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Los ombligos maravillosos de la izquierda

Ángel Lozano Heras

Iñigo Errejón apostata de Pablo Iglesias, su gran amigo del alma desde la juventud, y se va a las filas de Carmena para aspirar a la presidencia de la autonomía madrileña, apostando por otra alternativa política: Más Madrid. Para más inri, Iglesias e Irene Montero, cabreados, retan a Errejón y le sacan una contrincante para disputarle la Comunidad de Madrid. Para eso, los líderes de la formación enfrentan a la joven anticapitalista de Podemos Isabel Serra contra su hermana mayor Clara Serra (segunda del nuevo equipo de Errejón). Y a última hora surge otra nueva candidatura: Madrid En PieMadrid En Pie. No se sabe si con ex Podemos o no, o conanticapitalistas o no. Cainismo puro.

Para avinagrar esta ensalada tan poco digestiva de grupitos de la izquierda, en muchas de sus candidaturas a las municipales y autonómicas no conocemos aún cómo y con quién irán. Lo que sí se vislumbra ya es que acuden muy desunidos: Unidas Podemos (IU, Podemos, Anticapitalistas, errejonistas, peceros, Izquierda Republicana y Alternativa Republicana, jóvenes revolucionarios, Equo, Ecologistas en Acción y demás...)

A todo lo anterior, gran parte de Compromís (Valencia), EnMarea (Galicia), EnComú-Podem, (Cataluña), etc., se presentan a su bola. En unas ciudades y autonomías lo hacen con Podemos; en otras, con IU o Equo, y en algunas, a su aire, en exclusividad.

Y la guinda del pastel cainita —que se comerán las izquierdas en abril y en mayo— es Actúa (Baltasar Garzón, Cristina Almeida y Gaspar Llamazares) una vez más intentando joder la marrana de las confluencias de la izquierda.

En el PSOE, cómo no, también andan a la gresca. Vemos las continuas peleas entre los barones pseudo socialdemócratas-liberales y los partidarios, ahora, de Pedro Sánchez, el sanchismo que dicen.

La división de la izquierda está servida y las derechonas (PP, Cs y Vox) se frotan las manos y aplauden a rabiar. Ojo al dato, que la Izquierda —todita, toda— está perdiendo el norte y el sur con su cainismo de siempre, mirándose continuamente el maravilloso ombligo de la pureza ética-estética-filosófica izquierdosa. Y otros de izquierda están pendientes solo para salvar el culo y los sueldos de sus cargos y demás prebendas. Porque el problema es que lo habitual en la izquierda no es el suma y sigue, sino el divide y resta. Las batallas de egos y personalismos —en lugar de hablar de ideas— son un mal tradicional que afecta a los partidos de izquierda. Así les va.

El pacto de los botellines de mayo del 2016 (con Pablo Iglesias y Alberto Garzón) y la juventud y bisoñez de algunos/as dirigentes de Podemos que no han tenido apenas experiencia en la gestión, marcan un perfil de liderazgos titubeantes, que rayan casi en la candidez extrema, como demasiado jóvenes y pipiolos candidatos.

Lo que ocurrió en las elecciones de Andalucía puede suceder con muchas probabilidades en otras regiones y, sobre todo, en ciudades donde si no llegas al cinco por ciento de los votos, has perdido todo. Y eso es lo que le pasó a IU en Madrid en mayo 2015, que tiró a la basura sus más de 130.00 votantes.

A pesar de las encuestas manipuladas o cocinadas por el presidente del CIS, José Félix Tezanos, desde las elecciones andaluzas y antes hay que destacar la considerable caída que ha registrado el voto de izquierdas. Las últimas votaciones, tanto a los socialistas como a Unidos Podemos (Podemos, IU), dan malos porcentajes, inquietantemente similares.

Pero los líos internos amenazan a Podemos y a IU. Por ejemplo, culpar en las elecciones de Andalucía al radicalismo izquierdista de Teresa Rodríguez y de Kichi es un falacia. Los Anticapitalistas son majos y luchadores, pero no son suficientes para alcanzar el cielo.

Siendo eso inquietante, lo peor es que los discursos de Podemos y de IU suenan cada vez más fútiles. Aunque digan muchas evidencias. Pero eso en política no siempre es lo primordial. Hace falta también transmitir credibilidad, la sensación de que “sí se puede”. Y eso está frustrando a la gente.

A Casado, Rivera y Abascal se les acabará el chollo de lo logrado en Andalucía si los partidos de la izquierda española logran olvidarse de su leyenda negra —problema ya muy habitual—, eso de no sumar y progresar, sino el dividir y restar. Y sobre todo si esa izquierda no se muestra cainita, como de costumbre.

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Lamentablemente, ilusión y estímulos positivos para las elecciones con el PSOE y Unidos Podemos, muy poco esperanzadores son. Apelan a los votantes progresistas, les piden votar al PSOE como mal menor. Pero estos socialistas, fatalmente en última instancia te la pegan  te la pegan y, al final, como siempre, se alían con el Ibex 35, con los poderes financieros y fácticos, con la CEOE, con esa socialdemocracia ya casposa, más liberal y burguesa, incluso con el partido Ciudadanos de Albert Rivera.

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Ángel Lozano Heras es socio de infoLibre

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