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El nuevo Leviatán

El nuevo Leviatán, de Enrique Alonso

Sergio Hinojosa

El nuevo Leviatán: Una historia política de la Red Enrique AlonsoEditorial Díaz Pons2015 El nuevo Leviatán: Una historia política de la Red

Enrique Alonso, especialista en lógica computacional de la Universidad Autónoma de Madrid, nos ofrece en su libro una visión comprensible de la estructura en capas de Internet, así como una clara explicación de los mecanismos de decisión por los que se rige. Tras remontarse a los orígenes de la Red, analiza las corporaciones que la gobiernan en los distintos niveles (“cable” y “código”) y acaba con preguntas sobre su incidencia en nuestras sociedades y sobre la posibilidad de una labor democrática.

El derribo de los Estados y el desmontaje de sus políticas convencionales parecen obedecer a nuevas formas de extracción de plusvalía, que satisface la globalización. Internet, como las finanzas globalizadas, dibuja hoy otros continentes sin apenas resistencia política. Las inversiones cambian su rumbo vertiginosamente, pero el acceso a la financiación llega a través de los Estados, ya interceptados por las agencias de calificación y evaluación. Todo un sistema de control de acceso a los recursos y al desarrollo. Esto último no es el motivo de su reflexión, pero El nuevo Leviatán es sin duda condición para este análisis aún pendiente.

La Red posee un poder de absorción de lo real y alcance global. Desde la simple calificación de un alumno al proceso evaluativo de una agencia, todo pasa por la Red. En sí misma, como medio y como nicho global de negocio, está constituida por dos niveles interrelacionados entre sí. La infraestructura (física y lógica): servicios, aplicaciones, instalaciones e interconectividad, sistemas de nombre de dominio y direcciones IP, estándares técnicos, servidores raíz y seguridad en las redes. Y las transacciones y contenidos: comercio electrónico, firma electrónica, contratación electrónica, comercio de bienes y servicios digitales, lenguas, encriptado, seguridad y privacidad.

Sobre este modelo -uno de los varios que analiza Alonso- pesarían dos tipos de autoridades en Internet: las organizaciones intergubernamentales, que actúan bajo acuerdos o tratados, y las instituciones internacionales pertenecientes al sector privado (ICANN, W3C, IETF…), y que en algunos casos interactúan formando modelos híbridos de “cooperación”. Pese a su apariencia técnica, la importancia de estas corporaciones es vital para el dominio y para el desarrollo de las fuerzas productivas.

La Red posee cierta unidad en tanto existe un trazado físico de “cable” y un control de la zona raíz a partir del protocolo TCP/IP. Este permite que la tecnología de las redes físicas sea transparente, funcionando como una red lógica única. Pero para hacer inteligibles esas direcciones, se requiere el uso de nombres, un Sistema de nombres de dominio.

En la Red, hay que tener en cuenta, en primer lugar, el control de los “procesos críticos” sobre la infraestructura y la lógica, es decir, sobre “el cable”, “el código”. Pero, actualmente existen además agregados, que se han constituido en elementos sistémicos: primero, la web (www) y en los últimos años, las redes sociales (Facebook, Youtube, Twitter, WhatsApp, etc.) y los navegadores Google y Yahoo.

El control del soporte físico de la Red (implementación de los distintos niveles de servicio, amplitud y anchos de banda) corre a cargo de las actuales formas organizativas agrupadas en la ITU (International Telecomunication Union). En nuestro país es clave Telefónica. La ITU despliega foros a nivel mundial, como el World Summit en la Information Society (WSIS) en Ginebra, e intenta alianzas con las otras instituciones con capacidad de agencia en la red, por ejemplo con ICANN. También mantiene una línea de avance que “consiste en promover paneles de estudio orientados a marcar las líneas estratégicas de las TIC”, es decir, promueve el desarrollo de la Sociedad de la Información. Sin embargo, otras compañías de software, como Microsoft, no quedan al margen, y crean sus propios foros globales sectoriales como SIMO Educación 2015 o South Summit 2015, dedicado al “emprendimiento”.

La representación de las grandes corporaciones y de los Estados en los diversos comités técnicos de cada uno de los niveles, parece sostener una gobernanza en la Red, que cristaliza en mecanismos de colaboración entre “todas las partes interesadas” o stakeholders. “Partes” que son, fundamentalmente, grandes empresas “interesadas”.

Nuestro país cumple ahora el mandato de la agenda europea, que en 2010, “recomendaba” implementar la red NGA (redes de nueva generación), con acceso FTTH para mayor eficacia y velocidad. De la mano de esta infraestructura, dando un paso más en la carrera de extracción del beneficio, los otros niveles de la Red y la industria ligada a ellos, presionan para forzar a los gobiernos al compromiso: desarrollar la cada vez más sofisticada industria ligada a la red (TIC, Industria del software, hardware, plataformas, dispositivos, redes inteligentes, etc.). Las agendas digitales de los distintos países dinamizan desde lo político esta hipertrofia tecnológica. La agenda eigital de España, en el marco de “Horizonte 2020”, juega precariamente su papel en el “territorio europeo”, un territorio virtual bombardeado por la transversalidad de toda clase de intereses globales.

*Sergio Hinojosa es profesor de Filosofía. Su último libro publicado es 'Santa anorexia. La noche oscura del cuerpo' (Maia Ediciones)Sergio Hinojosa

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