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Club de lectura

‘Desinformación’

Desinformación, de Pascual Serrano.

Luis Esteban Rubio

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Os dejamos esta sala para que comentéis vuestras lecturas y nos ayudéis a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a losdiablosazules@infolibre.es para hacernos llegar vuestras sugerencias.losdiablosazules@infolibre.es

El Club de Lectura Petra Kelly nace a mediados de septiembre de 2013 en la ciudad de Madrid con el objetivo de fomentar el estudio, la reflexión y el debate sobre ecologismo. Su denominación rinde homenaje a una de las mayores activistas y políticas ecologistas, pacifistas y feministas en la historia de Europa, Petra Kelly.

En la actualidad, el Club de Lectura está integrado en EcoPolítica, un think tank de la ecología política en España que busca aportar, contrastar y compartir reflexiones teóricas y propuestas novedosas para construir una sociedad más próspera, justa y democrática en armonía con los límites naturales del planeta Tierra. Sin embargo, el Club de Lectura funciona de manera autónoma y sus integrantes eligen democráticamente tantos los libros a debatir como al coordinador anual de la tertulia. En estos momentos, y tras haber sido elegido por segundo año consecutivo, Fidel Insúa es el coordinador del Club de Lectura Petra Kelly y desarrolla su labor de forma magistral.

Durante estos tres años, por sus debates han pasado desde Jorge Riechmann, José Vicente Barcia, María Novo, Gladys Nieto y Alicia Puleo hasta Ana Etchenique, Rosa Martínez, Manuel Baquedano, Jorge Luis Bail y Lucas Platero. Y en las diferentes sesiones se ha debatido desde temas como la economía ecológica, el decrecimiento, el modelo energético, los derechos de los animales y la agroecología, hasta el ecofeminismo, la transexualidad y la teoría queer, pasando por el municipalismo libertario, el cosmopolitismo, la Unión Europea y China.

Desde hace ya más de un año, las sesiones del Club de Lectura Petra Kelly se celebran en el Espacio Ecooo o, como en ocasiones prefiero denominar, en el “Ateneo Ecologista”, ya que, sin tener nada que sanamente envidiar al histórico y respetable Ateneo de Madrid, el Espacio Ecooo se ha convertido en el epicentro del pensamiento y la acción ecologista en la Comunidad de Madrid, y en una de las principales referencias para todos los ecologistas de España. El Espacio Ecooo está situado además en el corazón del dinámico barrio de Lavapiés de Madrid, a pocos metros del Teatro del Barrio, y se alimenta al 100% con energías renovables. A su vez, en sus instalaciones disponen de una librería ecologista, la Ecooo Libre, gestionada ejemplarmente por Paz Serra, quien asimismo ha habilitado un formulario virtual para que los integrantes del Club de Lectura Petra Kelly puedan solicitar fácilmente los libros de las diferentes sesiones.

Por último, se ha de añadir que al calor de la agradable experiencia del Club de Lectura Petra Kelly en Madrid, Javier Zamora García, coordinador del Área de Cultura Ecológica de EcoPolítica, ha impulsado de manera excelente en el presente curso el Grupo de Lectura Cornelius Castoriadis en la ciudad de Sevilla.

Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo Pascual SerranoPenínsulaBarcelona2013

El libro de Pascual Serrano es un manual de resistencia contra la desinformación que sufrimos en las sociedades actuales. Para ello, en primer lugar, en el libro se explica de manera teórica cómo funciona el modelo de desinformación. En segundo lugar, demuestra en la práctica dicho funcionamiento a través de la exposición de numerosos ejemplos a lo largo del mundo. Y, por último, indica algunas claves para enfrentarse individual y colectivamente a dicha situación y mejorar nuestro grado de comprensión de la realidad.

Como él mismo señala: “Sólo con haber conseguido [1] sembrar la desconfianza ante tanta 'verdad indiscutible' que cada día nos llega a través de letras impresas, ondas hertzianas o Internet, [2] promover el interés por buscar y contrastar esas noticias, y [3] ayudar a desarrollar ciudadanos con un pensamiento independiente, conscientes de que la complejidad en el mundo nunca podrá simplificarse mediante mensajes periodísticos sometidos a demasiados y peligrosos intereses, este libro habrá sido útil”.

Con estos elementos el debate en el Club de Lectura Petra Kelly se presentaba apasionante, y así fue. Durante la sesión se destacaron varios asuntos: (a) el sentimiento de enfado e indignación que producía el libro en el lector, según éste iba avanzando a lo largo de los numerosos ejemplos de desinformación; (b) la permanente ausencia de contexto en la presentación de la información en la mayoría de los medios de comunicación; (c) la falta de pluralidad e independencia de los medios de comunicación públicos y la obligación de que estén al servicio de la ciudadanía y no del poder político (como aparece magistralmente denunciado en el número del mes de marzo de tintaLibre); (d) la necesidad de abrir un debate en la sociedad sobre la idoneidad o no de una mayor regulación de los grandes medios de comunicación; (e) las oportunidades y límites que ofrecen Internet y las redes sociales para una mayor democratización de la comunicación así como la relevancia que todavía posee la televisión, y en parte la radio, a la hora de marcar la agenda temática de una sociedad; (f) la cobertura permanente y el enfoque agresivo que existe sobre Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia y su ausencia en otros países. Y es precisamente en este último punto en el que se va a profundizar a continuación.

Sin ser admirador de Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia, sí considero oportuno reflexionar sobre qué criterios justificarían una cobertura permanente y un enfoque mediático agresivo hacia dichos países por parte de los grandes medios de comunicación españoles. A mi juicio habría, al menos, diez criterios principales:

En primer lugar, si la cobertura se basara en el criterio de nuestra relación histórica con dichos territorios, ¿por qué no se da la misma cobertura y enfoque en otros países de la región como, por ejemplo, Colombia? De hecho, el mismo día de la sesión del Club de Lectura Petra Kelly, el martes 1 de marzo, se dio a conocer que un hermano de Álvaro Uribe, expresidente de Colombia, había sido detenido por presuntos vínculos con una organización paramilitar. La cobertura de este hecho fue mínima o inexistente en los grandes medios de comunicación. Surge pues una pregunta clave: ¿qué cobertura y enfoque se le habría dado a la hipotética detención de un hermano de Hugo Chávez, ya no por un tema tan grave como el paramilitarismo, sino, por ejemplo, por corrupción? Igualmente, y en base al mismo criterio de la relación histórica, ¿por qué apenas existe cobertura de lo que ocurre en el Sáhara Occidental, Filipinas o Guinea Ecuatorial?

En segundo lugar, si la cobertura permanente se basara en nuestras importantes relaciones comerciales con dichos países, ¿por qué no se da la misma cobertura y un enfoque lo más objetivo posible de lo que ocurre en países no europeos con los que tenemos más intercambios comerciales, como, por ejemplo, Marruecos o Argelia?

En tercer lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en un supuesto bajo Índice de Desarrollo Humano (IDH), habría que recordar que según el último Informe sobre Desarrollo Humano 2015 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: Cuba, Venezuela y Ecuador tienen un IDH “alto” y Bolivia tiene un IDH “medio”. Sin embargo, países también muy ricos en recursos naturales como la República Democrática del Congo o Nigeria tienen un IDH “bajo”. ¿Por qué estos dos países no reciben pues semejante cobertura mediática y un enfoque lo más objetivo posible, a pesar de la urgente necesidad de difundir lo que allí está ocurriendo?

En cuarto lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en una supuesta tragedia humanitaria, habría que recordar que, según el informe anual El estado de la seguridad alimentaria en el mundo 2015, elaborado por la FAO, todavía “hay unos 795 millones de personas subalimentadas en el mundo”, es decir, alrededor de una de cada nueve personas pasa hambre. Y habría que destacar que, según dicho informe, en América Latina, al igual que en algunas otras regiones, “se han registrado progresos muy rápidos en la reducción del hambre”; de hecho, en América Latina y el Caribe, consideradas conjuntamente, “se han alcanzado tanto la meta 1.C de los ODM, relativa al hambre, como el objetivo [más ambicioso] de la CMA [Cumbre Mundial sobre la Alimentación] en 2014-2016”. Sin embargo, y desgraciadamente, “los progresos han sido lentos en general en dos regiones, a saber, Asia meridional y el África subsahariana”. En el África subsahariana “poco menos de una de cada cuatro personas, concretamente el 23,2% de la población, está subalimentada”. ¿Por qué estas regiones no reciben pues una intensa cobertura mediática y un enfoque lo más objetivo posible que muestre la tragedia, sus motivos y sus soluciones?

En quinto lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en la emisión de una cantidad desmesurada de CO2 per cápita a la atmósfera, lo cual contribuye a agravar el cambio climático y sus peligrosas consecuencias, habría que recordar que, según el Banco Mundial, en base a datos de 2011, son Qatar, Trinidad y Tobago, Kuwait, Brunei, Aruba y Luxemburgo, entre otros países, los principales emisores de CO2 per cápita. De hecho, la cantidad de emisiones de CO2 per cápita de cada uno de los países mencionados es mayor que la suma de todas las emisiones de CO2 per cápita de Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia juntos. ¿Por qué no se da pues una cobertura mediática semejante y un enfoque más agresivo sobre los países que más emisiones de CO2 per cápita envían a la atmósfera?

En sexto lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en la existencia de una catástrofe ecológica, estaría objetivamente justificado en relación, al menos, con la desaparición del segundo lago más grande de Bolivia, el lago Poopó, y con la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní de Ecuador, una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta. Igualmente, si este fuera el criterio utilizado, ¿por qué no se da una cobertura mediática semejante y un enfoque más agresivo sobre, por ejemplo, la catástrofe ecológica que está produciendo el fracking en Estados Unidos o sobre la isla de plástico que se encuentra en el Pacífico Norte y “que afecta a una superficie que se calcula que es el doble de la de los Estados Unidos”?

En séptimo lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en motivos de seguridad internacional habría que recordar que ninguno de los cuatro países señalados posee o desea poseer armas nucleares, tiene intenciones de atacar o invadir otro país o financia al Estado Islámico o Al Qaeda. Sin embargo, por una parte, grandes áreas del Sáhara Occidental y Palestina siguen ocupadas por Marruecos e Israel respectivamente. ¿Por qué las dos ocupaciones mencionadas no reciben pues una intensa cobertura mediática y un enfoque más agresivo? Por otra parte, según Javier Martín, en su libro Estado Islámico. Geopolítica del caos, los diplomáticos y agentes occidentales “en privado insisten en que si Ankara tuviera una política más diáfana y optara por aplicar un control de fronteras más estricto, el EI [(Estado Islámico)] -que llena sus arcas con el contrabando de petróleo y el comercio a ambos lados de la divisoria- perdería gran parte de sus recursos y fortalezas”. ¿Por qué no se da pues una cobertura mediática semejante y un enfoque más agresivo contra Turquía por este hecho?

En octavo lugar, si dicha cobertura y enfoque se basaran en motivos de seguridad nacional sí podría estar justificado en el caso de que alguno de dichos países, aunque no los fomentaran o financiaran, al menos sí toleraran la presencia de terroristas de ETA en su territorio, como es el caso de Venezuela. No obstante, se ha de matizar que, como señala Florencio Domínguez, autor del libro Las conexiones de ETA en América, en una entrevista realizada en 2011: “La tolerancia hacia ETA en Venezuela no es específica del presidente ni del Gobierno actual [en referencia al gobierno de Hugo Chávez]. Todos los gobiernos le han dado acogida. Eso era resultado de la influencia que tenía allí una colonia de nacionalistas vascos procedentes del exilio en la Guerra Civil española. Era una colonia socialmente instalada, de éxito profesional, que tenía acceso a las élites políticas y que actuaba para que se acogiera a los miembros de ETA. (...) Lo que ha hecho [Chávez] es continuar la política de tolerancia de anteriores gobiernos venezolanos”. Igualmente, y siendo consciente de que ETA todavía no se ha disuelto y de que sigue siendo necesaria una atención por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, se ha de recordar que ETA abandonó la lucha armada hace cuatro años y medio y que su último atentado mortal fue hace seis años. De hecho, en el último Informe Anual de Seguridad Nacional 2014 elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional, se señala, respecto a ETA, que “todo indica que el cese de sus acciones terroristas es firme”. Igualmente, en dicho informe se afirma que, si bien, por una parte, “continúa siendo de interés (...) la detección de las estructuras clandestinas que siguen manteniendo, especialmente de aquellos grupos o tendencias que tienen como finalidad el retorno a la actividad armada”, por otra, en relación con las previsiones respecto al terrorismo autóctono (ETA y Resistencia Galega, principalmente): “no se observan indicadores consistentes que apunten a que pueda incrementar sus capacidades y peligrosidad de forma sustancial”. Sin embargo, en el informe mencionado sí se indica, entre otros elementos, que “los paraísos fiscales constituyen una de las grandes amenazas para la estabilidad económica y financiera no solo nacional sino, igualmente internacional”. Pero, ¿qué grado de cobertura y qué tipo de enfoque mediático han tenido los paraísos fiscales en comparación con Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia?

En noveno lugar, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en una supuesta situación de guerra civil, habría que recordar que ninguno de los cuatro países a los que se está haciendo referencia se encuentra en situación de guerra civil. Sin embargo, ¿por qué la actual guerra civil en Libia no recibe una intensa cobertura mediática y un enfoque lo más objetivo posible para, al menos, mostrar lo que allí está ocurriendo? Más aún, ¿por qué sí se difundió la guerra en Libia contra Muamar el Gadafi y por qué no se difunde la actual?

Por último, si la cobertura permanente y el enfoque agresivo se basaran en la situación de los derechos civiles y políticos en los cuatro países a los que se está haciendo referencia, habría que señalar que, según el último Democracy Index 2015 de The Economist, Ecuador, Bolivia y Venezuela son considerados “regímenes híbridos” que mezclan elementos tanto democráticos como autoritarios, y que sólo Cuba es considerada como un “régimen autoritario/dictatorial”. Igualmente, se habría de indicar que del medio centenar de países que son clasificados como “regímenes autoritarios/dictatoriales”, y según la puntuación mencionada en el informe, hay casi cuarenta países más dictatoriales que Cuba. De hecho, Guinea Ecuatorial es el quinto país más dictatorial del mundo, con lo que cumpliría así no sólo el criterio de la relación histórica con España sino también el de la grave vulneración de los derechos civiles y políticos de su población. A su vez, países como Arabia Saudí, Azerbaiyán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, que tienen o han tenido vínculos relevantes con importantes equipos de fútbol españoles o con la Casa Real, son consideradas, según el informe mencionado, dictaduras más severas que la cubana. Sin embargo, ¿por qué estos países no han tenido apenas cobertura mediática y la poca que han tenido se ha realizado con un enfoque alejado de ser agresivo? Esta cobertura insuficiente en los grandes medios de comunicación españoles hace que, con la voluntad de contribuir a aumentar el grado de la misma, se pase a continuación a exponer brevemente la relación de Arabia Saudí, Azerbaiyán, Emiratos Árabes Unidos y Qatar con algunos equipos de fútbol españoles y con la Casa Real.

El fútbol es el deporte estrella en España para todos los grandes medios de comunicación. En los medios españoles se investiga e informa minuciosa y abundantemente desde la pierna dañada de un jugador de segunda división hasta la situación del césped donde se jugará un partido, pasando por todos los detalles del hotel donde se hospedará el equipo o las nuevas botas de cualquier jugador relevante. Sin embargo, ¿por qué apenas se investiga e informa sobre los patrocinadores oficiales de los principales equipos que pagan millones de euros para que su marca o país aparezca en las camisetas y tenga visibilidad mundial? Veamos algunos ejemplos:

a) Real Madrid CF: en la actualidad su patrocinador oficial es Fly Emirates, compañía aérea propiedad del gobierno de Dubái, uno de los siete emiratos de los Emiratos Árabes Unidos.

b) FC Barcelona: en la actualidad su patrocinador oficial es Qatar Airways y previamente lo fue Qatar Foundation. Sandro Rosell, expresidente del Barça, llegó incluso a afirmar: “Nos gustan los valores de Qatar Foundation (...), comparte los valores que nosotros pretendemos difundir desde el propio Barça”. La Qatar Foundation fue creada por el antiguo emir de Qatar, Hamad bin Jalifa Al Thani, y la presidenta sigue siendo una de sus varias esposas, Moza bint Nasser. Por su parte, Qatar Airways es propiedad del Estado de Qatar.

c) Club Atlético de Madrid: su patrocinador oficial durante tres temporadas fue el Estado de Azerbaiyán, bajo el lema “Azerbaijan. Land of Fire”.

Por su parte, la Casa Real española ha mantenido siempre una estrecha relación con las dictaduras árabes, como acertadamente, aunque sorprendentemente en sentido positivo, llevan señalando durante años los grandes medios de comunicación. Dos ejemplos:

a) El Rey Juan Carlos I abdicó el 2 de junio de 2014. Ese mismo día El País publicaba un artículo sobre las fructíferas y estrechas relaciones del reinado de Juan Carlos I con “los monarcas del Golfo”. En el cuerpo del texto se leía: “El clima de confianza que el Rey Juan Carlos ha labrado con los monarcas del Golfo no se ha visto enturbiado por las acusaciones de restricción de los derechos humanos en reinos como el de Bahréin, donde las revueltas populares han sido reprimidas con dureza a partir de 2011”. Nadie parece querer que se “enturbien” dichas relaciones por temas de vulneraciones masivas de derechos humanos y menos cuando a continuación se indicaba que: “[Arabia Saudí] ha otorgado a las empresas españolas su mayor contrato en el extranjero (6.736 millones de euros) para construir el AVE Meca-Medina”. En este sentido, cabe ser destacado que en el consorcio creado para la construcción de dicho AVE se encuentran, entre otras empresas, OHL y Cobra (ACS). De esta manera, en Arabia Saudí, llevarán a cabo importantes negocios dos conocidos empresarios españoles: Juan Miguel Villar Mir, presidente de OHL que aparece en los papeles de Bárcenas como supuesto donante del Partido Popular; y Florentino Pérez, presidente de ACS desde antes de su primer periodo como presidente del Real Madrid CF.

b) El País entrevistó en 2007 al que fuera en su momento rey de Arabia Saudí, Abadalá bin Abdelaziz al Saud, hoy difunto. En la entrevista al “monarca”, éste señalaba: “Nuestra visita a España, un país amigo, responde a una invitación de Su Majestad el rey Juan Carlos, con quien mantengo una profunda y duradera amistad, y hacia quien tengo un gran respeto y estima”.

Para terminar, y tras este breve repaso a diez criterios principales que podrían justificar objetivamente los distintos grados de cobertura y un enfoque mediático diferenciado, se procede a dejar meramente planteadas dos preguntas:

Por una parte, teniendo en cuenta los criterios anteriores y sus incoherencias, ¿de qué criterios se sirven entonces los grandes medios de comunicación españoles para justificar su intensa cobertura mediática y su enfoque agresivo respecto a Venezuela, Cuba, Ecuador y Bolivia?

Por otra, teniendo en cuenta los criterios anteriores y sus incoherencias, ¿de qué criterios se sirven entonces los grandes medios de comunicación españoles para justificar la ausencia de una intensa cobertura mediática y de un enfoque lo más objetivo posible o agresivo, según la circunstancia, respecto a, al menos, Colombia, Sáhara Occidental, Guinea Ecuatorial, Filipinas, Marruecos, Argelia, República Democrática del Congo, Nigeria, Qatar, Trinidad y Tobago, Kuwait, Brunei, Aruba, Luxemburgo, Estados Unidos, Israel, Turquía, Arabia Saudí, Azerbaiyán, Emiratos Árabes Unidos y los paraísos fiscales?

Tras confirmar con Desinformación la tesis de que los grandes medios, en efecto, desinforman, quizá el primer paso para responder al por qué, sea descubriendo quiénes son los propietarios de cada uno de los grandes medios de comunicación en España. Y para ello, la lectura del libro Traficantes de información, también de Pascual Serrano, sería el siguiente paso lógico. ¡Sapere aude!

Para saber más

— Castells, Manuel. Comunicación y poder. Madrid: Alianza, 2009.

— Curran, James. Medios de comunicación y poder en una sociedad democrática. Barcelona: Hacer, 2008.

—Serrano, Pascual. Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles. 3ª ed. Madrid: Foca, 2012.

— Tremblay, Jean-Philippe. Sombras de libertad. Reino Unido, 2012. 

* Luis Esteban Rubio es doctorando en Derecho por la Universidad Carlos III de Madrid, coordinador de EcoPolítica e integrante del Club de Lectura Petra Kelly.Luis Esteban Rubio

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