Pensemos en la siguiente riada
Estos días todos discuten y discutimos sobre la gestión de la crisis producida por la dana: si el mando debe ser autonómico o central, si se actuó con diligencia o no... Creo que ya hay suficientes opinantes.
Hoy, yo prefiero reflexionar sobre las causas de la tragedia, para diseñar la manera de evitar los daños en vidas humanas que tenga la siguiente riada que vendrá, que sin duda vendrá.
En 1957, se produjo la riada y desbordamiento del río Turia con graves consecuencias para la ciudad de València. Entonces las autoridades franquistas diseñaron un plan para evitar futuras tragedias, desviando el cauce del río. Se ha demostrado que la solución fue eficaz, ya que en esta dana de 2024 la ciudad de València no ha sido gravemente afectada.
La pregunta es: ¿Quiénes en democracia autorizaron la urbanización de las zonas al sur de València, justo donde se ha producido la catástrofe? ¿Acaso no sabían que son zonas inundables, o lo ignoraron? ¿Acaso la gestión de la dictadura fue más eficaz que la gestión de la democracia? El porqué, no es necesario preguntarlo. Todos sabemos que la presión de la economía no tiene límites y que un modelo de crecimiento perpetuo exige víctimas, como los dioses de la antigüedad.
En València y en el resto del Estado, se debe evitar construir en zonas inundables y si se hace, o se ha hecho, habrá que pensar en cómo se desvían las riadas para que no causen daños a las personas
¿Alguien asumirá la responsabilidad de lo que se ha demostrado una gestión nefasta del territorio? Seguro que no, pero vayamos a lo importante: ¿Cambiará ese modelo de gestión del territorio o seguiremos entregados al sacrificio, cada vez más frecuente, al insaciable becerro de oro?
Las riadas seguirán produciéndose inevitablemente. Las cuencas de la cordillera ibérica que vierten al Mediterráneo seguirán haciéndolo. La Albufera no es otra cosa que una bahía que se le ha cegado al mar por los sedimentos de cientos y miles de años. Las aguas seguirán corriendo por los mismos ríos y barrancos y en la misma dirección. No es cuestión de fe, son hechos, y nuestros científicos lo saben y también cómo controlar y cómo respetar a esas fuerzas de la naturaleza. ¡Hagámosles caso!
En Valencia y en el resto del Estado, se debe evitar construir en zonas inundables y si se hace, o se ha hecho, habrá que pensar en cómo se desvían las riadas para que no causen daños a las personas. También se debería pensar que las soluciones que se adopten deben ser respetuosas con el medio ambiente, la flora y la fauna, incluso con una agricultura sostenible. Podemos y debemos hacerlo.
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Ángel Díez de Miguel es socio de infoLibre.