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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

A propósito de EH Bildu

Paco Ochoa

Hubiera sido un error.

Hubiera sido un error normalizar la presencia de siete candidatos de EH Bildu con delitos de sangre por pertenencia a la banda terrorista ETA; esperemos que, si salen elegidos, cumplan con las palabras escritas en la carta abierta abierta publicada en el diario Naiz el pasado martes.

Es un error.

Es un error el tratamiento mediático ofrecido por RNE, asumiendo el marco mediático de los medios de creación de opinión pública ultras consistente en hacer creer a la ciudadanía que a estas elecciones autonómicas se presenta Pedro Sánchez y que, además, lo hace en coalición con EH Bildu y que se presenta en toda España. 

El dinero público de RTVE no puede ser utilizado para difundir en el matinal nacional la opinión de la y el presidenta/e de la Comunidad de Madrid y de Aragón acerca de este tema, básicamente, porque no tiene interés informativo para mí (ciudadano residente en Castilla–La Mancha) ni para los posibles electores/as de estos gobiernos autonómicos.

Fue un error.

Fue un error interpretar el conflicto vasco como un enfrentamiento entre buenos y malos en el que tenía que quedar un bando ganador y un bando perdedor.

“En la guerra no gana nadie, pierden todos” –sostenía Miguel Delibes. Resulta muy curioso, sorprendente e incomprensible por qué esta frase es tan fácil de decir cuando el cruento enfrentamiento ocurre o ha sucedido a una gran distancia en el espacio–tiempo. ¿Por qué no somos capaces de asumirla en nuestros conflictos cercanos y presentes? ¿Es falta de empatía? ¿Miedo? ¿Falta de libertad? Lo que está claro es que así no terminamos de avanzar.

Por suerte, aún quedan escritores/as y prensa en los márgenes de los medios de masas generalistas y partidistas capaces de afrontar las distintas vertientes (humanas, psicológicas, emocionales, sociales...) de este tipo de conflictos, como Fernando Aranburu o los guionistas José M.ª Izquierdo y Luis Aizpolea, que con sus libros Patria y el documental El fin de ETA , para aquellas personas que pensamos que la sombra del conflicto vasco es alargada y que sí queremos resolver los enfrentamientos desde el prisma de la frase del plumista vallisoletano.

Ello es costoso. Implica ceder y renunciar a ciertas consignas e ideas que una cree o a una le han hecho creer desde pequeñita a lo largo de innumerables dosis e inyecciones de cada noticiario y párrafo en su televisión y libros de texto educativos.

Fue un error interpretar el conflicto vasco como un enfrentamiento entre buenos y malos en el que tenía que quedar un bando ganador y un bando perdedor

La democracia de este país arrancó entre tiros y asesinatos comandados por ETA y la extrema derecha. La ley de amnistía del 15 de octubre de 1977 del gobierno de Adolfo Suárez (ver aquí) daba impunidad a los criminales franquistas porque “perdonaba” a los presos políticos que había en las cárceles, pero también aquellos crímenes de la dictadura que ni siquiera habían sido juzgados. Difícil perdonar sin asumir primero qué se ha hecho mal y sus consecuencias, ¿no? Amnistía Internacional y Human Rights Watch han solicitado la derogación de dicha ley al gobierno en varias ocasiones porque impide enjuiciar crímenes de lesa humanidad, tortura o desaparición forzada, delitos que están por encima de cualquier ley de amnistía según el Derecho Internacional, al que está acogido España (ver aquí)

Ninguna de las mayorías absolutas del PP ni del PSOE en estas décadas ha derogado esta ley; además, si alguien lo ha propuesto, la rapiña mediática ha optado por el linchamiento. ¿Por qué aquellos/as que proponen ilegalizar EH Bildu no proponen la ilegalización de estos partidos, por esta regla de 3?

La justicia condenó a los siete asesinos que hoy van en las listas de EH Bildu.

La ley de amnistía firmada por el rey Juan Carlos I dio impunidad a determinados criminales.

Las cosas no son tan sencillas. Hay que mirar en las rendijas, en las grietas. Allí, se puede ver quién, entre el fango, los juncos y las zarzas del remordimiento y del odio ha dado más pasos. Pequeñitos, sí, muy pequeñitos... Y no es fácil ni escribirlo ni expresarlo en un país donde los relatos funcionan como un partido de fútbol en los que vas conmigo o contra mí y, en caso de empate y prórroga, vence aquel con más presencia física que es capaz de llegar a las áreas televisivas hasta el minuto 120.

Si, con suerte, llegamos al azar de los penaltys, creo que tendrán que lanzarlos aquellos/as valientes, que generan espectáculo, que tiran a Panenka, que van seguros en su carrerilla a la pelota pero que nos hacen dudar en el transcurso de la historia.

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

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