupar el cargo de fiscal general del estado de California. La primera vicepresidenta de Estados Unidos. Y, dentro de cuatro meses, podría convertirse en presidenta si consigue vencer a Donald Trump. “El gran caballo de batalla que tiene, aparte del voto de las minorías, es el voto femenino que históricamente en Estados Unidos es muy importante”, añade Rodríguez Andrés. 

El positivismo como bandera 

Kamala Harris representa a una generación de mujeres que cada vez tienen más voz en la primera línea de la política y el anhelo de muchas otras de ser lo que quieran ser. En su primer discurso como vicepresidenta, puso sobre la mesa el poder de su historia personal como mujer que ha roto muchos techos de cristal. “Aunque seré la primera mujer en este cargo, no seré la última. Porque cada niña pequeña que esté viéndonos esta noche ve que este es un país de posibilidades”, dijo. 

Así recuerda este discurso la periodista y excorresponsal en Nueva York María Ramírez en su libro Kamala Harris, la primera (Flash, 2021). “No dejaba de sonreír. Es uno de sus gestos más habituales. Es rara la entrevista que no interrumpe con risas que acaban en carcajadas muy sonoras. El optimismo que transmite es parte de lo que quieren, de lo que necesitan los estadounidenses para seguir creyendo en su país”. 

Sin embargo, desde hace años, uno de los mayores ataques machistas que recibe es precisamente por el tono de su risa. Trump ya la ha bautizado como “Kamala la risitas”, pero ese entusiasmo puede ser una potente herramienta electoral, ya que, en cualquier campaña, el estado de ánimo es fundamental para movilizar a ese electorado propio que en otras elecciones se quedó en casa y evitar que esta vez se vaya también a la abstención. 

El viernes, Michelle Obama señalaba “la capacidad de llevar luz y esperanza” de Harris en el mensaje de apoyo que la respaldaba como candidata. Su optimismo tiene fuerza por el contraste con el tono agresivo, catastrofista y grave de Trump. Eslóganes como “make America laugh again” (hagamos que América ría otra vez), en respuesta al lema de Trump, ya forma parte del merchandising de la campaña de los demócratas. 

La libertad frente a la misoginia 

En su primer spot de campaña, con una canción de Beyoncé como banda sonora, sienta el que posiblemente será uno de los grandes conceptos de su campaña: la libertad que otorgan derechos sociales como la defensa del aborto o el acceso a la sanidad. “En estas elecciones tenemos que enfrentarnos a una pregunta: “¿En qué tipo de país queremos vivir?”. Hay gente que cree que deberíamos ser un país de caos, miedo y odio, pero nosotros elegimos algo diferente, elegimos libertad”, dice en el vídeo.

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Desde que se anunció su candidatura, Trump ha endurecido su discurso contra ella. La tacha de marioneta por ser mujer, la llama “loca” o la acusa de los errores de Biden y de encubrir su deterioro mental. Además, las redes sociales y los canales extremistas se han llenado de insultos, mensajes misóginos y racistas y teorías de la conspiración como el bulo que asegura que llegó a la política con favores sexuales. 

Harris ha sido cuestionada por su posición no muy definida en temas como la inmigración ilegal y la subida de impuestos durante esta legislatura. Dos temas sensibles en Estados Unidos y que, según los expertos, pueden decidir muchos votos. Aunque su historia personal tiene fuerza, también tendrá que enfrentarse a los clichés y prejuicios de una sociedad americana que la va a juzgar con más dureza simplemente por ser mujer. 

“No podemos ponernos en la cabeza del votante europeo porque nos equivocaremos. Nadie pensaba que Donald Trump podía ganar y ganó. El electorado medio de Estados Unidos es esa América rural en la que el hecho de que una candidata sea mujer y negra todavía sigue pesando mucho. Hillary Clinton ya sufrió el machismo, Obama sufrió el racismo y en el caso de Kamala Harris estas son dos cosas que también le pueden perjudicar”, concluye Rodríguez Andrés.

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