Israel destierra a la ONU: Netanyahu avanza en su estrategia para hacer la vida imposible a los gazatíes

Vista del campo de refugiados de Al Ein, cerca de la ciudad cisjordana de Nablus, que está gestionado por la UWNRA.

Gwenaelle Lenoir (Mediapart)

En dos votaciones y por abrumadora mayoría, los diputados israelíes han pisoteado el derecho internacional y las Naciones Unidas, y han puesto en peligro la ayuda a millones de palestinos. También han completado una auténtica operación de demolición que comenzó hace más de un año.

Si se aplican las dos leyes aprobadas por la Knesset el lunes 28 de octubre, la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos) dejará de operar en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este en un plazo de tres meses.

El primer borrador, presentado por un diputado del Likud y aprobado por 92 votos a favor y sólo 10 en contra, estipula que “la UNRWA no llevará a cabo ninguna misión, prestará ningún servicio ni realizará ninguna actividad –directa o indirectamente– en el territorio soberano del Estado de Israel”. Por “territorio soberano” se refiere aquí a Jerusalén Este, ocupada desde la guerra de 1967 y anexionada por Israel en 1980, en violación del derecho internacional. En esta parte de la ciudad se encuentra la sede de la UNRWA, que coordina las actividades de la agencia en los territorios palestinos.

Si la ley entra en vigor, los refugiados que viven en Jerusalén Este no sólo se verán privados de todos los servicios educativos, sanitarios y de apoyo social, sino que estará amenazada toda la actividad de la agencia, incluido el pago de proveedores y salarios a todos los empleados, incluso en la Franja de Gaza y Cisjordania, porque los fondos pasan por bancos israelíes.

La segunda ley, aprobada tan mayoritariamente como la primera (87 a favor, 9 en contra), revoca el estatuto diplomático de los empleados internacionales y su inmunidad, lo que facilita a las autoridades israelíes denegarles visados y permisos de residencia. También prohíbe cualquier contacto entre la administración israelí y la UNRWA, y por tanto cualquier coordinación entre la agencia y las autoridades israelíes encargadas de administrar los territorios ocupados.

Eso significaría impedir todas las actividades de la agencia ¿Cómo, por ejemplo, se puede abastecer a los campos de refugiados de materiales, alimentos y medicinas si se prohíbe el paso de camiones y otros vehículos por las carreteras?

Una campaña sistemática

El voto del Parlamento israelí (Knesset) contra la UNRWA es inédito y sienta un peligroso precedente. Va en contra de la Carta de las Naciones Unidas y viola las obligaciones del Estado de Israel respecto al derecho internacional”, declaró Philippe Lazzarini, Comisario General de la agencia, en la red social X. También señaló que “estos proyectos de ley no harán sino agravar el sufrimiento de los palestinos, en particular en la Franja de Gaza, donde la población lleva más de un año viviendo en un infierno. Privarán de educación a más de 650.000 niñas y niños, poniendo en peligro a toda una generación”.

El Director de la UNRWA señala en el mismo mensaje: “Este es el último acto de la campaña para desacreditar a la UNRWA y deslegitimar su papel en la prestación de asistencia y servicios de desarrollo humano a los refugiados de Palestina.”

Las relaciones entre el Estado hebreo y la agencia, malas desde hace varios años, han empeorado desde el 7 de octubre. “Israel ha criticado continuamente a la UNRWA y sus manuales escolares desde 1967, hasta la formación del actual gobierno de Benjamin Netanyahu en diciembre de 2022, sin que ello haya supuesto ninguna amenaza existencial para la agencia”, analiza Lex Takkenberg, que pasó treinta años en la agencia y es ahora asesor del think tank Arab Renaissance for Democracy and Development. “Han sido Smotrich [ministro de Finanzas] y Ben Gvir [ministro de Seguridad Nacional] quienes, en sus planes de anexionarse Cisjordania e incluso Gaza, han convertido a la UNRWA en un objetivo a abatir. Y Netanyahu se lo ha permitido, porque los necesita para mantener su coalición”.

Tel Aviv acusa a la agencia de ser una guarida de “terroristas”. Una versión inicial de uno de los proyectos de ley, que finalmente se abandonó, pretendía clasificarla como “organización terrorista”.

En enero, Israel acusó a doce miembros de la UNRWA de participar en las masacres del 7 de octubre, para luego añadir otros siete nombres a la lista. Poco después, se añadió una nueva acusación: se decía que cientos de empleados pertenecían a Hamás o a la Yihad Islámica, sin que las autoridades israelíes aportaran pruebas concluyentes en ninguno de los dos casos. Pero los mayores donantes de la agencia congelaron sus contribuciones inmediatamente, amenazando la supervivencia de una agencia que seguía en la cuerda floja.

La mayoría de los países, a excepción de Estados Unidos, reanudaron su financiación tras una investigación independiente sobre la neutralidad de la UNRWA, presidida por la ex ministra francesa de Asuntos Exteriores Catherine Colonna. Esta concluyó en abril que Israel “no había aportado ninguna prueba” y que la agencia seguía siendo “insustituible e indispensable”. Otra, encargada por la ONU y publicada en agosto, afirmaba que nueve de sus empleados “podrían haber estado implicados” en los atentados del 7 de octubre, pero seguía esperando información sobre los cientos de personas acusadas de pertenecer a movimientos islamistas.

Nueve empleados despedidos, de un total de 30.000, incluidos 13.000 en la Franja de Gaza, no es gran cosa.

Es mucho menos que el número de empleados de la UNRWA asesinados por el ejército israelí desde el comienzo de la guerra contra Gaza: la agencia contabilizó 205 en un informe elaborado en agosto.

Los refugiados, en el centro de la cuestión palestina

Las instalaciones de la agencia son bombardeadas regularmente por la artillería y la aviación israelíes, incluida su sede en la ciudad de Gaza y sus escuelas, reconocibles por sus colores blanco y azul y la bandera de la ONU, transformadas en todo el enclave en refugios para decenas de miles de personas.

Israel los acusa sistemáticamente de albergar “centros de mando” de Hamás o de la Yihad Islámica y afirma haber avistado allí “hombres armados”.

Los ataques son a veces menos mortíferos, pero igual de peligrosos: obstrucción de los movimientos del personal, incendio provocado de la sede en la Jerusalén Este ocupada y, hace apenas tres semanas, confiscación del vasto terreno en el que se asienta para construir una nueva colonia de 1.440 viviendas, ilegales según el derecho internacional.

Al atacar a la agencia, Israel pretende deshacerse de la cuestión de los refugiados. “La UNRWA fue la primera agencia creada para apoyar a un segmento muy importante de la población palestina: los refugiados. Es la manifestación de la continua incapacidad de la comunidad internacional para resolver esta cuestión. Es un recordatorio de que la cuestión palestina sigue existiendo. Atacándola, esperan librarse de ella”, añade Lex Takkenberg.

Los civiles ya no tendrán acceso a los alimentos, el agua y los medicamentos que necesitan para vivir. Nos parece inaceptable

Matthew Miller — Portavoz del Departamento de Estado americano

Pero, advierte Philippe Lazzarini en su mensaje en X, “poner fin a la UNRWA y a sus servicios no privará a los palestinos de su estatuto de refugiados. Este estatuto está protegido por otra resolución de la Asamblea General de la ONU hasta que se encuentre una solución justa y duradera para los palestinos”.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un mensaje publicado en X tras la votación de los dos proyectos de ley en la Knesset, repitió palabra por palabra las acusaciones contra la agencia: los empleados de la UNRWA, dijo, están “implicados en actividades terroristas” contra Israel y deben “rendir cuentas”.

Y añadió: “En los 90 días anteriores a la entrada en vigor de esta legislación –y después– estamos dispuestos a trabajar con nuestros socios internacionales para garantizar que Israel siga facilitando asistencia humanitaria a los civiles de Gaza de una manera que no amenace la seguridad de Israel”, anticipándose a la protesta que esta votación iba a provocar.

Hasta los aliados de Israel lo condenan

Incluso los aliados incondicionales de Israel, encabezados por Estados Unidos, se han mostrado contrarios a esas leyes. Matthew Miller, portavoz del Departamento de Estado americano, insistió en que la UNRWA desempeña “un papel insustituible ahora en Gaza, donde está en primera línea entregando ayuda humanitaria a la gente que más la necesita. Nadie puede sustituirla, en estas circunstancias, en medio de una crisis”. Incluso afirmó que “si la UNRWA se marcha, los civiles dejarán de tener acceso a los alimentos, el agua y los medicamentos que necesitan para vivir. Nos parece inaceptable”.

La Unión Europea, por boca de su jefe de la diplomacia, Josep Borrell, se había alarmado incluso antes de la votación en la Knesset: “Esta legislación está en flagrante contradicción con el derecho internacional y los principios humanitarios fundamentales, y no hará sino exacerbar una crisis humanitaria ya de por sí grave, bloqueando potencialmente servicios esenciales como la alimentación, la vivienda, la educación y la atención sanitaria para millones de refugiados palestinos en esos territorios.”

París se ha unido a Pekín, Moscú, Berlín, Bruselas, Londres, Dublín, Madrid, Oslo, Canberra, Berna, Liubliana, Madrid y Ammán y otros en la condena de este último paso hacia la destrucción de la UNRWA en los territorios palestinos.

El mundo se alarma: he aquí una línea roja más traspasada por Israel en su desprecio por la ONU, tras los ataques a la FINUL, bombardeada en Líbano por el ejército israelí, y al secretario general António Guterres, calificado de antisemita y vetado en territorio israelí. Así pues, aquí tenemos otro roto más en un derecho internacional que ya ha sido pisoteado, pero que sigue siendo útil. Como nos recuerda Philippe Lazzarini: “Si no logramos rechazar esos proyectos de ley, estaremos debilitando nuestro mecanismo multilateral común establecido tras la Segunda Guerra Mundial”.

Sobre todo, si la UNRWA se ve obligada a cesar sus actividades, el caos seguirá agravándose. Porque, como nos recordó António Guterres el lunes 28 de octubre, “no hay alternativa a la UNRWA”, contrariamente a lo que quieren creer los israelíes, que siempre han fracasado en su intento de encontrar una, pero han decidido volver a intentarlo.

En los últimos días se ha hablado en la prensa israelí de un tal Moti Kahana, israelo-americano, director general de Global Delivery Company (GDC), empresa descrita por Times of Israel como especializada en el rescate de personas, en particular judíos, de países en guerra (Siria, Ucrania, Yemen, Afganistán). Se ha comprometido, utilizando empresas mercenarias, a distribuir ayuda en Gaza.

Israel aprueba varias leyes para prohibir operar a la UNRWA en un duro golpe a la población palestina

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En cuanto a proporcionar asistencia sanitaria y escolar a los niños de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza, ni se menciona.

 

Traducción de Miguel López

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