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Europa camina hacia la reducción de jornada mientras en España la patronal permanece parada

Nadie habla de lo real. Teniendo a Rubiales...

César Moya Villasante

En el año 1989 fuimos un grupo de mecánicos, pilotos e ingenieros a la empresa Airbus de Toulouse a hacer el curso de A320 para poder gestionarlo con el conocimiento debido. Nos encontramos con un cambio total que ya presumíamos de los viejos aviones muy mecánicos a una tecnología puramente electrónica, o aviónica en términos aeronáuticos. Aquel cambio era profundísimo porque nos encontramos con una nueva filosofía, siglas por doquier y un funcionamiento al que había que acostumbrarse porque a partir de ahí todo sería similar. Fueron tiempos complicados hasta comprender la nueva filosofía, tanto de pilotaje como de mantenimiento. Pero aquello era el principio del mundo que ahora observamos elevado a potencial por las mejoras habidas desde entonces y los avances en la tecnología. Hoy nos encontramos después de 34 años con una tecnología que basa su filosofía en aquello, pero con avances increíbles en todas las áreas y estamos ya en el estudio del 6G y del meta o la IA ya aplicada muy rápido hasta a nivel casero, que introducirá aún más cambios en nuestras vidas y, principalmente, en una juventud que ya ha nacido con ese concepto y para la que no debe ser difícil adaptarse. Quizá para mí será más complicado porque cuando empecé la carrera fue con la regla de cálculo, o sea, lo siguiente al ábaco. Y si contamos con la velocidad que se está produciendo este cambio, se entienden las dificultados de la adecuación en tiempo.

Pero es que hemos llegado al punto en que la tecnología aquella está sirviendo a los poderes económicos del mundo occidental para, entre otras cosas, cambiar la economía del mundo para producir el ataque más innoble a la intimidad de cualquier ser humano conociendo hasta sus pasos por el pasillo de su casa. Es así en lo que se convierten esos avances que tratan de generar incluso una moneda universal, la llamada CDBC, que no es más que, mediante proyectos técnicos de distintos nombres, nos aseguran, o nos venden, mayor seguridad pero, en el fondo, un poder tener controlado hasta el último céntimo del ciudadano y, quizá, una lucha por el poder económico mundial fuera del dólar o euro, monedas de más uso normal y símbolos del mundo actual. Detrás de ello, esos 5 países reunidos bajo BRICS pero a los que llaman ya otros 40 o más para formar el otro bloque de un mundo en ebullición puramente económica y con una política a la baja.

La tecnología, que es lo que quizá conozca algo mejor, hará cambiar el empleo porque la máquina ha avanzado hasta límites increíbles y es capaz de sustituir al hombre en muchos empleos de hoy

Con esto que nos trae aquella tecnología que comenzó hace un siglo los avances crean situaciones nuevas que dejan muy atrás esas discusiones políticas entre fachas y rojos, esas Patrias ya demasiado antiguas y muchas fronteras que desaparecen porque todo vendrá cifrado desde montañas lejanas. ¿Qué pensarán de todo esto, me pregunto, políticos como Abascal o Puigdemont, que su única obsesión es esa Patria ideal de la que hoy solo les quedará un espacio físico donde residir pero, en el fondo, poco poder de decisión? Y digo poco por no decir ninguno, porque lo que encierran esos avances es controlar a la humanidad entera para tener más poder. Un poder cada vez en manos de menos gente. Eso que defienden algunos presumiendo de liberales, como una tal Ayuso, la gran ignorante del futuro.

Todo ello nos lleva a unos cambios en nuestras vidas que, los que tenemos aún nostalgia de ese mundo y vemos la realidad de lo que viene, estamos, yo al menos porque solo escribo en mi nombre, muy preocupados porque en España tenemos un problema doble con la política que no ayuda a lo que viene. Está claro que las empresas se están adaptando a la tecnología de manera profesional y con éxito, porque este país se caracteriza por su creatividad, que nos hace muy apropiados para ese mundo tecnológico que no para de avanzar. Pero que las empresas se estén adaptando no es suficiente. Porque la política debe dar respuesta a los anexos de esos cambios. Y aquí estamos perdiendo el tiempo en discusiones de patio de colegio, en insultos y procacidades que nos presumen un tiempo, incluso, de volver atrás muchos años por creencias muy obsoletas que hacen difícil ponerse a la altura del mundo de la IA, por ejemplo.

Pero es que además debemos empezar por cambiar los peligros de la climatología que muchos políticos fracasados niegan. El calor asfixiante que se contempla este verano debería ser suficiente para que se puedan aplicar ya medidas mundiales para tecnologías limpias, aunque para ello los de siempre dejen de ingresar beneficios exagerados. La temperatura oceánica es gravísima porque cualquier ser viviente tiene más sensores que el hombre y puede hacer que la fauna vaya desapareciendo como ocurre ya en algunas zonas. Y eso implica un cambio de alimentación y muchas cosas más que sería largo razonar. Los movimientos migratorios nacidos de una desigualdad provocada por un capitalismo sin leyes no hay quien los pare, aunque algunos también quieran cerrar fronteras, pero al campo es difícil ponerle puertas. Abascal y otros muchos deberían dejar de decir tantas estupideces. La tecnología, que es lo que quizá conozca algo mejor, hará cambiar el empleo porque la máquina ha avanzado hasta límites increíbles y es capaz de sustituir al hombre en muchos empleos de hoy. La IA y el metaverso incluso influirán en viajes de negocios que ya no serán necesarios porque se realizarán a través de gafas de visión virtual.

Todo esto y muchas cosas más que avanzarán hacen que la política ha de afrontar circunstancias que nada tienen que ver con la Patria, el duelo a espada para decir que el adversario lo hace todo mal, y discusiones absurdas que a nada conducen. La nueva política es ponerse de acuerdo en este nuevo mundo y aplicar decisiones lógicas que disminuyan el impacto social de tales cambios. Me sonroja ver a Feijóo con sus ofertas y su desprecio a ese futuro porque, simplemente, no lo entiende.

Desde aquel 1989 del primer párrafo quizá haya que avanzar en los vuelos por dron de tamaños mayores, en el vuelo casi individual, en la disminución de viajes terrestres necesarios hoy que dejarán de existir, en crear hospitales distintos por la aplicación de una medicina distinta, con seguimiento técnico a través del meta, con menos agresividad en operaciones muy distintas y hasta en la sustitución de miembros hechos en la copiadora 3D. En negocios de venta de productos que ya existen tipo Amazon con distribución, pero sin edificios enormes, en una hostelería que quizá sea la que menos pueda cambiar porque seguiremos necesitando comer, pero en la que puede que falten muchas comidas de negocios, en un empleo totalmente distinto donde el trabajo manual bajará muchísimo y se apreciará la creatividad que genere aplicaciones o nuevas trayectorias de la tecnología. Y es en esto donde España puede ocupar un espacio distinto, pero con la ayuda de políticas basadas en el entendimiento que ahora resulta imposible con una derecha que no vive lo que aquí escribo y que, además, quiere volver al siglo quizá XIX y no exagero ni un tanto así, porque lo estamos viendo. Es el gran peligro de España, si alguien no reacciona.

¿Alguien ha hablado durante la campaña de lo que aquí expongo? Obviamente si le preguntamos a Feijóo, a Ayuso o a Abascal por alguno de estos temas dirían que no tienen tiempo…. Que precisamente es ese el problema. Ellos prefieren el siglo XX o menos….

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César Moya Villasante es socio de infoLibre.

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