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Premios Goya 2020

Los Goya celebran la carrera de Pedro Almodóvar

La gala de la 34ª edición de los Premios Goya fue una ceremonia de homenajes. El principal, a Pedro Almodóvar, con quien la Academia de Cine ha sido generosa —acumulaba hasta la noche del sábado tres estatuillas a su labor y otras tres a sus películas— pero que también le ha negado ciertos triunfos. El director manchego había llegado a dejar de asistir a las galas e incluso a darse de baja como académico, pero si las tensiones han ido suavizándose en los últimos años, esta ceremonia las daba por cerradas: el reconocimiento a Dolor y gloria, que se hizo con siete estatuillas, entre las que se encontraban las de mejor película, dirección, guion original, actor protagonista y actriz de reparto, permite enterrar definitivamente el hacha de guerra. El carácter de Dolor y gloria, una película de claros tonos autobiográficos sobre un director de cine que supera una crisis creativa y vital gracias a la pulsión creativa y la memoria, permitían también leer los premios como un aplauso a toda la carrera del director de Volver, Todo sobre mi madre o Mujeres al borde de un ataque de nervios.

La noche empezaba reñida y terminaba de forma desigual. La Academia repartió suerte de maneras distintas entre las tres favoritas de la noche, Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar; Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar, y La trinchera infinita, de Aitor Aguirre, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga. Con cinco estatuillas, Mientras dure la guerra reunía los que suelen considerarse Goyas técnicos —dirección artística, de producción, maquillaje y peluquería y vestuario—, pero también el de actor de reparto, para Eduard Fernández, que encarnaba a Millán-Astray. Y al equipo de La trinchera infinita, película triunfadora en la gala de los premios Forqué, los premios de los productores, se le iba torciendo el gesto según avanzaba la noche: de sus 15 galardones, se hizo con dos, el cantadísimo premio a mejor actriz protagonista para Belén Cuesta, por su papel como mujer represaliada por el fascismo tras la Guerra Civil, y el de mejor sonido, un reto en una película grabada entre susurros.

El discurso de la actriz llegaba entre lágrimas y en el que puede considerarse aún el inicio de su carrera, una situación distinta de la de Antonio Banderas, que recibía el premio equivalente por su trabajo en Dolor y gloria, nominado también a un Oscar que se decidirá el 9 de febrero —compite también el filme en la categoría de mejor película de habla no inglesa, donde se enfrenta a la favorita, la surcoreana Parásitos—. Era el primer Goya en competición del actor malagueño, pero su discurso, pronunciado en su ciudad natal, sonaba con la solemnidad del Goya de Honor que recogió en 2015. El actor celebraba, cabezón en mano, que el 25 de enero de hace tres años sobrevivía a un ataque al corazón —“No solo estoy vivo, sino que me siento vivo”—, pero también aprovechaba para agradecer la confianza de Pedro Almodóvar, haciendo explícito lo que tantos han pensado viendo su papel como Salvador Mayo, alter ego del manchego: “Nunca he tenido la oportunidad de conocer a un artista con la lealtad que tú le tienes a tu cine. Nunca te has traicionado, por nada. Los mejores trabajos los he hecho contigo, tú me has entendido mejor que nadie”.

Antonio Banderas, con su Goya a mejor actor protagonista por Dolor y gloria, de Pedro Almodóvar. | EFE

Entre los premios de Dolor y gloria estaba también otro que sonaba a homenaje: el otorgado a la actriz Julieta Serrano, que a los 86 años y con 60 películas a sus espaldas —además de las obras de teatro que le valieron el Premio Nacional en 2018, y trabajos en televisión— recogió el sábado su primer Goya. El cabezón no era solo una celebración de su trabajo en Dolor y gloria, donde encarna a la madre de Salvador Mayo, trasunto del propio director, sino a toda una carrera. Una carrera desarrollada, en parte, junto a Almodóvar, en películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Mujeres al borde de un ataque de nervios y ¡Átame! Desde esta última, estrenada en 1990, no trabajaban juntos realizador y actriz, pero Dolor y gloria ha supuesto también para el cineasta un reencuentro actoral, la reunión de algunos de sus intérpretes fetiche, entre quienes se encuentra Penélope Cruz, nominada a mejor actriz protagonista —pese a que su personaje, la madre de Mayo durante su infancia, difícilmente puede considerarse protagónico—.

Otro homenaje más que obvio era el dedicado a la gran ausente de la noche, cuya asistencia hubiera sido más que deseada por asistentes y cinéfilos por igual, pero que estaba descartada casi desde el principio. Pepa Flores, conocida como Marisol, merecedora del Goya de Honor de esta edición, no renunció al que, según Mariano Barroso, presidente de la Academia, ha sido su gran triunfo personal: abandonar la fama y la escena, disolviéndose entre la clase obrera de la que siempre se sintió parte y a la que siempre reivindicó. Para encarnar su ausencia estaban sus tres hijas, María y Tamara Esteve y Celia Flores. Esta última cantó un breve fragmento de “Estando contigo”, pero también interpretó una de sus canciones la música Amaia Romero, que ha reconocido en numerosas ocasiones la influencia de Marisol en su iniciación en la música. Las hijas recibieron el largo aplauso en pie del auditorio, y recordaron a su madre, tanto por su trabajo como actriz —la Academia eligió un clip de su carrera como adulta, no de sus trabajos infantiles— como por su coherencia en la decisión de alejarse de los focos y vivir “en un lugar tranquilo”.

Y no sería exactamente un homenaje, pero el aplauso a Benedicta Sánchez sabía a algo parecido. A sus 84 años, la mujer recibía una estatuilla como paradójica actriz revelación por su labor en O que arde, el filme de Oliver Laxe aplaudido en Cannes y que se convirtió en una de las sorpresas de las nominaciones. El reconocimiento no parecía ser solamente para Benedicta Sánchez como actriz, que se lleva el mérito de haber llenado de alma la película del gallego, sino seguramente para Benedicta Sánchez como encarnación de la vida que el cine aspira a capturar, y también como encarnación de la tierra, de “Galiza, a miña terra meiga”, personaje central del filme. Su homólogo en la categoría masculina, Enric Auquer, ganador por Quien a hierro mata, de Paco Plaza, se encuentra en una posición profesional diametralmente opuesta. En la pasada gala de los Premios Feroz, el actor salió en dos ocasiones a recoger estatuilla, por su trabajo en este filme y por su rol en la serie Vida perfecta, de Leticia Dolera, y con el Goya cierra un 2019 redondo que permite presentarle como nuevo niño bonito del audiovisual español.

Benedicta Sánchez, durante su discurso de agradecimiento al Goya a mejor actriz revelación en la 34ª edición de los premios. | EFE

Quitando el suspense de saber por qué película se inclinaría la Academia, la gala se desarrolló sin estridencias y sin grandes desastres, pero también sin momentos especialmente memorables. La ceremonia comenzaba puntual a las diez de la noche con el que ha sido uno de los mejores números musicales de la historia de los Goya —aunque eso quizás no sea decir mucho—, un homenaje autorreferencial a la historia del cine español en voz de Ana Mena y Rayden, con referencias a Segundo de Chomón y al destape, al cine quinqui y a Bienvenido, Mister Marshall, a películas como Amanece que no es poco, Jamón, jamón, El día de la Bestia, Tesis o Mar adentro. Tras este, y de la mano experta de Andreu Buenafuente y Silvia Abril, que repetían como presentadores por segundo año consecutivo, la ceremonia intentaba mantener el vuelo, aunque la lastraban decisiones de dirección un tanto cuestionables. ¿Por qué presentaba la nadadora Ona Carbonell O que arde o Carles Puyol Intemperie? ¿Qué les unía a esas películas o al cine español, qué les hacía unos presentadores idóneos? Los directores de la gala sin duda querían mostrar el apoyo de la sociedad al cine español, pero habría que preguntarse si esta era la mejor manera de hacerlo. Y ¿por qué Pablo Alborán aparecía para cantar una balada cuando la gala apenas empezaba a ganar ritmo, por mucho que el tema fuera “Sobreviviré”, de Manzanita, banda sonora de la película del mismo nombre?

Los discursos políticos, habituales en la historia de la gala, estuvieron también presentes en esta ceremonia, aunque no cohesionados en torno a un mismo tema, como ocurrió con el famoso No a la guerra, pero también como la gala de 2018, donde la asociación de mujeres del audiovisual CIMA dirigió las miradas al papel de las creadoras en el cine. CIMA renunció en esta ocasión a continuar con las performances de los últimos dos años, aunque, como recordó Silvia Abril, en la categoría de mejor dirección no hubiera ninguna mujer —y no era la única, había seis categorías mixtas en las que no competía ninguna mujer—. Sin embargo, Belén Funes subió a recoger un cabezón en la categoría de dirección novel, y también fueron mujeres las ganadoras en mejor película documental (Nata Moreno por Ara Malikian, una vida entre las cuerdas), cortometraje de ficción (Irene Moray por Suc de síndria) y cortometraje documental (Silvia Venegas por Nuestra vida como niños refugiados en Europa). Ganaron también creadoras en las categorías mixtas de montaje (Teresa Font), dirección de producción (Carla Pérez de Albéniz), vestuario (Sonia Grande) y maquillaje y peluquería (Ana López-Puigcerver y Belén López-Puigcerver, junto a Nacho Díaz). En conjunto, y a falta de los eslóganes de otros años, quizás fuera esta la reivindicación feminista más efectiva, sin olvidar el discurso de Irene Moray, que recordó que las mujeres víctimas de agresiones sexuales son algo más que eso, y que tienen derecho a rehacer su vida y a volver a reencontrase con el placer.

Quizás otro de los más obvios en su reivindicación política fuera Enric Auquer, ganador del Goya a mejor actor revelación por su papel en Quien a hierro mata, que dedicó su premio a “todas las antifascistas del mundo”, pero también estaba el actor Juan Diego Botto, presentador de uno de los premios, que con ocasión de la canción “Sobreviviré”, interpretada por Pablo Alborán, hizo mención a “la tolerancia, el amor y el derecho de cada uno de amar a quien quiera independientemente del sexo, raza o lugar de nacimiento”, algo “en lo que, a pesar de cualquier censura, sigue mereciendo la pena educar a futuras generaciones”. Hablaba igualmente alto y claro Silvia Venegas, directora del cortometraje documental ganador, Nuestra vida como niños refugiados en Europa, para los oídos, entre otros, del presidente de la Junta de Andalucía, el conservador Juanma Moreno, que ocupa su puesto en parte gracias al poyo de Vox: “Los niños y niñas refugiados son ante todo niños, y por eso tienen que estar protegidos”. Y volvía a decirlo Ara Malikian, violinista libanés de ascendencia armenia llegado a Europa como refugiado: “Hoy en día quieren hacer creer que los inmigrantes son los culpables de todos los males de nuestra sociedad: espero que no les creáis”.

Una de las sorpresas de las candidaturas, por su carácter experimental, O que arde, se llevaba su pedazo de tarta: el mencionado premio a mejor actriz revelación para Benedicta Sánchez, pero también el premio a mejor fotografía. Intemperie, que contaba con seis nominaciones, se conformaba con no tan poco. Para este wéstern patrio iba el Goya mejor canción original y a mejor guion adaptado, por su trabajo sobre la novela homónima de Jesús Carrasco que firmaba el director Benito Zambrano junto a los hermanos Daniel y Pablo Remón, este último dramaturgo y director teatral en auge. Quien a hierro mata, con tres nominaciones, se llevaba una estatuilla, la de Enric Auquer, algo similar a lo que le ocurría a El hoyo, ópera prima de Galder Gaztelu-Urrutia, que de tres candidaturas se llevó el galardón a los mejores efectos especiales.

Con el protagonismo de una película como Dolor y gloria, un canto al poder de la creación y del cine como vía de transformación personal —y, a partir de esta, social—, era inevitable que el final de la gala quedara algo autorreferencial. Pedro Almodóvar abandonaba las gafas de sol oscuras, que había llevado para ocultar la emoción durante el discurso de Antonio Banderas, para insistir una vez más en el rol central del celuloide en su existencia: “El cine ha sido la experiencia más importante de mi vida, tanto como espectador como con director. Yo no concibo la vida sin seguir rodando”. Como recordaba el cineasta, otros sí tendrán que conformarse con mirar la gran pantalla desde lejos: “El cine de autor, independiente, el que se hace fuera de los márgenes de las televisiones y las plataformas”, decía “está en serias vías de extinción y necesita la protección del Estado”. Se lo decía a Pedro Sánchez, que estaba en el patio de butacas. La pelota queda en su tejado.

Lista completa de ganadores

Mejor película

Dolor y gloria

Intemperie

La trinchera infinita

O que arde (Lo que arde)

Mientras dure la guerra

Dirección

Pedro Almodóvar, por Dolor y gloria

Aitor Aguirre, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, por La trinchera infinita

Oliver Laxe, por O que arde (Lo que arde)

Alejandro Amenábar, por Mientras dure la guerra

Dirección novel

Belén Funes, por La hija de un ladrón

Galder Gaztelu-Urrutia, por El hoyo

Salvador Simó, por Buñuel en el laberinto de las tortugas

Aritz Moreno, por Ventajas de viajar en tren

Guion original

Pedro Almodóvar, por Dolor y gloria

David Desola y Pedro Rivero, por El hoyo

José Mari Goenaga y Luiso Berdejo, por La trinchera infinita

Alejandro Amenábar y Alejandro Hernández, por Mientras dure la guerra

Guion adaptado

Benito Zambrano, Daniel Remón y Pablo Remón, por Intemperie

Eligio Montero y Salvador Simó, por Buñuel en el laberinto de las tortugas

Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen, por Madre

Javier Gullón, por Ventajas de viajar en tren

Música original

Alberto Iglesias, por Dolor y gloria

Arturo Cardelús, por Buñuel en el laberinto de las tortugas

Pascal Gaigne, por La trinchera infinita

Alejandro Amenábar, por Mientras dure la guerra

Canción original

"Intemperie", de Intemperie

"Invisible", de Klaus - Compositores: Caroline Pennell, Jussi Ilmari Karvinen (Jussifer), Justin Tranter

"Allí en la arena", de La inocencia - Compositor: Toni M. Mir

"Nana de las dos lunas", de La inocencia - Compositor: Sergio de la Puente

Actor protagonista

Antonio Banderas, por Dolor y gloria

Antonio de la Torre, por La trinchera infinita

Karra Elejalde, por Mientras dure la guerra

Luis Tosar, por Quien a hierro mata

Actriz protagonista

Belén Cuesta, por La trinchera infinita

Penélope Cruz, por Dolor y gloria

Greta Fernández, por La hija de un ladrón

Marta Nieto, por Madre

Actor de reparto

Eduard Fernández, por Mientras dure la guerra

Asier Etxeandia, por Dolor y gloria

Leonardo Sbaraglia, por Dolor y gloria

Luis Callejo, por Intemperie

Actriz de reparto

Julieta Serrano, por Dolor y gloria

Mona Martínez, por Adiós

Natalia de Molina, por Adiós

Nathalie Poza, por Mientras dure la guerra

Actor revelación

Enric Auquer, por Quien a hierro mata

Nacho Sánchez, por Diecisiete

Vicente Vergara, por La trinchera infinita

Santi Prego, por Mientras dure la guerra

Actriz revelación

Benedicta Sánchez, por O que arde (Lo que arde)

Pilar Gómez, por Adiós

Carmen Arrufat, por La inocencia

Ainhoa Santamaría, por Mientras dure la guerra

Dirección de producción

Carla Pérez de Albéniz, por Mientras dure la guerra

Toni Novella, por Dolor y gloria

Manolo Limón, por Intemperie

Ander Sistiaga, por La trinchera infinita

Dirección de fotografía

Mauro Herce, por O que arde (Lo que arde)

José Luis Alcaine, por Dolor y Gloria

Javi Agirre Erauso, por La trinchera infinita

Álex Catalán, por Mientras dure la guerra

Mejor montaje

Teresa Font, por Dolor y gloria

Laurent Dufreche y Raúl López, por La trinchera infinita

Alberto del Campo, por Madre

Carolina Martínez Urbina, por Mientras dure la guerra

Dirección artística

Antxón Gómez, por Dolor y gloria

Pepe Domínguez, por La trinchera infinita

Juan Pedro de Gaspar, por Mientras dure la guerra

Mikel Serrano, por Ventajas de viajar en tren

Diseño de vestuario

Sonia Grande, por Mientras dure la guerra

Paola Torres, por Dolor y gloria

Lourdes Fuentes y Saioa Lara, por La trinchera infinita

Alberto Valcárcel, por Paradise Hills

Maquillaje y peluquería

Ana López-Puigcerver, Belén López-Puigcerver y Nacho Díaz, por Mientras dure la guerra

Ana Lozano, Sergio Pérez Berbel y Montse Ribé, por Dolor y gloria

Yolanda Piña, Félix Terrero y Nacho Díaz, por La trinchera infinita

Karmele Soler y Olga Cruz, por Ventajas de viajar en tren

Sonido

Iñaki Díez, Alazne Ameztoy, Xanti Salvador y Nacho Royo-Villanova, por La trinchera infinita

Sergio Bürmann, Pelayo Gutiérrez y Marc Orts, por Dolor y gloria

Aitor Berenguer y Gabriel Gutiérrez, por Mientras dure la guerra

David Machado, Gabriel Gutiérrez y Yasmina Praderas, por Quien a hierro mata

Efectos especiales

Mario Campoy e Iñaki Madariaga, por El hoyo (El hoyoThe Platform

Jon Serrano y David Heras, por La trinchera infinita

Raúl Romanillos y Juanma Nogales, por Mientras dure la guerra

Juan Ramón Molina y Félix Bergés, por Perdiendo el Este

Película de animación

Buñuel en el laberinto de las tortugas

Elcano y Magallanes la primera vuelta al mundo

Klaus

Mejor película documental

Ara Malikian, una vida entre las cuerdas

Auterretrato

El cuadro

Historias de nuestro cine

Película iberoamericana

La odisea de los giles (Argentina/España)

Araña (Chile)

El despertar de las hormigas (Costa Rica/España)

Monos (Colombia)

Película europea

Los miserables, de Ladj Ly

Border, de Ali Abbasi

Retrato de una mujer en llamas, de Céline Sciamma

Yesterday, de Danny Boyle

Cortometraje de ficción

El nadador, de Pablo Barce

Foreigner, de Carlos Violadé Guerrero

Maras, de Salvador Calvo

Suc de Síndria, de Irene Moray

Xiao Xian, de Jiajie Yu

Cortometraje documental

2001. Destellos en la oscuridad, de Pedro Gonzáles Bermúdez

El infierno, de Raúl de la Fuente

El sueño europeo: Serbia, de Jaime Alekos

Nuestra vida como niños refugiados en Europa, de Silvia Venegas Venegas

Cortometraje de animación

Madrid 2120, de José Luis Quirós y Paco Sáez

El árbol de las almas perdidas, de Laura Zamora Cabeza

Homomaquia, de David Fidalgo Omil

Muedra, de César Díaz Meléndez

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