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‘Dalirium Sonic’, de Karles Torra

Portada de 'Dalirium Sonic', de Karles Torras.

Sara Vítores

Dalirium SonicKarles TorraLa LluviaBarcelona2016

Elvis tuvo que quitarse una camisa para regalársela, porque la mirada inquisidora de Dalí no le dejó otra opción. Miraba y remiraba la prenda del rockero con la única idea de poseer esa camisa que se convertiría después en uno de sus fetiches. Cuenta el autor de Dalirium Sonic, Karles Torra, que aquel fue el único encuentro que tuvieron las dos estrellas de la música y la pintura del siglo XX, Elvis Presley y Salvador Dalí, encuentro del que el rockero salió medio desnudo. Cuenta también que dos o tres veces por semana, desde mediados de los años setenta hasta que Gala murió, Dalí pasaba la tarde en L’Hostal de Cadaqués, y cuando la banda dejaba de tocar, pedía que sonara Elvis Presley.

De su pintura, de sus extravagancias, de sus ideas políticas, de su mar Mediterráneo, de todo ese mundo del surrealismo daliniano, algo sabemos, más o menos, pero sabemos. Y Dalirium Sonic nos permite conocer al Salvador Dalí musical. Su relación con la música y con las estrellas de su tiempo, como versa el subtítulo del libro.

El crítico musical catalán Karles Torra ya había escrito varios artículos sobre la relación de Dalí con el rock y con el jazz, y en Dalirium Sonic nos presenta esas relaciones y muchas otras. Como el Dalí casi adolescente recién llegado a la Residencia de Estudiantes de Madrid, al que Federico García Lorca introduce en el mundo del flamenco. Un Dalí que después, junto al poeta, buscaría al “milagroso ángel gitano” por los cafés del barrio chino de Barcelona. O el Dalí que invita a comer a John Lennon y Yoko Ono, en su luna de miel, en París, justo el día antes de la famosa foto de la pareja desnuda sobre la cama de la habitación 902 del Amsterdam Hilton.

Este paseo por la relación de Dalí con la música se cierra con tres entrevistas, "Tres visiones sobre Salvador Dalí: el genio en vivo y en directo". La primera de ellas a Joan Illa Morell, el Quijote del Happening, quien nos presenta a un Dalí enamorado de la música clásica, apasionado por las sardanas y fiel seguidor de los Grateful Dead. Surrealismo en estado puro. La segunda, en la que Eliseu Huertas Coll compara a Dalí con Jimi Hendrix, y no duda en mostrarlo como fuente de inspiración de músicos como Frank Zappa. Dice Eliseu que el tema que transporta directamente a Salvador Dalí es "Dalí’s Car", de la banda californiana Captain Beefheart (recomiendo que lo escuchen). Y la última entrevista, al músico Pau Riba, autor de temas por los que Dalí sentía auténtica devoción, padre de la canción "Daliniana flor":

“Si em volguéssiu dar una flor, DalíDaliàcia hauria de serI la daliniana flor fóra per miDàlia Gal.la entre les flors”

Sus encuentros con Lennon, su pasión por Wagner, su admirado Bowie, su afición al jazz, sus conversaciones con Alice Cooper... Su forma de definir los géneros: el rock como “el perfume más dionisiaco del mundo”, o el jazz como uno de sus grandes amores, “fantástica anti-artística música y objeto industrial”; pero además el modo en el que fueron cambiando esas relaciones del pintor con los propios músicos, pasando de ser él quien adoraba a ser el adorado. Los creadores que cayeron a sus pies, a los pies de su arte, y le dedicaron versos, canciones o discos enteros.

Todo eso, con citas, con exactitud en los datos, con referencias a pasajes de canciones, y con cariño y empatía —porque hay momentos en los que leyendo a Torras, te parece que él mismo es otro surrealista Dalí—, todo eso, es Dalirium Sonic.

*Sara Vítores es periodista.Sara Vítores

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