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EL FUTURO DE LA LEGISLATURA

Asignatura pendiente: el Gobierno busca que los datos económicos ganen peso en el debate político

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

“Les deseo unas felices vacaciones, que descansen porque me imagino que septiembre también vendrá intenso”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se despedía así de los periodistas el pasado miércoles tras la rueda de prensa para hacer balance del curso político. Durante su comparecencia se centró principalmente en los datos económicos del país, pero los titulares los acapararon la querella contra el juez Juan Carlos Peinado y el preacuerdo entre el PSC y ERC para la investidura de Salvador Illa en Cataluña.

Y algo que en el Palacio de La Moncloa tienen, como reconocen fuentes gubernamentales, como una de las grandes asignaturas pendientes es hacer que cale el discurso económico en el debate público, que no se olviden en segundos los titulares sobre los datos del crecimiento y de la creación de empleo, que la percepción social sea mayor de cómo avanza el país. Es un lamento que hacen en privado miembros del Consejo de Ministros, que admiten que no logran que la economía esté en primera plana.

El propio presidente del Gobierno se lo ha fijado como uno de los principales retos para la legislatura e incluso verbalizó esa situación durante el debate en el Congreso para presentar las líneas generales del futuro plan de regeneración democrática: “El 90% de los españoles se ven expuestos a noticias falsas de manera recurrente. Al 86% les cuesta distinguirlas. Los bulos se comparten un 70% más rápido en las redes. Por eso el 18% de los españoles cree que nuestra economía está en crisis cuando es una de las más prósperas. El 34% de los ciudadanos teme que alguien ocupe su casa cuando este problema afecta a menos del 0,06% de las viviendas”.

La gran paradoja de las encuestas

En el Gobierno ven con preocupación mes tras mes las respuestas del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre la percepción económica. En el último sondeo, el 65,4% de los españoles decía que su situación era muy buena o buena, pero posteriormente se imponía con un 55,1% la población que califica el escenario económico español como “malo” o “muy malo”. El paro sigue apareciendo como el principal problema en un momento en el que, en cambio, está en su dato más bajo desde hace 16 años.

“Las buenas noticias no suelen ser noticias”, repiten en el Gobierno, pero creen que deben hacer el esfuerzo para que calen entre la sociedad. Durante su comparecencia, Sánchez puso el foco, por ejemplo, en que la economía “va como un tiro”. España está creciendo a un 2,9%, por encima de las previsiones, y ya hay más de 21,6 millones de personas ocupadas. Para el Ejecutivo es esencial que se vean estos datos también con el complemento de una perspectiva social con factores como la reducción de la temporalidad y el aumento salarial. A todo ello se suma el incremento del índice de confianza internacional.

En el Gobierno también son conscientes de que estos datos económicos tienen también un reverso de preocupación: la creciente preocupación por la vivienda. Muchos socialistas en privado reconocen que este puede ser el gran problema del Ejecutivo en los próximos años, ya que el mercado sigue disparado y la gente joven tiene casi imposible acceder a un hogar, lo que puede provocar el desapego de las nuevas generaciones hacia el partido. Sánchez quiere que sea uno de los temas centrales de la legislatura y prevé que sea el asunto mollar de la Conferencia de Presidentes que se celebrará tras el verano.

Cuerpo busca su sitio

El Ejecutivo busca además darle más protagonismo al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que accedió a la cartera después de la salida de Nadia Calviño para presidir el Banco Europeo de Inversiones. La Moncloa quiere resaltar la figura del nuevo titular y ponerlo en un lugar más destacado. Por ejemplo, el pasado martes salió en la rueda de prensa posterior del Consejo de Ministros para tratar de vender un “supermartes” de datos económicos, como él mismo dijo, al conocerse un crecimiento del 0,8% del segundo trimestre respecto al primero y el descenso interanual de la inflación en seis décimas para colocarse en un 2,8% principalmente por el abaratamiento de la electricidad y de los alimentos, además del descenso en ocio y cultura.

En el tenso clima político, en cambio, la economía ha desaparecido también de la primera línea de la oposición después de haber estado en los años anteriores clamando por la supuesta llegada de una crisis económica. La estrategia de los populares pasa ahora por obviar al ministro Cuerpo y que los datos económicos apenas se cuelen en el debate público y en los rifirrafes en las Cortes Generales. La orden de Génova 13 al grupo parlamentario ha sido clara: evitar al ministro de Economía, no registrar preguntas en la sesión de control contra él y poner el foco en la titular de Hacienda, María Jesús Montero, pero para temas más políticos y de partido. Ni siquiera han colocado a algunos de sus portavoces del área, como Jaime de Olano y Juan Bravo, a seguir los pasos del ministro y convertirse en azotes del departamento.

El propio Alberto Núñez Feijóo evita hablar de economía y apenas saca el tema cuando se enfrenta en el Congreso a Sánchez. El popular ha decidido que su línea de acción de oposición pase por temas principalmente relacionados con Cataluña, la amnistía y los pactos del PSOE con sus socios. Esto supone además abandonar la bandera económica que el PP siempre ha ondeado frente a la izquierda como supuesta mejor garantía del crecimiento y de empleo.

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Cuerpo tiene un perfil más técnico que político pero tampoco quiere rehuir el debate con carácter progresista. De hecho, su discurso tras el traspaso de cartera con Calviño, su gran valedora para el ascenso, fue toda una oda al ascensor social potenciado por la izquierda y sus palabras remarcaron un componente de clase sobre su familia extremeña y el esfuerzo desde su abuelo para que estudiaran las nuevas generaciones. El mensaje que traslada estos días es:  "Somos conscientes de que todavía queda mucho trabajo por hacer, pero las reformas y medidas de política económica están permitiendo mantener unos excelentes datos macroeconómicos que también se están trasladando a lo micro, mejorando la situación y perspectivas económicas de familias y empresas".

Los presupuestos, prueba de fuego

Después del verano, el Gobierno tiene varias pruebas de fuego económicas. La más importante es la elaboración de los presupuestos generales. El Ejecutivo se llevó este mes de julio un varapalo por el voto negativo de Junts a la senda de déficit, por lo que tendrá que presentarla otra vez en la Cámara Baja. Es el primer paso para las cuentas públicas, que ahora mismo no tienen asegurados los votos, especialmente mirando a los de Carles Puigdemont y su enfado por el pacto entre el PSC y ERC para investir a Salvador Illa. Para el Ejecutivo es esencial sacar ese proyecto de ley para demostrar que es viable la legislatura y no tener que ir a otras elecciones anticipadas.

Pero, además, se debe concretar ese acuerdo que supone la creación de un concierto económico para Cataluña con la consiguiente cesión del cien por cien de los impuestos. Este paso ha levantado en armas a una gran parte del PSOE, como la federación extremeña, la tierra de Cuerpo. No obstante, el propio ministro de Economía ya ha defendido públicamente el nuevo sistema respaldando las palabras de la portavoz, Pilar Alegría, tras el Consejo de Ministros de que se trata del “triunfo del diálogo”.

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