La angula, el manjar de Navidad que va camino de la extinción: "En diez años hay un 80% menos"

Foro de archivo de una caja con angulas vivas.

Las angulas son estos días uno de los productos más exclusivos de la Navidad. En el pasado lo fueron todavía más, pero en este momento se pesca una ínfima cantidad de lo que se capturaba hace apenas una década y su precio supera los 1.000 euros por kilo en los supermercados españoles. La razón es que la pesca abusiva y el deterioro de los ríos han menguado la población de anguilas hasta situar la especie en "peligro crítico", el paso previo a su extinción. Y los expertos confirman que, sin duda, desaparecerá próximamente si no se acaba por completo con su captura

Miguel Clavero, investigador del CSIC especializado en biodiversidad y especies en peligro, ha elaborado recientemente un estudio, todavía pendiente de publicación, que calcula que en los últimos diez años las poblaciones de anguilas (y angulas, que son su fase alevín) han caído en el Delta del Ebro más de un 80%. Si se compara con los años 70, el momento previo a su captura masiva, se estima que el número de anguilas ha caído más de un 99% en Europa.

El experto en fauna acuática recuerda que la anguila forma parte de la alimentación europea desde el paleolítico, pero que la afición por las angulas es exclusivamente española, especialmente del País Vasco. Aunque está en riesgo de extinción en toda Europa, en España ha sufrido una persecución doble, ya que se consume en todas las etapas de su vida. Además, a diferencia de otras especies como el lince ibérico —que también estuvo a punto de extinguirse—, no tiene un programa efectivo para su recuperación, y en muchos lugares la población sigue reduciéndose de un año a otro.

"Las restricciones que ha impuesto Bruselas a su captura solo limitan la pesca temporalmente, estableciendo vedas en los periodos del año en los que menos población hay. Pero el resto del tiempo pueden capturarse sin límite, no hay límite de toneladas" explica Miguel Clavero. "A esto hay que sumar que la anguila que se vende en el mercado negro. En Europa está prohibido exportarla al exterior, pero aun así se venden ilegalmente en otros mercados como el japonés", añade.

La captura de anguilas en Europa está acotada por un reglamento de 2007 que obliga a proteger al menos el 40% de las que había originalmente en el continente. En concreto, recoge que cada año deben regresar a desovar al mar el 40% de las anguilas que había en cada territorio antes del declive poblacional. Como esa cifra está en las antípodas de la población que hay en la actualidad, los gobiernos (y en España, las comunidades autónomas) deben establecer programas para su conservación. En Andalucía, por ejemplo, hay desde hace más de diez años una prohibición a la pesca de anguilas y angulas, pero en la cordillera cantábrica, en el Delta del Ebro o en la Albufera de Valencia se siguen capturando, aunque es el río Miño el principal coto de pesca más famosos de la especie en la Península.

En todos estos lugares hay vetos temporales de pesca, pero son muy insuficientes, según los expertos. Elena Barcala, investigadora del Instituto Español de Oceanografía (IEO) cree que esas medidas son un parche que no solucionan el problema, como se ha demostrado. "La única solución es cortar por completo su captura, lo que pasa es que mueve muchísimo dinero. Es cierto que tendría un impacto económico en la pesca, pero las medidas que se han tomado en los últimos años, como imponer vedas, no han funcionado. Yo creo que Europa no tardará en imponer una política de capturas cero", señala.

La ecóloga del IEO, reconoce no obstante, que la sobrepesca de la anguila no es el único motivo que ha condenado a esta especie. Las presas y azudes de los ríos han bloqueado muchas de las rutas tradicionales de las anguilas, como el Tajo, mientras que la contaminación del agua ha reducido su capacidad de reproducción. El cambio climático también tiene un impacto sobre las anguilas porque ralentiza y modifica las corrientes del océano Atlántico, imprescindibles para que las larvas —que nacen cerca de Cuba— lleguen hasta Europa.

Sobre el consumo de estos pececillos en estas fechas, Miguel Clavero aclara que no es mejor comer angulas que anguilas. Es habitual pensar, después de años de campañas publicitarias sobre los pezqueñines, que comer el pescado adulto es mejor que el alevín, pero sería un error. "Precisamente los peces adultos son los que tienen la capacidad para regresar a su lugar de origen a reproducirse, mientras que por cada cien angulas que hay en el ecosistema, solo un pequeño porcentaje llegará a adulta".

Una especie de comportamiento desconocido

La anguila, además de ser una especie en riesgo, es realmente única, según los biólogos. La variante europea se pesca en los ríos de todo Europa, pero pese a su popularidad, su origen es una incógnita. Hace más de un siglo se descubrió que la anguila europea se reproduce en las profundidades del Mar de los Sargazos, una región del océano Atlántico situada a unos 1.400 kilómetros de la costa de Florida, pero no se ha avanzado más.

"En los últimos cien años poco más hemos aprendido. Solo se sabe que se reproducen en un óvalo dibujado en medio del océano. Es una especie realmente fascinante", comenta Miguel Clavero. De hecho, todavía no se ha conseguido observar el apareamiento de una pareja de anguilas en su entorno natural (sí en piscifactorías), y solo se sabe que tiene lugar en esta zona del Atlántico porque se han encontrado restos de huevos.

Las incógnitas sobre las anguilas van mucho más allá de su nacimiento. Las hembras desovan a grandes profundidades y la corriente del Golfo y del Atlántico Norte arrastran las larvas hasta Europa y el norte de África. Una vez se acercan a la costa, crecen y se convierten en angulas transparentes, de unos 8 centímetros, las que se pescan y se comen en muchos lugares de España. Lo más curioso de esta etapa vital es que alevines de la misma especie, la anguila europea, pueden acabar en cualquier punto de un área inmensa y desarrollarse. Desde las aguas casi polares de Noruega a las costas de Grecia.

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Cuando las angulas encuentran la desembocadura de un río, la atraviesan para remontarlo en busca de alimento. En este recorrido, siguen creciendo y cambian a un color amarillento o blanco, pasando a llamarse anguilas amarillas, y cuando alcanzan un lago o un embalse permanecen en él hasta dos décadas para ganar grasa y coger fuerzas para su viaje final, el regreso hasta el Mar de los Sargazos. También hay registros de anguilas que viven toda su vida en lagunas saladas pegadas al mar, como el Mar Menor, otra prueba de que su enorme capacidad adaptativa.

En el último tramo de su vida se encuentra la mayor de las incógnitas de la especie. Su piel se torna tiñe de color plateado y el animal vuelve a recorrer el río en sentido inverso para regresar a mar abierto y viajar después entre 6.000 y 8.000 kilómetros para atravesar el Atlántico y reproducirse. Lo que todavía se desconoce es cómo realiza exactamente este viaje de vuelta porque hasta ahora no se ha logrado capturar ningún ejemplar en el océano. Incluso pescarlo en el Mediterráneo, en su camino de regreso al Atlántico, es prácticamente imposible.

"Llevamos desde 1994 haciendo análisis sobre los recursos pesqueros del Mediterráneo y solo hemos logrado capturar dos ejemplares hasta ahora. Probablemente porque viaja en aguas muy profundas, de unos 800 metros. Es una especie muy desconocida", afirma Elena Barcala. "Tampoco sabemos qué recorrido hace en el momento en que entra en el océano", añade. Algunos expertos también creen que el pez no vuelve a alimentarse desde que abandona el río y que es capaz de cruzar el Atlántico con sus reservas de grasa, aunque no está del todo claro, según la ecóloga del IEO.

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