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Cultura

La que se avecina

Los estantes de una librería.

Como todos los años por estas fechas, las secciones de cultura de los medios han dedicado buena parte de su espacio a anunciar el alud de novedades del nuevo curso.

Esos artículos –sí, también en infoLibre– han destacado los nombres de literatos como Eduardo Mendoza, Arturo Pérez-Reverte, Khaled Hosseini, Mircea Cărtărescu, Samanta Schweblin, Nicole Krauss, Albert Espinosa, George R.R. Martin, Julia Navarro, Paulo Coelho, Irvine Welsh, Haruki Murakami o Isaac Rosa; o de ensayistas como Enrique Moradiellos, Antony Beevor o Slavoj Žižek, autores todos ellos que tienen fijada ya su cita con los lectores.

Con los lectores… y con los libreros, que al cabo son los que reciben el impacto primero y ponen orden para mostrar las novedades de la mejor manera posible, atendiendo al gusto de sus clientes. Vale, no siempre: es práctica común, sobre todo en las cadenas y grandes superficies, vender los espacios más visibles, esos en los que el comprador primero se fija –escaparates y mostradores– y que suelen estar copados por obras de las editoriales más pudientes. Además, esas cadenas y grandes superficies tienen más espacio para guardar cosas.

Sin embargo, los pequeños… "La avalancha de cajas conlleva mucho trabajo. Pero, por otro lado, es una buena oportunidad para exponer novedades y para atraer lectores a las librerías", dice Juancho Pons, librero en Zaragoza y presidente de CEGAL, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros.

El sector del libro es peculiar. Funciona, nos explica Pedro Matesanz, director general de la asociación de librerías independientes Librerías L, "como un mercado de oferta y no de demanda, es decir, se espera que con la existencia de un exceso de oferta se provoque un mayor nivel de demanda por parte de los compradores de libros y lectores, en general. Ni el mayor punto de venta de libro físico de España puede gestionar razonablemente bien la totalidad de la producción de novedades anual que se calcula entre 25.000 y 30.000 títulos nuevos en el canal comercial –sin contar publicaciones de texto, universitarias, autoedición, etc.–. Simplificando, esta situación se gestiona seleccionando aquello que se compra y se expone –muy pocas librerías tienen almacén, y el espacio de exposición es limitado– en función de la tipología de la librería y/o del gusto y criterio del propio librero y, en ocasiones, comprando ejemplares de títulos que prácticamente ni se exponen con lo que se genera una devolución al cabo de 3 a 4 meses casi artificial".

Sobre el terreno, la cosa sucede así: "Colocar, quitar, poner, decidir qué libros se quedan y cuáles son desterrados al limbo de la devolución", repasa Paco Goyanes, de la librería Cálamo –al que, por cierto, pillo en el Hay Festival de Querétaro, donde organiza una nueva edición de Talento Editorial–. "Parte importante del trabajo librero es manejar con habilidad el cúter para abrir cajas sin cortarse y la pistola de precinto para cerrar otras", termina.

Claro que la llegada de las novedades también abre eso que ahora llamamos una ventana de oportunidad.

"Nosotras comenzamos septiembre haciendo inventario y reorganizando el espacio y la disposición de libros ―explica Esther Madroñero, de Kirikú y la bruja―. Mi sensación es de comienzo, de tiempo nuevo y de descubrimiento. Conocer las novedades y las tendencias, en esta época, no nos agobia".

"Nosotros ―es ahora Sergio Bang, de Grant Librería, quien habla― aprovechamos la nueva temporada para hacer repaso de libros que no se han vendido tan bien como nos hubiera gustado, para devolverlos y hacer hueco a las novedades. Las distribuidoras entregan con agilidad los libros en el día a día, por lo que no es muy complicado organizarse cuando hay alguna novedad con mucho éxito".

Títulos y más títulos

Mencionaba Matesanz una cifra que marea: anualmente, en España salen a la venta entre 25.000 y 30.000 títulos nuevos. Y eso que tampoco se lee tanto

De ahí que, al menos en los corrillos, siempre se hable de la conveniencia de reducir ese flujo inmanejable, aunque Pons asegura que no ha habido, "al menos que yo sea consciente", ninguna petición por parte de los libreros. "Alguna vez hemos comentado, de forma completamente informal, entre editores, distribuidores y libreros, que estaría muy bien dividir durante el año las novedades, pero hay fechas –Navidades, Día del Libro y Sant Jordi– que siempre llaman la atención en las que la mayoría de las editoriales quieren tener con sus mejores novedades".

Ansiedad, agobio, aburrimiento, exceso... Goyanes confiesa que cuando piensa en la que se avecina, ésas son las palabras que le vienen a la cabeza, junto con criterio, selección, recomendación, prescripción. "Cuando tienes muchos años de oficio, hablar de 'los demasiados libros' es doloroso: uno siempre recuerda épocas donde la escasez de títulos era la norma, épocas en las que los lectores españoles debían de acudir a la edición latinoamericana o europea para saciar su curiosidad y necesidad de conocimientos". Pero, lamenta, "la banalidad se ha instalado en la edición española en forma de sobreproducción. Hay que empezar a distinguir entre 'literatura' y 'material vendible de rápida rotación y nulo interés cultural'. No es elitismo, es enfrentarse a diario a un delirio en forma de tsunami de isbns".

Tantas vueltas le ha dado que tiene preparada su lista de peticiones a los editores: "Que no 'retapeen' con tanta saña –'retapear': publicar una y mil veces el mismo libro con nuevas portadas y en nuevas o añejas colecciones para que parezca que es nuevo–. Que los editores independientes no expriman hasta el delirio los textos de autores ya exentos de pagos de derechos de autor y que recuperen su afán de riesgo buscando nuevas voces, algo que sí hacen muchos de sus colegas mexicanos, argentinos, colombianos, costarricenses, etc. Que en los grandes grupos vuelvan a mandar de verdad los que saben de libros y no solo de números, a lo mejor así abandonarían sus 'políticas de mancha', esas que consisten en llenar las librerías de sus novedades ―aunque sepan que no se van a vender― para evitar que la competencia ―otros grandes grupos o editores medianos o independientes― tengan espacio y visibilidad. Que contribuyan a la modernización del sector de la distribución, y no a su ahogo. Que cuiden la edición, que da pena ver cómo ya casi no existe la corrección de textos, cómo las erratas proliferan como ratas y cómo muchas traducciones dan grima, y no por la labor del buen traductor, sino por la ausencia del mismo: es más barato encargarlas al conocido que estuvo trabajando un verano en Londres o París. Que contribuyan a la supervivencia de las librerías y no a su extinción. Que respeten la cadena del libro, cosa obvia que muchas no hacen".

En cualquier caso, sostiene Matesanz, quien decida lo que publica es el editor. "Al final, la librería siempre acaba teniendo los libros que se venden –al nivel que sea–. O los tiene de inicio y los compra cuando empiezan a tener demanda". La Ley del Precio Fijo del Libro que rige en España está pensada para que el ecosistema editorial "se mantenga de esta manera y no se limite la publicación de nuevos libros. La contrapartida a que el precio sea fijado por el editor –equivalente al fabricante– es que la librería tiene derecho de devolución ilimitado de los títulos que no vende ya que no puede alterar el precio y hacer ofertas". Excepción hecha, por supuesto, de las rebajas (5%) en las fechas grandes del calendario librero.

Un pronóstico

Decíamos más arriba que ya conocemos –y, por supuesto, los libreros con más detalle que los lectores– las novedades que llegan a los puntos de venta en las semanas inaugurales de este nuevo curso.

"Las novedades, en nuestra especialidad y nuestro tipo de librería, no tienen ese impacto ―me dice Madroñero―. En la infancia no es tan importante si el libro está recién publicado, lo importante es la edad del niño o la niña, su edad lectora, sus gustos…"

Pregunto entonces a Pons, Bang y a Goyanes si los autores y títulos anunciados les permiten ser optimistas

La nueva guerrilla cultural

La nueva guerrilla cultural

"No es todavía el nivel de la rentrée littéraire francesarentrée littéraire, pero sólo hay que ver los nombres de los autores que presentan novedades ahora para ver las buenas oportunidades ―afirma el primero―. Por lo tanto, aunque supone mucho trabajo, no deja de ser una buena oportunidad".

"Están bastante bien equilibradas en cuanto a gustos lectores ―asegura el segundo―. Así que creo que todas y todos vamos a tener libros favoritos que poder buscar en las librerías. Y si alguien no se decide, los libreros y libreras estamos para recomendar las mejores historias, los mejores libros de consulta y los mejores ensayos para entender el mundo".

"Como siempre se anuncian algunos buenos libros y mucha operación de marketing ―añade el tercero―. Espero un fin de año tan revuelto como la vida política en nuestro país de países. Vamos, que no espero nada nuevo y sí lo de siempre: mucho trabajo y nueces las justas".

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