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Cultura

Goya 2020: ¿está la Academia alejada de la taquilla?

En los últimos años, los premios Goya han vivido fenómenos cambiantes, como la llegada arrasadora de los thrillers, el reconocimiento progresivo del género de terror o el triunfo de ganadores insospechados, como lo eran Estiu 1993, Handia o La librería. Pero hay también progresiones constantes. Entre ellas, su alejamiento de la taquilla, que crece al menos desde la edición de 2017. Ese año las nominadas a los galardones de la Academia de cine sumaban, en conjunto, más de 54 millones de euros de recaudación y 10 millones de espectadores. Las que se disputarán las estatuillas en la gala de este sábado alcanzan poco más de 27 millones de euros y 4,7 millones de entradas, según los datos oficiales del Ministerio de Cultura. Es decir, en cuatro años, las candidatas han perdido la mitad de sus ingresos y de su público. 

Esto se explica, en parte, por un año algo torcido para la industria audiovisual. Por primera vez en cinco ejercicios consecutivos, el cine español no ha conseguido superar los 100 millones de euros en taquilla, quedándose en los 94 frente a los 103 millones del año pasado. La diferencia se ve en las películas más taquilleras del año: Padre no hay más que uno, dirigida por Santiago Segura, la triunfadora del que acaba de terminar, ha recaudado 14 millones de euros, mientras que la más vista del 2018, Campeones, de Javier Fesser, hizo cinco millones más. Si la comparación se realiza con la película más taquillera de 2016, la diferencia es aún mayor: entonces, Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, acumuló más de 26 millones de euros ella sola. 

Pero hay otra discrepancia entre este año y los anteriores: en las ediciones de 2017, 2018 y 2019, la película española más vista en cines ha sido también una de las nominadas. Sucedió con Un monstruo viene a verme, que se hizo además con nueve cabezones, entre ellos el de mejor dirección. Sucedió con Tadeo Jones 2: el secreto del Rey Midas, mejor película de animación de la gala de 2018. Sucedió con Campeones, que de las 11 nominaciones a las que optaba el pasado año salió victoriosa en tres, entre ellas las de mejor película. Entonces era candidata también Superlópez, la segunda película más vista del año, con 10,6 millones de euros, que competía en tres categorías y ganó en la de efectos especiales. Estos dos filmes sumaban, solo entre ellos, más espectadores que todas las nominadas de este año

¿Es esa la dinámica habitual? No para Fernando de Luis-Orueta, periodista y productor: "Yo creo que se alinearon los astros", dice, entre risas. "Lo normal es que no ocurraOcho apellidos vascos, que es probablemente el gran éxito del cine español en los últimos años, seguramente no será percibida como una gran película, ni siquiera por sus responsables, sino una película que simplemente funciona". Es decir, que aunque algo similar haya sucedido en las últimas tres ediciones, no hay que esperar que siga pasando en el futuro. Y tanto él como Jaume Ripoll, director editorial de Filmin, protestan: este año, dicen, sí que hay películas taquilleras nominadas. Se refieren a Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, y Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, cuarta y quinta en el ranking de taquilla y dos de las principales contendientes de la noche. Pero sus casi 2 millones y casi 1 millón de espectadores, respectivamente, quedan lejos de los 3,2 millones de Campeones. Las tres películas más vistas del año, Padre no hay más que uno (Segura), Lo dejo cuando quiera (Carlos Therón) y Si yo fuera rico (Álvaro Fernández Armero), las tres comedias, no tienen ninguna candidatura.  

De Luis-Orueta descarta, además, que este desencuentro sea una particularidad española. "Las películas más taquilleras del año no suelen estar en los Oscar, y en Francia, la comedia francesa del año tampoco gana en los César", explica. En puridad, las dos películas más vistas en Estados Unidos en 2019, Vengadores: Endgame y El rey leónVengadores: EndgameEl rey león sí están nominadas a los premios de Hollywood, aunque solo con una candidatura cada una, en la categoría de mejores efectos especiales; la tercera más vista, Toy Story 4, opta a dos galardones, el de mejor película de animación y el de mejor canción original. Aun así, la Academia ha debatido en los últimos años sobre la necesidad de incluir una categoría dedicada a los filmes populares. Los premios César, en el país vecino, tienen una categoría llamada César del público, desde 2018 concedido a la película nacional más taquillera del año pero que a partir de 2020 decidirán los académicos entre las cinco cintas más vistas. 

Jaume Ripoll lo tiene claro: "La función de los premios es reconocer a la que los académicos consideran la mejor película del año, no la película más taquillera del año". Los Goya "no son premios de popularidad", sino "de calidad", insiste, por mucho que a veces puedan coincidir. El enfoque, en su opinión, debería ser otro: "Nos tenemos que preguntar si estos premios contribuyen a la carrera comercial de las películas que ganan o que se nominan, como ocurrió con La soledad [de Jaime Rosales, sorpresa de 2008], un caso paradigmático, pero también con Handia o El reino". En el mismo sentido se expresa Fernando de Luis-Orueta, que considera que los cabezones no están "para confirmar un éxito en taquilla, sino que tienen otra función: como la prensa, tienen una voluntad de recomendación". Hablan, entonces, del conocido como efecto Goya, algo que "funciona" pero que quizás "podría tener más impacto". 

Ambos hablan, además, de cambios en la exhibición que dificultan la comparativa con años anteriores. Por ejemplo, Klaus, el filme de animación de Sergio Pablos, opta a mejor película de animación y compite también en los Oscar, pero su presencia en cines ha sido limitadísima... porque se trata de una producción de Netflix estrenada en la plataforma a nivel mundial una semana después de su llegada testimonial a las salas. Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar, también está disponible en este servicio de streamingstreaming, aunque en este caso llegó cuatro meses después de su estreno en cines. O que arde, de Oliver Laxe, una de las sorpresas que han dado los académicos, llegará a Filmin el 14 de febrero, lo que complicará medir de la manera tradicional su posible efecto Goya. Ripoll señala también otro cambio productivo que afecta a la taquilla: "el cine de clase media está sufriendo, y es complicado que las operadoras apuesten por él y en las salas de cine tiene dificultades para recuperar la inversión". Las películas de presupuesto medio escasean, y cada vez son menos las que consiguen superar el millón de euros en taquilla. 

Y todo esto, para cerrar el círculo, afecta también a la gala. ¿Cómo mantener la atención de casi cuatro millones de espectadores —esa fue la audiencia del año pasado— que posiblemente no hayan visto buena parte de las películas de las que se habla? La propia Academia de Hollywood admitió que la razón detrás de la posible inclusión del Oscar a mejor película taquillera era, principalmente, salvar los ratings, que caen año a año, y solucionar así las tensiones con la cadena ABC, que tiene los derechos de emisión y se queja de la pérdida de ingresos en publicidad. "Es complicado", reconoce De Luis-Orueta, que sabe de lo que habla: es uno de los productores de la gala de los Feroz, los premios de la prensa. "Cuando haces una gala, trabajas con los mimbres que tienes porque te vienen dados los protagonistas. Y cuando tienes candidatos poco conocidos, tienes un problema con la narración, porque te costará más trabajo generar interés".

Ripoll tiene también algunos deseos para la noche del sábado, una "oportunidad de tres horas en prime time para seducir al público" y, quizás, reducir a posteriori la brecha entre los premios y la taquilla.  Uno: que se den a conocer las películas nominadas que han tenido menos promoción, "algo que normalmente no sucede". Que la gala sirva "para promocionar lo que va a suceder" en 2021. Y tres: que se aproveche "para recordar aquellas películas que no han tenido un encaje en los Goya", como Liberté, de Albert Serra, Els dies que vindran, de Carlos Marques-Marcet, o La virgen de agosto, de Jonás Trueba. Que así sea. 

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