Este año el premio Nobel de Literatura ha ido para una mujer, la surcoreana Han Kang, la número 18 sobre un total de 117 entregados, si tenemos en cuenta que en los periodos de guerra, tanto de la primera como la segunda, no se concedió. Siempre es una alegría y últimamente los nobel literarios han ido teniendo en cuenta a mujeres como Alice Munro, Olga Tokarczuck, Annie Ernaux, o Elfriede Jelinek.
Mientras tanto, en nuestro país, la realidad sigue siendo tozuda. Según datos facilitados por CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos, en esta entidad hay un 61% de autores frente a un 39% de autoras. Según el informe Brecha Global de Género 2024 del Foro Económico Mundial se tardará 134 años en alcanzar la paridad. Muy largo nos lo fían, habría que tomar más medidas, y mucho más drásticas, al respecto. Un buen ejemplo podría ser la FIL de Guadalajara 2024 en el que las autoras se han visto ampliamente representadas. Mirando por encima el programa no ha habido mesas en las que no hubiera al menos una de ellas. Ojalá marque tendencia porque una se cansa de ir a presentaciones de libros o mesas literarias y ver sólo a hombres. Por otra parte, he escuchado a varios amigos editores, sobre todo de editoriales independientes, comentar que apenas les llegan manuscritos de mujeres, una clara desventaja desde la raíz, que puede marcar después todos los porcentajes. Habría que preguntarse por qué, cuando predominamos no solo como lectoras, también en talleres literarios y en clubs de lectura.
Hablaré de los libros escritos por mujeres que han caído en mis manos en este año. Sé que hay muchos más, pero no intento hacer una lista de los mejores, me horroriza ese concepto, sino de libros muy interesantes que he comprado, leído o que me han hecho llegar. Tengo la sensación de que ha sido una buena cosecha:
Julia Otxoa ha ganado el Premio Euskadi de Literatura en castellano 2024 por su libro de poesía Bajo los astros de la repetición. Esta mujer lleva años labrándose un camino sin alharacas y poco mediático, pero de una gran calidad, tanto como poeta, como artista plástica o como narradora de lo breve. Tos de perro, que tiene ya unos años, es de esas obras cortas de gran impacto emocional. La argentina Magalí Etchebarne ganó este año el premio internacional Ribera del Duero a libro de relatos inédito, con La vida por delante. Marina Perezagua ganó el Premio de Novela Ciudad de Estepona con La playa, un texto de matiz autobiográfico basado en su propia maternidad y el enfrentamiento con su madre. El libro Alcaravea, de Irene Reyes Noguerol está teniendo buena acogida y es candidata a los Premios Cálamo. Nuria Labari ha publicado No se van a ordenar solas las cosas, un libro de seis cuentos en el que el lenguaje y los distintos idiomas cumplen un papel primordial. Natalia García Freire ha publicado La máquina de hacer pájaros y Clara Morales ha escrito su primer libro, Ya casi no me acuerdo, también de cuentos como los anteriores que he mencionado, en la editorial Tránsito, dedicada exclusivamente a la publicación y promoción de libros escritos por mujeres. Elena Prieto ha publicado en la editorial Talentura su primer libro de relatos, Johnny Cash no es para niños. Leila Guerrero ha publicado La llamada, basada en una historia real de una militante de izquierdas secuestrada y torturada.
La editorial Páginas de espuma ha editado la correspondencia de Virginia Woolf, bajo el título de Una carta sin pedirla, complementando así otro libro anterior de la autora, El estrecho puente del arte, ensayos literarios. Libros del asteroide publica la primera novela de Maggie O’Farrell, La distancia que nos separa, un libro que tiene en la huida su argumento principal, personajes que huyen de sus vidas para reencontrarse a sí mismos y a otros. Curiosamente he leído otras dos novelas que tienen que ver con la huida como forma de reencontrarse con el pasado y con el yo que se perdió en la vorágine de las carreras y las profesiones. Me refiero a Una sombra blanca de Carme Riera y Azul de agosto, de Deborah Levy, historias con similitudes, en el primer caso es una cantante de ópera renombrada y en el segundo una famosa pianista. Ambas entran en crisis y necesitan parar sus respectivas carreras de éxito para bucear en el pasado oscuros sucesos sin resolver y que estaban afectando seriamente a su profesión. Me ha parecido un curioso enfoque, de cómo el éxito no resuelve asuntos personales que están pendientes, algo a lo que estamos poco acostumbrados, ya que el éxito profesional no se trata en el arte desde la fragilidad, sino desde el reconocimiento. He querido ver en ello un enfoque femenino.
De pérdidas de un ser querido trata el libro de Paloma Díaz-Mas Las fracturas doradas, una narrativa sencilla para tratar el dolor de la muerte repentina de un hermano, con reflexiones sobre el duelo, la pérdida que deja esas fracturas doradas. Una novela que está teniendo bastante aceptación es la de la escritora británico-turca Elif Shafak, Hay ríos en el cielo, que se inicia en la antigua ciudad de Nínive para hacer un recorrido histórico de personajes que quedan enlazados por el agua, sobre todo de los ríos. Toda una metáfora, si pensamos en la DANA que ha asolado a Valencia.
De la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker, he encontrado dos libros a los que voy a hacer referencia: Los nidos, primera novela de Gloria Fernández Rozas y una preciosa edición de una antología de Sharon Olds. Su título es Óvulos en la mano, y se encuentra en edición bilingüe. Una poeta que ha dado salto a la narrativa es Viviana Paletta con La espesura del cielo, algo entre un relato largo, una nouvelle o prosa poética, para contarnos la historia de una mujer guerrillera a punto de dar a luz, ella sola, en la selva.
Los libros de la mujer rota, bonito nombre para una editorial, desembarca desde Chile con este título. Ojalá tenga una buena andadura entre nosotros. Dentro de los textos cortos María José Beltrán ha publicado Caleidoscópica, una cuidada edición limitada de trescientos ejemplares con ilustraciones y notas manuscritas. La microrrelatista Ana Grandal ha publicado un nuevo libro, Contramater. También de microrrelato va el titulado Animales sueltos, de Lady Distopía, seudónimo de Almudena Montero, un glosario de comportamientos humanos tratados desde el humor. En la editorial Pepitas he encontrado un libro de relatos, para amantes de lo distópico, con un sugerente título, Historia general del desayuno, de Carolina León, una de las personas que componen el equipo de Traficantes de sueños.
No quiero dejar pasar la ocasión sin hablar de varios libros de ensayo. El primero en publicarse este año se titula La herencia de Eva, de la médico y especialista en neurociencia Carmen Estrada, un recorrido por la historia de la ciencia, partiendo del instinto de curiosidad hasta la etapa actual. Un libro muy interesante, que nos trae a colación aspectos como la fuerza del relato, la humildad de la ciencia, la ideología del científico, si se debe o no patentar la ciencia o lo que está pasando en el antropoceno. Sandra Lorenzano ganó el XV Premio Málaga de ensayo por Herida fecunda, una mezcla de diario, opiniones y textos muy cortos con un eje central, el exilio. El tercero del que hablaré ha sido Premio Anagrama de Ensayo, titulado Sin relato, de la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar, del que ya escribí en ediciones pasadas y que trata sobre el llamado capitalismo digital y cómo está afectando a la pérdida de discurso y socialización en el ser humano, especialmente entre los jóvenes. El otro libro, que acaba de salir en Alianza Editorial es el primero de Lucía Sesma y se llama La caja de palabras, donde aborda, a través de varios capítulos, el papel del lenguaje en nuestras vidas. Un libro ameno que puede gustar a los letraheridos y lectores en general. Por sus capítulos se pasean desde Einstein a Lola Flores, María Moliner, Galdós, Unamuno o Cortázar.
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Como el presidente de la motosierra, el argentino Milei, ve corrupción de menores en la literatura, ha censurado varios libros, curiosamente todos de mujeres. Así, se ha escandalizado por la novela de Dolores Reyes, Cometierra, una novela muy aplaudida que ha sido traducida a quince idiomas. El mismo camino ha llevado Las primas, publicada en nuestro país por Tusquets en 2021, de Aurora Venturini, así como la novela de Gabriela Cabezón Las aventuras de la China Iron, o la de Sol Fantin titulada Si no fueras tan niña. Memorias de la violencia. La reacción a esta censura solo puede ser comprar estos libros, como ha pasado con el de Cometierra, que se encuentra en estos momentos prácticamente agotado.
Ya saben, si quieren ustedes regalar libros escritos por mujeres en estas fiestas tan propensas a ello, aquí tienen una buena muestra. Hay muchos más libros y autoras que han publicado este año, eso seguro, pero he hablado de lo que tengo entre manos. Y si encuentran en las estanterías cualquier título de una autora, piensen que hasta llegar a ser publicado el filtro ha sido tan exigente, que merecerá la pena adquirirlo. Felices fiestas y un 2025 más igualitario. Ganamos todos.
* Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Mapas de asfalto' (Menoscuarto).
Este año el premio Nobel de Literatura ha ido para una mujer, la surcoreana Han Kang, la número 18 sobre un total de 117 entregados, si tenemos en cuenta que en los periodos de guerra, tanto de la primera como la segunda, no se concedió. Siempre es una alegría y últimamente los nobel literarios han ido teniendo en cuenta a mujeres como Alice Munro, Olga Tokarczuck, Annie Ernaux, o Elfriede Jelinek.