Resistencia española y palestina. Ensayo

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Paco Ochoa

Somos el fruto, la aceituna peninsular

que convulsionó tras una violenta floración en las últimas ramas

asentada sobre una raíz visigodo–romana  y una savia musulmana

que circulaba por una tronca cristiana marcada

por los múltiples pueblos que nuestras tierras habitaban.

Somos el fruto de hechos y procesos históricos.

A principios del siglo XIX, tuvo lugar una de estas sacudidas florales en plena copa del olivo: un huracán norteño francés quiso transgredir España e injertar un frantoio que diera vigor en nuestro país a la cultura franceso–napoleónica.

El 27 de octubre de 1807, Manuel Godoyvalido del rey de España Carlos IV de Borbón, y Napoleón Bonaparte, emperador francés, estipulaban la invasión militar conjunta franco-española de Portugal, para la cual era necesaria, y se permitía, el paso de las tropas francesas por territorio español, mediante el Tratado de Fointenebleau.

Sin embargo, las aspiraciones imperialistas de Napoleón llevaron a la ocupación de Madrid por las tropas del general Murat el 23 de marzo de 1808.

Más tarde, el 2 de mayo, el choque contra las tropas francesas desencadenó la resistencia, una violenta reacción popular en la ciudad, con ataques de mujeres y hombres de improviso a los regimientos franceses, tal como contaría Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales.

Goya plasmó la resistencia madrileña, “sus ardientes deseos de perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa" en sus cuadros La carga de los mamelucos y Los fusilamientos del tres de mayo.

Hoy se habla de “Los héroes del 2 de mayo”, cuentan con una escultura monumental, se estudian y ensalzan en los libros de texto educativos y son el marco de las festividades de la Comunidad de Madrid.

Estos hechos históricos se enmarcan en el inicio del proceso histórico de la Guerra de Independencia Española (1808 – 1814), que dio lugar al reinado de Fernando VII, marcado por la restauración de la monarquía absoluta y la sociedad estamental propia del Antiguo Régimen.

En 1947, en el marco de la creación de las Naciones Unidas tras la devastación provoca por la II Guerra Mundial (1945), se aprobó el Plan para la partición de Palestina en dos Estados, árabe y judío, con un área de control internacional.

El choque entre las aspiraciones imperialistas del Estado sionista de Israel y los intereses de la población árabe nativa, amparada en que la división violaba los principios de autodeterminación nacional de la Carta de la ONU, dio lugar a la guerra árabe–israelí de 1948 y a la nakba, desastre o catástrofe del éxodo de 700.000 palestinos expulsados de sus hogares.

Posteriormente, se inicia un periodo de resistencia palestina ante la ocupación israelí, que ampliaría sus fronteras en las diversas contiendas e incursiones del siglo XX, como en la Guerra de los 6 días de 1967, o con sus políticas de asentamientos coloniales; un periodo que incluye, por supuesto, una respuesta armada y violenta del pueblo palestino, tal como legitima el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.

Parte de esta respuesta armada y violenta se canaliza en Hamás, creado en 1987 como un Movimiento de Resistencia Islámica, que protagonizó los actos terroristas del 7 de octubre de 2023; en todo este contexto histórico, no podríamos obviar otros puntos de inflexión como las intifadas de los años 90, la operación Acantilado Poderoso de 2014, la Gran Marcha del Retorno de 2018, o el asesinato indiscriminado de 41.000 palestinos/as en los últimos 12 meses.

¿Por qué unos son “héroes del 2 de mayo” y otros “los terroristas del 7 de octubre”?

Este artículo no pretende ni mucho menos comparar ambos hechos históricos en el mismo plano ni decir que sean lo mismo:

En 1808, la resistencia fue contra el ejército francés, y en 2023, la matanza y secuestro de civiles constituyó un acto terrorista dentro del marco de la resistencia contra el ejército sionista; tampoco podemos comparar los 40 días de ocupación francesa contra los 76 años de ocupación israelí ni el contexto geopolítico: un tratado bilateral entre dos países (Fointenebleau) contra un tratado internacional votado por 33 de los 56 países que conformaban las Naciones Unidas (Resolución 181); además, la entrada de la potencia ocupante también es diferente: en el caso español, se permitió el paso de los franceses; en el caso palestino, la Declaración Balfour del gobierno británico en 1918 apoyaba el asentamiento judío en tierras palestinas sin preguntar a su población originaria.

Tal vez, si afinamos, podríamos encontrar similitudes en las atrocidades feroces y terroristas de Hamás del 7 de octubre y las que se cometieron a partir del 12 de octubre de 1492 en América, día conmemorado en nuestra fiesta nacional.

Los bombardeos israelíes habían matado a tantos chavales que ya no llenaban una clase entera

Este artículo sí pretende comparar ambos procesos históricos dentro del ámbito científico–histórico, alejado de las subjetividades mediáticas, ultranacionalistas y políticamente correctas: en ambos casos, la aspiración imperialista de una potencia desencadena la ocupación ilegal de un territorio, dando lugar a la resistencia armada del pueblo oprimido, que se agarra a un clavo ardiendo en la faceta humana de sobrevivir: no está para pensar si se viene una monarquía absoluta o un movimiento islámico, solo para luchar contra quien le ataca.

La víctima nunca puede ser el verdugo.

Franja de Gaza. 2015. El curso escolar ha estado bien pero un poco raro. El niño estaba en el A y le gustaba jugar al fútbol contra los del B pero el año anterior el colegio había unido a las dos clases porque los bombardeos israelíes habían matado a tantos chavales que ya no llenaban una clase entera, cuenta Tarek en el libro “Hamás: Auge y pacificación de la resistencia palestina”.

Traten a la historia y la gente que la habita con datos, con empatía y como una ciencia, por favor.

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Paco Ochoa es socio de infoLibre.

Somos el fruto, la aceituna peninsular

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