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Todas hemos sido Catalina

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

La educación física

Rosario Villajos (Premio Biblioteca Breve 2023)

Seix Barral (2023)

Un libro incómodo, como las agresiones no reconocidas por quienes la ejercen. Catalina es una adolescente en los 90, donde denunciar lo que no se podía llamar por su nombre provocaba mofas e incredulidad. Es una novela inteligente. Funciona mejor a medida que avanzas.

Catalina se va de la casa de una amiga tras una experiencia traumática con el padre de esta. Tiene tanto miedo a llamar a sus padres, inflexibles con la hora de llegada a casa, que está dispuesta incluso a hacer autostop pese al peligro que puede conllevar, pero de eso trata la rebeldía aunque se vuelva en nuestra contra.

Qué bien se describe la angustia de la chica. Catalina duda, teme, recela hasta de respirar. La relación con su cuerpo es una herida permanente. No sabe qué ponerse porque habrá comentarios de una u otra manera, sea en casa, donde la educación sexual es una expresión que no se usa ni practica, o en la calle.

La novela abarca sólo unas horas. Complementan los recuerdos que ayudan a entender la desazón que convive con ella y de paso, nos ponen en antecedentes. Empezaremos a comprender por qué rechaza su cuerpo de mujer, ese al que culpa de miradas, roces, contactos del exterior y que, aunque no sabe bien cómo interpretar, el vello y la piel le dicen que hay situaciones que la soliviantan.

Ahí, en esa autoinculpación, reside el cogollo de la historia. ¿Cómo una chica en aquella época iba a acusar a un hombre de lo que le causaba desagrado? ¿A qué viene enfadarse por un simple magreo no consentido? ¿Por un piropo callejero? ¿Por un gesto que sólo ella ve humillante? ¿A quién va a contar lo que siente? Cuando se habla de pequeñas violencias, agresiones sutiles, la sociedad y en particular su entorno más cercano, se va a quedar con el calificativo –no el sustantivo que acompaña–, para añadir después que sus ideas y pensamientos no son nada más que tonterías.

África no quiere que la salven

Debe ajustarse a la ley impuesta en el hogar, la naturalización de hechos que entonces, eran eso, bobadas. Imposible no identificarse con el come-come de Catalina para las que tuvimos más o menos su edad en aquellos años. Mencionar, insinuar si acaso, lo que realmente nos parecía mal siendo mujeres, en más de una casa, se respondía con carcajadas, indiferencia o hasta con una bofetada por quejarse de naderías.

La novela dosifica la información. Va poco a poco, para que entremos en el universo y la cabeza de la joven. La autora se trabaja bien al lector creando cierta sensación de ansiedad por saber más. Al principio me preguntaba: pero, ¿qué le pasa? ¿Por qué actúa así? Parece que Rosario Villajos juegue con el lector, para que pensemos, "esta chavala es un poco rara, ¿no?". Pero todo se va aclarando, a medida que dibuja la atmósfera opresiva que enrarece su ánimo hasta hacerla dudar de lo más evidente.

La educación física recoge, de alguna manera, la manera de sentir una generación de chicas y mujeres cuando no había información, ni refugio al que acudir frente a dudas y problemas, ni un paraguas que protegiera de tormentas interiores. Refleja cuáles eran los valores de una época determinada, la mentalidad arcaica y troglodita que justifica acciones que coartan y oprimen con un "si eso siempre ha sido así...". No hay nada que resulte ajeno si no has estado alguna vez del lado de Catalina en los años que le tocó ser adolescente.

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