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30 años de 'Shangay', 30 años de historia LGTBIQ+: del 'maricones os vamos a matar' a la gran fiesta del Orgullo

Detalle de la portada del libro 'Memorias de Shangay'.

Mónica Naranjo, Alaska, Marta Sánchez, Ana Torroja... Cher, Madonna, Kylie Minogue... George Michael, Alejandro Amenábar, Miguel Bosé... La revista Shangay lleva treinta años siendo el único medio LGTBIQ+ español que sigue publicándose ininterrumpidamente, convirtiendo su portada en un escaparate centelleante por el que han pasado figuras de relumbrón como las mencionadas y muchísimas otras. No en vano, son ya tres décadas formando parte esencial y, por qué no decirlo, también dando su valioso empujoncito a los últimos treinta años de historia de la comunidad gay en nuestro país, un período en el que se fraguó el cambio de una España de valores católicos, apostólicos y romanos al país diverso, inclusivo y libre que es hoy en día.

Memoria histórica de nuestro tiempo más reciente, en definitiva, a partir de las páginas de una publicación gratuita que nació en el epicentro del barrio de Chueca de la manera más undeground imaginable, con sus primeros números en formato fanzine fotocopiado en blanco y negro como forma de anunciar unas fiestas domingueras en el China Club del centro de Madrid que rápidamente se hicieron más que populares en un colectivo que vivía entonces en un contexto social bien diferente al actual. Tiempos de recibir cartas con amenazas que hacían imposible imaginar que de ahí surgiría la gran fiesta de celebración del Orgullo gay que posiciona a Madrid en el mundo como ciudad abierta y avanzada

"Recibíamos cartas con amenazas. Pero, además, de las que alguien se tomaba la molestia de recortar las letras y pegarlas para poner 'maricones os vamos a matar'. Que decíamos 'madre mía, vaya curro tiene esto'. Pero en esa época ni lo denunciábamos, porque como estábamos tan acostumbrados a las amenazas y los insultos no te atrevías a denunciarlo porque además te imaginabas que no te iban a hacer ni caso en comisaría, como pasaba muchas veces", rememora con infoLibre el director desde su creación del grupo Shangay, Alfonso Llopart, quien a su vez también es presidente de AEGAL, la asociación de empresarios LGTBIQ+ madrileños que organiza cada año el MADO Madrid Orgullo.

Una personalidad esencial en la comunidad gay que ahora mira atrás para contar, junto a José Mola y Roberto S. Miguel, la historia de nuestro país a través de la de su propia revista en Memorias de Shangay (Libros Cúpula). "Imagina lo que hemos tenido que remover para resumir treinta años. Yo me tuve que meter en el almacén a revisar y buscar, porque el ejercicio de memoria que he tenido que hacer ha sido importante", confiesa Llopart divertido y orgulloso, añadiendo: "Había cosas que recordaba y otras que he ido descubriendo a medida que iba encontrando joyas por la redacción de esas que te hacen decir 'guau, esto es cuando estuvimos allí o hicimos aquello'. Ha sido un viaje apasionante".

Un periplo desde aquel barrio de Chueca peligroso y oscuro, "muy deprimido con droga, prostitución y delincuencia". "Los drogadictos, las putas y los maricones todos juntos ahí", remarca con sorna, recordando cómo el barrio empezó a cambiar cuando los empresarios del segmento empezaron a "abrir tímidamente" locales de día, porque de noche ya había bares gay. "Pero durante el día era un barrio muerto porque la gente tenía miedo de meterse en él. Esos mismos empresarios empezaron a darle vida al barrio y cuando descubrieron Shangay se quisieron anunciar con nosotros. Por eso nuestra historia está muy vinculada a Chueca, a sus bares, a sus locales, sus tiendas. Lugares que eran a su vez nuestros puntos de distribución, que es como sigue siendo treinta años después", explica.

"La historia de la revista a su vez está muy ligada al Orgullo de Madrid", apostilla. Un evento que ha supuesto también un "revulsivo" y es una de las "claves", según subraya, para haber conseguido que "España sea uno de los países más abiertos a temas LGTBIQ+ y líder en derechos humanos en el mundo". Una evolución imparable que ahora, vista en retrospectiva desde el presente, resulta aún más formidable por la propia imposibilidad del fenómeno que contra todo pronóstico terminó resultando posible. "Ha sido un movimiento popular que nació en Chueca y le hemos terminado regalando a Madrid su mayor evento, por el que más conocida es la ciudad en todo el mundo", agrega Llopart.

"Lo que ha sucedido en este país en los últimos treinta años no deja de ser un hito de cómo un país con fama de apostólico y tradicional se ha convertido en uno de los países líderes en derechos humanos. Porque al final los derechos LGTBIQ+ son derechos humanos. Ese recorrido da la casualidad de que lo ha vivido una revista que estaba ahí. Podrían haber sido otros, pero fuimos nosotros los que estuvimos ahí e hicimos ese recorrido junto a toda esa gente que forma parte ya de la historia", plantea recordando a "Pedro Zerolo y todos los activistas que en los noventa estaban levantando la voz" y reclamando los derechos del colectivo, junto a artistas que también han ido aportando sus granitos de arena para que España sea a día de hoy el país que es. "De momento, porque todo puede cambiar", avisa, lanzando una advertencia ante el auge de la ultraderecha: "Sigue estando aquí el fantasma de que todo lo que hemos ganado y conseguido lo podemos perder si las cosas se tuercen, y estamos en un momento crítico en ese sentido".

Es precisamente por el tiempo político actual por lo que estas memorias llegan en un momento en el que, además de repasar la historia de una revista, sirven para, por ejemplo, que la gente más joven pueda conocer quién es ese Pedro Zerolo que da nombre a la plaza central del MADO Madrid Orgullo. Memoria reciente para que los lectores puedan "investigar un poco de donde venimos y por qué tenemos el país tan libre que tenemos, y se den cuenta de que esto tiene una historia y unos nombres de gente que ha estado ahí". "Ojalá el libro llegue a mucha gente joven porque estamos en un momento en el que hace falta que esos jóvenes se den cuenta de lo importante que es mantener este estado de bienestar LGTBIQ+ y que nuestros derechos no se negocian y no hay marcha atrás", remarca Llopart, todavía rematando: "No vamos a permitir que nadie pretenda devolvernos al armario y eso solo se logra sabiendo de donde venimos".

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"El tren de la nueva sociedad del arco iris que predicaba Pedro Zerolo ha salido ya y ahora el que quiera se sube y el que no se queda en el andén", prosigue el director de Shangay, para quien la aprobación de la Ley del Matrimonio Igualitario en 2005 fue, probablemente, el momento más trascendental de estas tres décadas de avances. "Esa ley ha marcado un antes y un después en la vida de miles de personas, incluida la mía", afirma. 

En paralelo, habla Llopart también de muchos "momentazos" en la revista, como la celebración del número cien con Cher, cuando vino a Madrid a presentar Believe. "Fue increíble tener a esa pedazo de artista con nosotros. Estuvimos a punto de hacer algo parecido con Madonna pero al final no pudo, le dimos un premio y nos grabó unos agradecimientos", rememora, antes de escoger la primera de Mónica Naranjo como la "portada más mítica y emotiva" de Shangay: "Fue su primera portada en España y la que le dio a conocer al público LGTBIQ+ aquí. Ella que venía de triunfar de México, a partir de esa portada la comunidad la tomó como diva y supuso su despegue... y el nuestro, porque de repente las discográficas se dieron cuenta de que el mundo LGTBIQ+ era un filón porque éramos un mundo muy de divas, de comprar discos, de ir a conciertos, y durante muchos años uno de nuestros mayores apoyos financieros fue la industria de la música. Porque la revista siempre ha sido, es y será gratuita".

"Yo nunca planifiqué que Shangay se iba a convertir en el principal medio LGTBI de este país, fue algo que surgió de repente", asegura, rememorando que ellos estaban "haciendo un fanzine más enfocado al ocio, la música y la cultura que a temas reivindicativos y políticos". De hecho, admite que siempre se ha criticado que Shangay no fuera más reivindicativa, ante lo que defiende que su reivindicación siempre la han hecho de otra manera, de una manera "más sutil, con mensajes" o entrevistas a artistas que defendían sus derechos. Y a pesar de la evidente importancia de la revista en todos estos años, resalta que todo lo que ha pasado en España se compone de "muchos granitos de arena de mucha gente, activistas y empresarios" que han estado ahí. "Shangay ha sido uno más, si bien seguramente uno de los más visibles, porque hemos tenido, además, la suerte de sobrevivir a todas las crisis. Pero si no hubiera sido Shangay hubiera sido otra publicación. El mérito no es nuestro, es de muchísima gente", concluye.

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