Laura Casielles: "Si entendemos lo que pasa en Palestina, entenderemos lo que pasa en el Sáhara"

Manifestantes con banderas saharauis participan en una marcha convocada por la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara.

“Medio siglo basta y sobra para confundir a un pueblo con su exilio”, escribe Laura Casielles en su nuevo libro, Arena en los ojos (Libros del KO, 2024), en relación con el pueblo saharaui. La periodista y poeta asturiana recupera en su última obra la memoria de la colonización española en el norte de África, tan poco conocida como necesaria para entender el actual conflicto en el Sáhara Occidental. Mientras Marruecos ocupa la mayoría del territorio, miles de saharauis sobreviven desde hace 50 años en los campos de refugiados de Tinduf (Argelia), “los más antiguos del mundo”, recuerda Casielles en conversación con infoLibre.

La posición del reino alauí se ha visto debilitada por la reciente sentencia europea que declara ilegales los acuerdos con Marruecos para pescar en aguas del Sahara Occidental, por vulnerar los derechos del pueblo saharaui, ya que el territorio no forma parte de Marruecos según el Derecho Internacional. “No es una cuestión de opiniones”, recuerda Casielles, “hay resoluciones repetidas de la ONU y el Tribunal de la Haya que dicen que el Sahara occidental debe tener un referéndum de autodeterminación, está mandatado desde 1971”.

La sentencia contrasta con la postura de Francia y España, que han aceptado el plan de autonomía de Mohamed VI. “La autonomía, en realidad, es reconocer que el Sáhara es de Marruecos y en el mejor de los casos se le concede un poco de autogobierno a esas provincias”, aclara Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid y autor de diversos libros sobre el Sáhara Occidental y Palestina, que considera que la decisión judicial es “una bofetada” al gobierno marroquí.

“España, de acuerdo con la ley, es la potencia administradora del territorio porque no se llegó a descolonizar”, explica Casielles. “Mientras no se lleve a cabo [la descolonización], España es la potencia a quien se le pueden pedir cuentas por las violaciones de derechos humanos que se cometen todos los días en el Sáhara ocupado por Marruecos y porque no se está cumpliendo el mandato legal”. Amnistía Internacional ha denunciado el encarcelamiento de periodistas saharauis, “represión de la disidencia y el derecho de reunión pacífica, tortura y malos tratos” por parte de las autoridades marroquíes en la zona ocupada del Sáhara Occidental.

“Una proporción enorme de la población son colonos que se han instalado allí, han ocupado las casas y las tierras de las personas que tuvieron que irse al éxodo a partir de 1975 con la llegada de la Marcha Verde”, explica Casielles. “Esta población ocupa los lugares de decisión y recibe los beneficios de la explotación del territorio. Si entendemos lo que pasa en Palestina, tenemos que entender lo que pasa en el Sáhara”, argumenta.

En su libro, Casielles explica cómo el descubrimiento de fosfatos –un valioso recurso mineral utilizado para fabricar fertilizantes– en los años 40 reactivó el interés por el Sáhara Occidental de la dictadura franquista, que intensificó la explotación económica de la entonces colonia. En la actual ocupación marroquí, la motivación económica se entremezcla con las razones políticas. “Las provincias del sur de Marruecos no llegan al 5% del PIB. El factor económico es importante porque permite relaciones clientelares entre el Estado y ciertas élites, permite que los militares puedan participar en la explotación de los recursos naturales, pero creo que no es la razón fundamental”, defiende Barreñada. Casielles coincide: “El Sáhara es lo que queda del anhelo de expansión territorial de Marruecos, que incluía parte de Argelia y Mauritania, se ha convertido en simbólico para el Estado marroquí”.

Por su parte, Raquel García Ojeda, profesora de la Universidad de Granada y co-coordinadora del libro Sahara: 40 años después (Catarata, 2016) destaca el potencial económico del territorio para la potencia ocupante: “Marruecos está llevando a cabo unas políticas de energías renovables que se traducen en inversiones fortísimas. Las granjas eólicas y la generación de energía solar tienen un potencial tremendo, hay empresas europeas que se están moviendo”, señala.

Una guerra invisible y un futuro incierto

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Según ACNUR, más de 170.000 saharauis viven en los campamentos de refugiados de Tinduf. “No cejan en la reivindicación de regresar, es algo que el Frente Polisario ha cultivado mucho, ha puesto mucho empeño en que no se afianzaran, que no hubiera la sensación de que era definitivo”, explica Casielles, que conoce bien los campamentos del desierto argelino. Entre la población refugiada “convive esta voluntad de seguir dando la batalla con una inmensa frustración por no poder hacer otra cosa”. La escritora recuerda que numerosos jóvenes se unieron al llamado del Frente Polisario a reanudar el conflicto armado contra Marruecos en 2020, que estaba congelado desde la tregua de 1991. “Marruecos rompió los acuerdos militares y volvieron a la guerra. No se ve en los medios de comunicación pero hay guerra, hay muertos todos los días a 300 kilómetros de las Islas Canarias”, explica Barreñada. 

El dominio del Frente Polisario sigue siendo absoluto en los campamentos. “No quieren que exista ni otro partido o movimiento político, porque les alejaría de su finalidad, que es la celebración de un proceso de autodeterminación”, explica García Ojeda, “es la excusa para mantener el estatuto del Frente Polisario”. La organización es reconocida como representante legal del pueblo saharaui por Naciones Unidas y por la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre los acuerdos de pesca. “El Frente Polisario sigue muy anclado en un discurso muy clásico, muy de la reivindicación de la celebración de un referéndum. Cuando ha optado más por la vía legal y el tema de los recursos naturales, ha tenido más apoyo internacional”, argumenta García-Ojeda, refiriéndose al éxito obtenido en la justicia europea.

El futuro del conflicto dependerá en gran medida de las posturas de los principales actores internacionales implicados: Estados Unidos, Francia y España. “Los recientes movimientos de Pedro Sánchez y de Francia no auguran que se vaya a cumplir con esos mandatos del derecho internacional”, lamenta Casielles. “No tenemos que caer en la trampa de la profecía autocumplida”, defiende, “se presenta la opción marroquí como la única realista, como la única pragmática, que plantear la independencia es irreal. Pero siempre hay alternativa, siempre se puede dar la vuelta a esa situación”. Por su parte, García-Ojeda duda que el plan de autonomía de Marruecos sea factible: “implica una fuerte descentralización, pero para que fuera creíble tendría que ser dentro de un Estado democrático. Esa condición no se da, Marruecos es autoritario”, concluye.

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