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Cultura

José Soto Chica gana el el Premio Edhasa Narrativas Históricas con una novela de intrigas en los reinos visigodos

Portada de El dios que habita la espada, de José Soto Chica.

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El historiador y escritor José Soto Chica (Santa Fe, Granada, 1971) ha ganado el IV Premio Edhasa de Narrativas Históricas con la novela El dios que habita la espada, una trama en la corte visigoda. Tras publicar ensayos como Los visigodos. Hijos de un dios furioso o Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad Oscura, este doctor en Historia Medieval, profesor de la Universidad de Granada, lleva su investigación a la novela con una historia tejida en torno al rey Leovigildo, "quien hace posible el reino visigodo de Toledo". No es la primera aproximación de Soto Chica a la novela: en Tiempo de leones, se aproximaba a la figura del emperador romano Heraclio. La editorial, clave en el desarrollo de la novela histórica en España, fundó el premio en 2018 y celebra este año su cuarta edición, que coincide con el 75º aniversario del sello.

La de Leovigildo, decía el autor en una rueda de prensa virtual con ocasión del fallo, es "una de las historias más potentes que nos han llegado" de una época nada fácil para la investigación histórica. El monarca, en el trono entre e 568 y el 589, considerado como el más influyente de los reyes godos, fue "un hombre de un genio militar sorprendente" en palabras del autor, que "pone en pie casi de la nada una cultura". Pero este "éxito político" está acompañado de un "fracaso personal": "Por ambición deja de lado a su mujer por un matrimonio de conveniencia con la reina Gosvinta". A eso hay que sumarle el levantamiento en armas de su hijo Hermenegildo, convertido al catolicismo, que no solo perdería la guerra sino que moriría capturado por las fuerzas de su padre. 

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El dios que habita la espada bebe de la investigación del historiador, exmilitar y especializado en Bizancio. Una investigación particularmente ardua debido a la ausencia de fuentes documentales relativas a este periodo. "Las fuentes visigodas son muy parcas", lamenta Soto Chica, que señala los escritor de Isidoro de Sevilla, "escueto hasta la desesperación", Tajón y Braulio de Zaragoza, las cartas del papa Gregorio Magno o las crónicas del galo Gregorio de Tours. Sin embargo, el escritor defiende que "en los últimos 20 años ha habido una revolución en la historia de esta época, en el reino visigodo, pero también en toda Europa", que ha permitido acercarse de otra manera a estos personajes. 

José Soto Chica lamenta que los visigodos sigan teniendo tan mala fama en el imaginario colectivo. "Los visigodos son bárbaros y fueron los que humillaron a Roma", apunta. "Y Europa ha crecido como una hija de Roma, así que son los asesinos de un mundo que añoramos. ¿Qué quiso ser Napoleón? ¿Si uno va a Washington qué es lo que se encuentra?". A eso se sume en el caso español a la reivindicación de los reinos godos por parte de la dictadura franquista, una asociación que el autor considera una "manipulación para tener legitimidad", y que a hecho que "los godos pasaran del estrellato al olvido". Pero el escritor reivindica la modernidad de algunos de los presupuestos godos, como la monarquía electiva y representativa, una "concepción del poder tan moderna que va a configurar el panorama político durante siglos", hasta el Renacimiento carolingio.

El novelista describe una sociedad muy letrada —entre los nobles, claro—, vinculada aún al mundo antiguo, que Leovigildo admiraba especialmente, y "a años luz" de dinastías contemporáneas como la merovingia en Francia. En la novela, la reina Gosvinta, descrita como una mujer que se propone modernizar la idea imperial de su marido, toma un peso especial en la trama, señalando la participación de las mujeres godas en política y la importancia de esta monarca en el tejido de "un sistema de alianzas que determinó el mundo durante 30 años". "La gran debilidad del reino visigodo" no tiene que ver con su inferioridad o su primitivismo, como pueden pensar los no iniciados, sino con el hecho de que "que nunca se llegó a asentar": "El asesinato, la revuelta, la conjura, formaban parte del reino visigodo". Y de El dios que habita la espada

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