'Yes, we Kam': los demócratas se suben a la ola de Kamala Harris para impedir el regreso de Trump
Puede que la democracia estadounidense esté en juego en las próximas elecciones, pero no se notaba en la cola que serpenteaba alrededor del campo de fútbol de la Universidad de Temple el martes 6 de agosto. A pesar del sol abrasador y de los chubascos, acudieron 12.000 personas a escuchar a Kamala Harris y a su compañero de candidatura, el gobernador de Minnesota Tim Walz.
En esta multitud multicultural y multigeneracional de “guerreros felices”, abundaban las camisetas en las que se podía leer “Señora Presidenta”, “Mujeres con gatos por Harris” (en alusión a las críticas a las mujeres sin hijos) y “Hombres blancos mayores por Harris y la libertad”. En otras aparece la imagen de un tacón de aguja aplastando a un mini Donald Trump. “La gente está harta del odio que vomita. No ha cambiado de tono desde 2016. El país anhela un cambio”, opina John Entrecans, que vive en las afueras de Filadelfia.
Ese día, el pabellón deportivo donde habla la vicepresidenta estaba lleno hasta la bandera, y así ha sido en todos los lugares a los que ha ido desde que Joe Biden anunció que tiraba la toalla el 21 de julio. Como una estrella del rock, a principios de agosto se agotaron todas las entradas de su gira por los Swing States, esos Estados indecisos para el resultado de las elecciones presidenciales. Muy a pesar de Donald Trump, que cuestionó el número de los que acudieron a vitorear a su adversaria.
Pero lo que más le preocupa a él es la Kamalamanía, que además se está traduciendo en donaciones adicionales, el alma de cualquier candidatura presidencial en Estados Unidos. El equipo de campaña anunció que había recaudado la cifra récord de doscientos millones de dólares en los diez días siguientes a la retirada de Joe Biden. A “Harris 2024” se unieron doscientos mil voluntarios y, en los dos días siguientes a la dimisión del actual presidente, se inscribieron en las listas electorales casi 40.000 personas, en su mayoría menores de 30 años y afines a los demócratas.
Para Lillie Smith, de 72 años, Yes we Kam es el nuevo Yes we can, el eslogan de otro famoso político mestizo. “Nos sentimos como si estuviéramos reviviendo 2008 y la campaña de Barack Obama”, dice esta mujer afroamericana de Georgia, un Estado clave del sur, a la que conoció en Indianápolis (Indiana) en una importante convención de hermandades negras a la que asistió Kamala Harris a finales de julio. “Habría votado por [Biden], pero, igual que Trump, es demasiado viejo. Kamala es una mujer competente. Va a ganar. Se lo merece. Es un magnífico modelo para cualquier mujer, sea cual sea su color de piel”.
La esperanza de una miríada de candidatos
Esta efervescencia es un buen augurio para la Convención Nacional Demócrata, que se celebrará desde este lunes 19 hasta el jueves 22 de agosto en Chicago (Illinois). Durante la convención, a la que asistirán Joe Biden, Barack Obama y los Clinton, Kamala Harris aceptará la nominación del partido como candidata a la Casa Blanca, la primera vez que una mujer no blanca llega a esta etapa.
El franco-americano Sylvain Bruni está “súper emocionado” por asistir. “La energía será máxima”, afirma. Residente en Tennessee, territorio republicano del sur del país, es uno de los más de 4.000 delegados que acudirán a la cita. Sylvain es el líder del Partido Demócrata en el condado donde vive y también se presenta a las elecciones legislativas de Tennessee. Su elección forma parte de una miríada de votaciones que se celebrarán al mismo tiempo que las presidenciales para cubrir los escalones inferiores del poder (parlamentarios federales y estatales, gobernadores, diversos cargos locales diversos, etc.).
Mientras Joe Biden estuvo en campaña, esos candidatos demócratas temieron verse lastrados por este presidente ya mayor e impopular. Pero con la llegada a escena de Kamala Harris, ese temor ha cambiado de bando. Incluso en la circunscripción rural que Sylvain Bruni quiere representar, en el este de Tennessee, la dinámica ha cambiado.
Ella no es inteligente. Y no creo que ame a nuestro país
“La candidatura de Harris no sólo está motivando a los demócratas, sino que está despertando interés entre gente que se había distanciado del partido o no lo conocían. Incluso en mi zona, que es muy republicana, estamos recibiendo mensajes positivos y solicitudes de información. Todos los días viene gente que nunca habíamos visto a nuestro local a por pancartas y carteles”, dice Bruni. “Hay un gran viento de cambio.”
A Donald Trump, sacudido por el abandono de Joe Biden, e incapaz de hacer campaña contra una mujer no blanca sin hacer gala de su racismo y su misoginia, da la impresión de que esto se le va de las manos. Lanzó una serie de ataques personales (identidad racial, aspecto, risas, etc.) contra la mujer a la que calificó de “izquierdista radical de San Francisco” que había “destruido el país y, por extensión, el mundo”. En una rueda de prensa celebrada el jueves 15 de agosto en su club de campo de Nueva Jersey, atacó sus facultades mentales, como suele hacer a menudo. “No es inteligente. Y no creo que ame a nuestro país”, dijo. Quienes en su partido le instan a centrarse en el historial de Kamala Harris más que en su persona se tiran de los pelos.
Kamala Harris también se está beneficiando de las buenas noticias en el frente económico, la principal área de preocupación del público y un área en la que Donald Trump ha sido visto hasta ahora como más competente. El jueves 15 de agosto, la Oficina de Estadísticas Laborales anunció que la tasa de inflación había caído al 2,9% entre enero y julio, su nivel más bajo desde 2021, privando al republicano de uno de sus principales argumentos de campaña sobre el desplome de los precios durante la presidencia de Biden.
Preguntas molestas
Y el viernes 16, de viaje por Carolina del Norte, un Estado que los demócratas creen ahora que podrán arrebatar a los republicanos en noviembre, Kamala Harris empezó a desvelar sus planes para construir una “economía de oportunidades”. En una línea populista, abogó por nuevas sanciones contra las grandes empresas alimentarias que “explotan las crisis y se saltan las normas” para inflar artificialmente los precios. También propuso construir tres millones de nuevas viviendas “asequibles para la clase media” y limitar el coste de ciertos medicamentos.
Sin embargo, hay críticas legítimas que hacer a la californiana, como su responsabilidad en la crisis migratoria (estuvo al frente de una misión para resolver las causas de la inmigración procedente de Centroamérica) o su silencio sobre posiciones consideradas radicales en su país, como la prohibición del fracking o la creación de un seguro sanitario universal, que defendió durante las primarias presidenciales de 2020.
De momento, a diferencia de Trump, la candidata no ha dado una rueda de prensa ni una entrevista a un gran medio nacional, para evitar tener que responder a las preguntas difíciles. Se contenta con vídeos de campaña que la muestran de forma ventajosa, como esta conversación con su compañero de lista Tim Walz sobre el candente tema de las especias...
Pero Corey Cook, profesor de Ciencias Políticas en San Francisco, cree que la etiqueta de extremista que la campaña de Trump intenta atribuirle puede calar en algunos votantes remotamente interesados en la política. “Una cosa es describir a otro hombre como radical, pero otra muy distinta es cuando se dirige a una mujer de color. Es mucho más difícil deshacerse de esa imagen para una candidata así, porque se hace eco del racismo y el sexismo de la población”, afirma. “Si Trump consigue convencer a los moderados de que ella es demasiado radical o, por el contrario, de que no tiene opiniones firmes, esto puede disuadir a algunos votantes de votarla. Es esencial que ella no se deje definir por él”.
En las inmediaciones del recinto de la convención están previstas dos marchas propalestinas el lunes 19 y el jueves 22 de agosto
De momento, Kamala Harris tiene que hacer frente a otro desafío desde dentro del partido: la izquierda pro-palestina, que amenaza con perturbar la convención, que debe ser un momento de unidad. De hecho, de los más de 4.000 delegados reunidos para el evento, una treintena pertenecen al movimiento de los Uncommitted (No comprometidos). Representan a los 700.000 votantes de las primarias demócratas que votaron en blanco en protesta por el apoyo de Biden a Israel. La delegación pretende celebrar conferencias de prensa diarias con parlamentarios y activistas, y le gustaría dirigirse al público en la convención. Esta última petición ha sido rechazada por el momento.
Sus esfuerzos se sumarán a dos marchas pro-palestinas, previstas para el lunes 19 y el jueves 22 de agosto, en los alrededores del lugar del evento, convocadas por dos centenares de grupos de diversa procedencia. Se espera la asistencia de decenas de miles de personas y el objetivo es pedir un embargo de armas americanas para Israel y un alto el fuego permanente en la Franja de Gaza.
Hasta ahora, la vicepresidenta ha dado una de cal y otra de arena sobre esta cuestión. Durante una visita a Michigan el 8 de agosto, dijo a los líderes del movimiento Uncommitted con los que se había reunido antes de un mitin que estaba abierta a un debate sobre el envío de armas a Israel, pero también hizo saber, a través de Phil Gordon, su asesor de seguridad nacional, que no estaba a favor de un embargo. También puso en su sitio a los manifestantes que interrumpieron uno de sus discursos. “Si queréis que gane Trump, decidlo”, les espetó.
Para el bando republicano, la “luna de miel” entre los demócratas y Kamala Harris no durará más allá de la convención, cuando tradicionalmente los candidatos registran una subida en su curva de popularidad. El 10 de septiembre, se reunirá con Donald Trump para su primer debate. Al no haber participado en este ejercicio desde su enfrentamiento con Mike Pence en 2020, será un momento crucial.
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Para Sylvain Bruni, no hay nada seguro. “Los demócratas tienen más voluntarios que los republicanos para hacer llamadas telefónicas, llamar a las puertas, etcétera. Pero de ahí a decir que Kamala Harris es la favorita... La elección se reducirá a muy poca diferencia”, afirma. “La convención marcará el pico de entusiasmo, pero lo más importante será la semana siguiente y las siguientes”.
Traducción de Miguel López