Los diablos azules
El lirismo terrible y maravilloso de Jorge Galán
El escritor salvadoreño Jorge Galán Galán acaba de publicar el poemario Ruidos en la editorial Pre-Textos. Este artículo sobre su título anterior, Medianoche del mundo (Visor) recoge parte de la conversación que la autora mantuvo con Galán en Roma en 2017.RuidosMedianoche del mundo
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Jorge Galán (El Salvador, 1973) es un autor polígrafo cuya obra, de gran organicidad, elude los encasillamientos genéricos: se mueve cómodamente en el territorio de la novela, la poesía, el teatro, el guion televisivo o la literatura infantojuvenil. Obtuvo el Premio Iberoamericano Jaime Sabines 2011, el Premio Internacional Antonio Machado 2009, el Premio Adonais 2006 y fue hasta tres veces Premio Nacional de El Salvador en poesía, novela y cuento infantil. En un conversatorio que mantuvimos en la Università degli Studi Guglielmo Marconi de Roma en febrero de 2017 hablamos largamente de Medianoche del mundo, un poemario que se alzó con la XVI edición del prestigioso Premio Casa de América de Poesía Americana (Visor, 2016) presentado a concurso con el nombre Bajo la interminable noche de noviembre que pasaría a bautizar la primera sección de este libro bipartito. El escritor nos habló de la ambivalencia que siente por una patria "a la vez terrible y maravillosa", del duelo por los puntos de referencia que se añoran en la distancia y el exilio, de la importancia de la oralidad familiar en la arquitectura de sus relatos, especialmente en Habitación al fondo de la casa, traducida como La stanza in fondo alla casa por Mondadori en 2016.
"La soledad es un camino repleto de viajantes", "Solo el olvido es semejante a la salvación", las colas de los zorros "son bufandas que cuelgan de las ramas", la pezuña del bisonte "jamás puede romper el rojo de las flores". Las metáforas de Medianoche del mundo, hasta las más impensadas, remiten a la realidad política de su país y enlazan con su condición de exiliado. Durante su visita romana le pregunto por algunas curiosas metáforas del mundo animal y por los recurrentes personajes que habitan poemas como "La suerte", donde las personas siguen adelante con su vida cotidiana a pesar de las amenazas que acechan hasta detrás de los arbustos:
Ahora que mencionaste lo del bisonte, siempre me sorprende una cosa de El Salvador: es el país más peligroso del mundo, hasta hace poco teníamos veinticinco asesinatos al día y somos un país de poco más de seis millones de habitantes, es decir, uno de los más pequeños de América. Si vivís en El Salvador vivís en constante tensión. Sin embargo, pese a ello la gente continúa yendo a trabajar, continúa queriendo criar a sus hijos, continúa queriendo a sus hijos y haciendo cosas esencialmente buenas. Muchas personas, a pesar de la violencia, siguen conservando bondad en su corazón. Esa metáfora explica que a pesar de esa "bestia terrible" de la violencia hay una humanidad y una esencia que permanece, una bondad en las personas que no se quiebra. Eso me conmueve y me impresiona.
Una constante de la poesía de Galán es la fuerza de lo diminuto. Las raíces de las plantas son capaces de corroer la piedra. La pezuña del bisonte no consigue desgarrar la corola de una flor. Hay poder y resiliencia en la supuesta pequeñez. Si Carlos Fuentes, en La nueva novela latinoamericana, hablaba de la novela de los años veinte como un tipo de narración telúrica, costumbrista, donde al hombre se lo tragaba el paisaje –la pampa, la selva, la mina, el río– y donde la naturaleza exuberante y hostil terminaba atentando contra la integridad del hombre, en la obra de Galán la naturaleza es, por el contrario, el espacio de consuelo. El territorio de la maldad es humano y urbano: las ciudades están plagadas de sombras, siluetas amenazantes y sicarios. Así que el elenco de seres vivos amables como lagartos, albatros, cotusas, ciervos, alondras, marmotas, osos, peces, colonias de insectos, palmera, nenúfares que abundan en su lírica no debe interpretarse como un mero decorado: son el refugio de un yo lírico empujado a la intemperie de la violencia.
Medianoche del mundo fue escrito pocos meses después de su novela Noviembre (Tusquets, 2016), una obra que combina ficción y crónica histórica que trata sobre el asesinato de seis jesuitas –cinco de ellos españoles– y dos mujeres dentro de las instalaciones de la Universidad Católica, en una madrugada de noviembre de 1989. Amenazado y perseguido, Jorge Galán tuvo que abandonar su país. Sobre el proceso de escritura nos dice el escritor que:
Medianoche del mundo es un libro muy mío y muy de mi país. Sí tiene que ver con la novela: es un libro sombrío que escribí muy cerca de 'Noviembre', lo escribí pronto. Me tuve que ir a un país extranjero demasiado rápido y todo lo que veía me recordaba algo mío. Lo escribí completamente enfrascado en mis pensamientos, yo sentía que estaba con el alma y la cabeza en mi país y no podía alejarme de eso. Necesité expresarlo de alguna forma.
La primera parte del libro, "La interminable noche de noviembre", se concentra en la huida y en la evocación del peligro que la motivó. En la segunda parte, "Geografia", se pinta un friso social compuesto de personajes que reflejan un drama colectivo. Encontramos un padre al que le piden que entregue a su hija de doce años, una anciana sufrida, un niño muerto. Son personajes arquetípicos, es decir, que simbolizan una parcela de la sociedad. Como señala Luis García Montero en infoLibre, ante una realidad adversa el poeta cuenta solo con el lenguaje para defenderse y reconstruir su identidad. Medianoche del mundo es un libro de cuidadosa elaboración donde el poder de las imágenes refuerza la crisis y la angustia: "El tono trágico del libro se vale del recuerdo bíblico para acentuar el sentimiento de fatalidad, porque el Chico de la Cruz Verde asesinado por siete balazos no tendrá tiempo para perdonar y las trompetas que llamen a la resurrección de los muertos se encontrarán con la nada", dice García Montero.
En Roma, Galán me relata que el asesinato de un joven salvadoreño de catorce años lo había impactado mucho. Se había enlistado en la Cruz Verde, que es el organismo nacional que efectúa el mismo trabajo humanitario de la Cruz Roja en comandos de salvamento, precisamente para huir de la violencia de las pandillas, "pero no pudo escapar y unos pandilleros lo asesinaron, lo acribillaron. Es terrible: no hay manera de escapar a la violencia. Y tuve que escribir un poema sobre este chico cuya historia me impresionó". En su libro el yo lírico interpela, con tono elegíaco, al niño muerto diciéndole que "querías escapar a través de un camino que no existe" pero ya había "siete leonas grises sobre una sola presa".
Para componer Noviembre fueron necesarios varios años de investigación y relevamiento documental, con grabaciones y entrevistas. Es después de haber visitado el Museo de los Mártires Jesuitas cuando Galán se decide a escribirla. Así me describe sus propósitos:
Quise contar una historia humana, auténtica, de los jesuitas que se quedaron en un país en guerra. Quise traer a estos hombres al presente y contar la historia de un sacrificio real. Ellacuría y los demás podían estar en cualquier universidad, en cualquier país, pero decidieron quedarse en un país en guerra que asesinaba a sus sacerdotes, en un país del tercer mundo que no ofrecía nada. Fue una locura llena de amor y de ingenuidad a la vez. Ellacuría estaba en Barcelona cuando hubo una ofensiva militar en El Salvador, y aunque le advirtieron que no volviera, él lo hizo y lo mataron. Su idealismo y su amor por mi país es conmovedor. Es uno de los grandes pensadores del siglo XX. En El Salvador quedó un vacío grande: si con Monseñor Romero había quedado un vacío espiritual, con el asesinato de los jesuitas quedó un vacío también intelectual. Mi novela no es religiosa sino humana. Aunque se siguieron haciendo conmemoraciones en la UCA todos los noviembres yo notaba que los niños habían empezado a olvidar quiénes eran los jesuitas. Estábamos olvidándolos muy pronto. Quise traerlos. Quise mostrar todo lo valioso que habían hecho.
Otro aspecto destacable de Medianoche del mundo es la reconstrucción del mundo de la oralidad. Encontramos poemas dialogados con estampas familiares adorables como la madre y la abuela. Es en el relato oral donde se originan y funden lo terrible con lo maravilloso, esas dos aristas que sin duda caracterizan la escritura poliédrica de Jorge Galán. Tuve ocasión de preguntarle al escritor por la influencia de la transimisión oral en la construcción de sus historias, elemento que se percibe claramente en sus poemas pero también en personajes como Magdalena en La habitación al fondo de la casa.
Yo fui un niño durante la guerra civil de mi país. Y aunque parezca paradójico, aunque presencié, viví cosas terribles durante la guerra, tengo muchos buenos recuerdos de esa época. Tengo recuerdos de tardes lluviosas y de mi abuelo contándome historias. Recuerdo que un día me contó que durante los años treinta estaba trabajando en el Canal de Panamá y al final de la tarde vio que algo estaba emergiendo del agua: era un submarino alemán. Otro día me contó que estaba en un caballo y que al acercarse a un arroyo vio a una mujer que le pidió si podía acercarla a un pueblo, que era justo el pueblo adonde iba mi abuelo. Y cuando le dijo que sí la mujer subió a la grupa del caballo. Empezaron a andar y de golpe sintió unas uñas largas que empezaron a arañarlo y luego tuvieron una pelea porque la mujer se había transformado en monstruo. Esas eran muchas historias en las que él se situaba en primera persona, en situaciones completamente mágicas. Así que cuando yo empecé a escribir novela, lo que yo quería era contar las cosas del modo en que a mí me las habían contando cuando niño. Esa imitación me condujo a un tipo de narración que luego han dicho que es realismo mágico. O un acercamiento. O una renovación. Para mí es nomás eso. Nosotros como nación somos una nación a la vez terrible y maravillosa, donde puede pasar absolutamente todo, donde todo es posible, por extraño que parezca. Sí tiene mucho que vez con una veta mágica que tenemos y que permanece, de mucha imaginación, transmitida a través de la oralidad.
Transparentes son las tradiciones literarias de las que Galán se nutre así como sus afinidades y pertenencias generacionales. Lector de William Faulkner y de Gabriel García Márquez, en su faceta de escritor de narrativa infantil reconoce que su intención no era tanto escribir literatura infantil como escribir sobre temas fantásticos, y que cuando tenía entre dieciocho y veinte años con un grupo de amigos solían leer a Philip Dick, Isaac Asimov, Tolkien, Ursula Le Guin o Lovecraft en los que más tarde se inspiró, por ejemplo, a la hora de escribir una novela como El sueño de Mariana. Admirador de William Carlos William, de Derek Walcott y de la Balada del viejo marinero de Coleridge, su voz se integra generacionalmente dentro del grupo transatlántico Poesía ante la incertidumbre nacido con el manifiesto Defensa de la poesía (2011) y consolidado con Poesía ante la incertidumbre. Un viaje a la esencia (2012). Sus integrantes, poetas de ambas orillas del español, se proponen escribir una poesía entendible, que conmueva a través de la emoción, sin artificios deshumanizantes para interpelar al lector, para que el espacio literario y el social vayan de la mano. La afirmación de Remedios Sánchez García de que "la actual poesía española y la hispanoamericana van casi de la mano en el proceso evolutivo de los últimos años" se percibe en el itinerario poético y editorial de Jorge Galán.
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Para concluir, Medianoche del mundo es un libro que funde el drama íntimo con el drama colectivo salvadoreño sin desatender el cuidado de la palabra, su gran belleza lírica. La lectura de este libro no deja inmune al lector: lo empuja a reflexionar sobre la injusticia en la misma estela del compromiso social de su compatriota Roque Dalton. Cuando el lector vuelva en sí después de la “conciencia prestada” que le done este libro, se encontrará distinto y ampliado. _____
Marisa Martínez Pérsico es escritora y docente universitaria. Su último libro es Las manos en la madre (RIL Editores, 2018).