Ucrania, a vueltas con la realidad
Se empatiza con las situaciones adversas de los más débiles, o el castigo de cualquier tipo que se infringe a los inocentes. Pero en el día a día, convivimos con gente durmiendo en la calle y viendo imágenes de niños famélicos de otras razas con moscas alrededor.
En nuestra cultura judeocristiana, le echamos la culpa a alguien como sea mientras nos perdonamos los pecados en misa. Además, somos líderes en trasplantes de órganos y donamos sangre, alimentos o completamos filas cero para cualquier causa justa. Solidaridad aporofóbica amparada en la disonancia cognitiva, en la que escudamos nuestras contradicciones.
Vemos películas y series en las que idealizamos el mundo, de las que nos cuesta trabajo volver a nuestra realidad y habríamos de situar en la exacta medida, hechos de la actualidad, más allá de lo legal o injusto que parezcan.
Si vivimos en Ceuta o Melilla conocemos la presión fronteriza con Marruecos y el asalto a la misma una y otra vez. Si viajamos a Oriente medio, no infringiremos preceptos que para nosotros no tienen sentido, pero que, si no lo hacemos, nos comprometerían. Con Ucrania podemos hablar de algo parecido. Aunque pretendamos justificar la legalidad y el derecho a la independencia de este país; si analizamos la historia, observaríamos que nos situamos ante una circunstancia sin solución en nuestra lógica.
Sin justificar lo que no es posible, una guerra. Haber llevado los misiles tan cerca de Rusia, sólo podía ocasionar un gran problema; así lo contaba Biden hace unos años. Con Putin, se sabe lo que puede pasar si cruzas la línea roja. Esto parecerá irreverente para muchos, pero no lo dudarían con Israel. Y es que Ucrania, exrepública soviética, a diferencia de Polonia, o Eslovaquia, es frontera con la madre patria y pasarse al lado oscuro, tiene consecuencias. Crimea o Transnistria, son territorios que la historia podría contraponer al estado ucraniano, pero es que Ucrania es un país dependiente de Rusia.
La guerra siempre es cruel e injusta donde se produzca, pero invariablemente en cualquier enfrentamiento, se calculan todos los posibles resultados; máxime David contra Goliat. Y sea cual sea este, Ucrania va a seguir dependiendo del gas y petróleo rusos, aunque imaginemos cualquier otro escenario. La petición de territorios que ya se han escindido del país y una neutralidad, que debería haberse dado hace tiempo no es mala opción; ya que cada día que pase, Ucrania perderá más ciudades y quedarse sin salida al mar, es una opción que crece cada hora.
Es duro hablar de saber perder cuando tratamos sobre vidas humanas, pero hay que ubicarse en el mundo y tener conciencia, de hasta dónde podemos llegar en nuestros mundos idealizados, a vueltas con la realidad.
Pablo Quirós es socio de InfoLibre.