Récord en esperas, en gasto privado y en enfado: la sanidad pública continúa su deterioro poscovid
La última protesta fue en Cantabria. Más de 4.000 personas, según los organizadores, se concentraron a las puertas del hospital de Laredo para reclamar medidas al Gobierno regional. Y urgentes. No hay médicos, denunciaron. Los servicios sanitarios ya agonizan. Y la situación, por tanto, es insostenible. Sin embargo, no es un caso aislado. Las batas blancas, los fonendos y las pancartas que claman por una sanidad pública y de calidad son ya imágenes frecuentes en toda España. Casi sin excepción. La pandemia puso sobre el espejo un sistema que ya adolecía de múltiples problemas que ahora, según reflejan todos los indicadores que se van publicando, parecen ya enquistados.
El Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023 publicado este lunes por el Ministerio de Sanidad es el último ejemplo. Sus datos son tajantes y confirman lo que otros números ya habían adelantado y lo que voces expertas de profesionales y de colectivos ciudadanos llevan años denunciando: cada vez hay más listas de espera, cada vez más ciudadanos echan mano de la privada y, por ello, cada vez hay más enfado con el funcionamiento de la sanidad pública. Para muestra, un dato: en 2019, antes de la crisis sanitaria, sólo un 4,1% de los ciudadanos opinaban que era necesaria una reestructuración del sistema. Hoy son el 14,3%.
Pero para entenderlo es necesario que se analice punto a punto. Y el primero que explica la situación es el referido a la espera para ser atendido. No hay comparación. En 2023, que es el año que se analiza en el documento de casi 200 páginas del Ministerio, el 69,8% de la población esperó más de un día en conseguir una cita en su centro de salud. Nunca antes había habido un dato igual. En 2019 por ejemplo ese porcentaje fue del 50,6%; en 2022, del 67,1%.
Leamos ahora el dato contrario: en 2019 el 15,5% conseguía ser atendido el mismo día que lo solicitaba; hoy sólo tiene esa suerte el 9,1%. Y hay más: antes de la crisis sanitaria el 26,8% conseguía una cita para el día siguiente, un porcentaje que hoy ha caído hasta el 12%.
Sin embargo, en la otra cara de la moneda se encuentra la atención especializada, cuyos números, desde la crisis del covid, han mejorado de manera paulatina. Hay varios indicadores que lo muestran. El primero es el tiempo medio de espera para obtener una consulta, que ha bajado desde los 95 a los 87 días —un número similar al que había en 2019 y muy inferior al registrado en 2020, cuando esta atención se vio casi paralizada por completo.
Un paciente espera hoy, de media, 112 para ser sometido a una cirugía no urgente. Hace un año eran siete días más, prácticamente lo mismo que en 2020.
Peor atención pública, más gasto privado
En cualquier caso, es la atención primaria la que profesionales y expertos siempre califican de pilar fundamental del Sistema Nacional de Salud. Lo considera así hasta el Ministerio de Mónica García. "Seguimos pensando en atención primaria como la puerta de entrada, cuando en realidad es el director de orquesta. Nada ocurre en el sistema sanitario sin la atención primaria, que es la más efectiva, la más eficiente, la más segura y la única que nos acompaña a lo largo de la vida. Además, es la que tiene más evidencia científica sobre sus efectos para disminuir la mortalidad, los ingresos y las estancias en urgencias", señaló el secretario de Estado Javier Padilla en una entrevista en infoLibre.
Y dijo más: lo más importante es que el paciente lo valore. Y eso no pasa. Y cada vez va a peor. El informe publicado este lunes también da cuenta de ello. A nivel general, la nota con la que los ciudadanos califican el Sistema Nacional de Salud es la más baja desde el año 2012: entonces era un 6,57; hoy es un 6,27. Pero si se acerca la lupa para ver el detalle, el resultado es aun peor.
Junto con 2022, 2023 es el año de la serie histórica analizada —de nuevo desde 2012— en el que hay un mayor porcentaje de población que opina que es necesario rehacer el sistema sanitario. En concreto, lo piensa así un 14,3% —en 2022 era un 14,5%—, un porcentaje más de nueve puntos superior al que había en 2012. En paralelo, y esto parece obvio, el porcentaje de quienes piensan que el SNS "funciona bien" es el más bajo de la última década. Tan sólo un 56,7% de pacientes lo piensa, mientras que en 2012 lo hacía un 70,7%. Antes de la pandemia, en 2019, quienes pensaban de ese modo eran el 72,1%.
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Esto tiene una consecuencia muy clara. Los defensores de la sanidad pública han alertado de ella en múltiples ocasiones pero es que además cada vez hay más evidencia: cuanto peor es la calidad y la valoración de la sanidad pública, mayor es la tajada que saca la privada. En el informe se observa en el llamado "gasto de bolsillo" que hacen los ciudadanos. En 2021 —el último año analizado en el informe— los ciudadanos desembolsaron de media 484,9 euros por persona en bienes y servicios sanitarios, una cifra un 23,1% más elevada de la registrada en 2017 —393,9— y un 20,5% más alta que la de 2020 —402,2— . Pero es que, además, el porcentaje de población con "grandes gastos sanitarios" —es decir, con más de un 10% de su presupuesto destinado a sanidad— ha pasado de ser un 7% a un 10%.
Si nos comparamos con el resto de países de nuestro entorno, además, tampoco salimos demasiado bien parados. Según el informe del Ministerio, el gasto medio de la Unión Europea en bienes y servicios sanitarios durante 2020 fue de 965 en el índice Estándar de Poder Adquisitivo de Eurostat, mientras que en España fue un 6,3% más elevado: 1.026.
En este mismo sentido, el pasado mes de julio la patronal Unespa publicó los datos relativos a los ingresos del sector de los seguros privados hasta junio de este año, unas cifras que apuntalaron la idea de que, efectivamente, el negocio de la sanidad es el gran ganador de esta situación: sus ingresos en el primer semestre del año ya superaron los 6.000 millones de euros, un 7,4% más que un año antes, cuando las ganancias fueron de 5.673 millones en el mismo periodo.