Derechos de las mujeres
El Día de la Madre se importó de una moda estadounidense
“¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas!”. Así comenzó Julia Ward Howe (1801-1876) su Proclama del Día de la MadreProclama del Día de la Madre, publicadoen 1870, un llamamiento apasionado a la paz y el desarme cuyo objetivo era celebrar un congreso internacional de mujeres que promoviese la alianza entre naciones.
Tres años después, en 1873, 18 ciudades estadounidenses celebraron el Día de la Madre con concentraciones de mujeres, pero poco a poco las convocatorias se fueron apagando.
Pocos saben que la precursora del actual Día de la Madre fue hija de una poeta, educada en ideas liberales, escritora, filósofa, activista y defensora de los derechos de las mujeres, casada con un hombre autoritario que la obligó a apartarse de la vida social, y la primera mujer en ser elegida para formar parte de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras en 1908.
Pocos saben que la misma mujer que escribió la letra del himno estadounidense de batalla para la república, The Battle Hymn of the Republic, la misma mujer que acabaría relacionándose con personalidades como Honoré de Balzac, Charles Dickens y Margaret Fuller fue la responsable de que dos siglos después de su época se celebre el Día de la Madre.
En su aislamiento como mujer casada, Julia Ward Howe se dedicó al estudio de la filosofía, aprendió idiomas y se encargó de la educación de sus cinco hijos. En 1854 publicó de forma anónima una colección de poemas, Flores de pasiónFlores de pasión, en los que tradujo a verso su infelicidad matrimonial.
Cuando se descubrió su autoría, Samuel Gridley Howe, el marido de Julia, interpretó Flores de pasión como un desafío a su autoridad marital y vio dañado su honor. El poemario provocó la separación del matrimonio, algo insólito en el siglo XIX.
Algunos años después de publicar la Proclama del Día de la Madre, Julia Ward intentó organizar un congreso internacional femenino de protesta contra las crueldades de la guerra, intentó impulsar el día de las madres y la maternidad, pero por aquel entonces, las mujeres estaban más preocupadas por conseguir el sufragio femenino que en lograr una reivindicación mundial.
Al quedar viuda en 1876, Julia Ward tuvo más libertad para seguir con su carrera de mujer política y viajó dando conferencias sobre derechos de las mujeres. Fue autora de ensayos, libros para niños, diarios de viaje, poemarios y una biografía de Margaret Fuller (1883), así como de su propia autobiografía.
Aunque el día de la madre tenga orígenes griegos y católicos (en la tradición católica se celebraba el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción), hay que reconocerle su existencia a la lucha de Julia Ward Howe, pero también a la de otra mujer: Anna Jarvis, un ama de casa que recogió la idea de Howe y trabajó durante y después de la Guerra Civil norteamericana como activista. Su hija, también Anna Jarvis, comenzó a celebrar el Día de la Madre tras la muerte de su progenitora y logró extender la celebración por toda Norteamérica.
En 1914, Anna Jarvis hija consiguió su propósito. El presidente estadounidense Woodrow Wilson declaró el segundo domingo de mayo como fecha oficial para la celebración del día de la madre en Estados Unidos. Con el paso de los años, la fecha se transmitió a otros estados y se comercializó.
La propagación de esta moda norteamericana, como muchas otras, también llegó a España, donde tradicionalmente se celebraba el Día de la Madre el día de la Inmaculada Concepción. Sin embargo, pocos saben que en el traslado de esta fecha también se reivindica el fin de la guerra, la deposición de las armas; en definitiva, la paz que tanto buscó Julia Ward Howe con su Proclamación del Día de la Madre:
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“¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: 'No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos, apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia'. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice '¡Desarma! ¡Desarma!' . La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la mayor brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales”.
Julia Ward Howe
(1870)